" Incomodidad, cuando la cercanía de otro no causa ni el más mínimo efecto romántico".
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Esto no estaba pasando. Tras oír lo dicho por la señora Lorenza, solo me quedó obedecer. Yo me convertía cual maniquí que era solo adornado para el gusto de un hombre al cual siempre se me decía que sería mi esposo. Un tipo el que me causaba cierto temor cuando tocaba mis manos. Se supone que antes de ese accidente, él y yo éramos novios, nos amábamos. Pero no puedo sentir ningún tipo de sentimiento romántico por él. Mi corazón no palpita hasta enrojecer mis mejillas, mis labios no esbozan una sonrisa y mucho menos suspiró cuando pienso en él.
De pronto, me doy cuenta que todo lo que estoy pensando, es lo que he sentido cuando conocí a Massimo. Un solo toque…
