Los empleados bajan la mirada o se apartan del camino del furioso CEO. Sin reparar en ninguno de las personas que se cruzan estúpidamente en su camino... Ni detenerse cuando su secretaria lo perseguía para que firmara unos contratos urgentes, el señor Ronald Myers abre su "privado" cerrando la puerta en las narices de su joven y guapa secretaria. Apretando los puños y abriendo las manos varias veces, apretando de nuevo las manos, Ronald golpea varias veces el saco de boxeo que tiene en ese lugar, su rincón favorito para sacar todo su enfado. Imaginando la cara del estúpido de Noah dibujada en ese saco de boxeo, el señor Myers golpea una y otra vez... Y otra vez y otra con más fuerza, maldiciendo, susurrando tantas maldiciones como se sabe tanto a su socio como a su tonto hijo. Y ya q