CAPÍTULO CUATRO
Riley se sentó en la mesa de la cocina frente al jefe Hintz. El jefe se limitó a mirarla por un momento, sosteniendo su lápiz sobre una libreta. Riley se preguntó si debía decir algo.
Levantó la mirada y vio que la oficial Frisbie se había puesto a un lado y que estaba apoyada en un mostrador. La mujer tenía una expresión bastante amarga en su cara, como si no estuviera muy contenta con las entrevistas. Riley se preguntó si Frisbie estaba molesta por las respuestas de las chicas o por la forma en que su jefe había estado haciendo las preguntas.
El jefe dijo finalmente: —Primero que todo, ¿la víctima alguna vez te dio una razón para creer que temía por su seguridad?
La palabra «víctima» alarmó a Riley.
¿Por qué no podía decir su nombre y ya?
Pero tenía que responder a su pregunta.
Su mente repasó conversaciones recientes, pero solo recordó intercambios inocentes como el que Trudy, Rhea y ella habían tenido esta noche respecto a si Riley estaba tomando la píldora.
—No —dijo Riley.
—¿Alguien le deseaba lo peor? ¿Alguien se había enojado con ella recientemente?
La idea le pareció extraña a Riley. Rhea había sido tan agradable y amable que Riley no podía imaginar a nadie molesto con ella por más de unos minutos.
Pero se preguntó si quizá se había perdido de algo.
¿Las otras chicas le habían dicho a Hintz algo que Riley no sabía?
—No —dijo Riley—. Por lo que recuerdo, se llevaba muy bien con todo el mundo.
Hintz se detuvo por un momento y luego dijo: —Dinos todo lo que pasó luego de que tú y tus amigas llegaron a La Guarida del Centauro.
Riley fue inundada por una ráfaga de sensaciones, Rhea y Trudy empujándola físicamente por la puerta a la niebla de humo de cigarrillo y música ensordecedora…
¿Necesitaba explicar todo eso?
No, Hintz solo quería oír hechos concretos.
Ella dijo: —Cassie, Heather y Gina se fueron directamente a la barra. Trudy quería que bailara con ella y Rhea.
Hintz estaba revisando las notas que había tomado de las otras chicas, quienes obviamente le habían dicho lo que sabían que Riley había hecho, incluyendo el hecho de que Riley las había dejado arriba solas.
—Pero no bailaste con ellas —dijo.
—No —dijo Riley.
—¿Por qué no?
Eso sobresaltó a Riley. ¿Por qué su renuencia a bailar podría resultar importante?
Entonces vio a la oficial de policía Frisbie dándole una mirada compasiva y negando con la cabeza. Parecía evidente ahora que la mujer creía que Hintz estaba comportándose como un imbécil, pero en realidad no había nada que pudiera hacer al respecto.
Riley dijo lentamente y con cuidado: —Es que… Bueno, no tenía muchas ganas. Había estado tratando de estudiar, y Rhea y Trudy prácticamente me arrastraron allí. Así que compré una copa de vino y bajé a planta baja.
—¿Sola? —preguntó Hintz.
—Sí, sola. Me senté en una mesa sola.
Hintz hojeó sus notas.
—¿Así que no hablaste con más nadie mientras estuviste en La Guarida del Centauro?
Riley pensó por un momento y luego dijo: —Bueno, Harry Rampling se acercó a mi mesa…
Hintz sonrió un poco ante la mención del nombre de Harry. Riley se dio cuenta de que, al igual que casi toda la comunidad, el jefe probablemente lo tenía en muy buena estima.
Él preguntó: —¿Se sentó contigo?
—No —dijo Riley—. Lo ignoré.
Hintz frunció el ceño con desaprobación, aparentemente molesto porque Riley había rechazado a un verdadero héroe. Riley estaba empezando a impacientarse. Su gusto en hombres no era de su incumbencia. ¿Qué tenía eso que ver con lo que le había pasado a Rhea?
Hintz preguntó: —¿Hablaste con alguien más?
Riley tragó grueso.
Sí, ella había hablado con alguien más.
Pero ¿metería al chico en problemas por mencionarlo?
Ella dijo: —Eh… Un estudiante de derecho se acercó a mi mesa. Se sentó conmigo y hablamos por un rato.
—¿Y luego? —preguntó Hintz.
Riley se encogió de hombros y dijo:
—Dijo que tenía que estudiar y luego se fue.
Hintz estaba tomando notas.
—¿Cuál era su nombre? —preguntó.
Riley dijo: —Mira, no entiendo por qué él es importante. No era más que otro tipo en La Guardia del Centauro. No hay ninguna razón para que puedan creer que…
—Solo responde mi pregunta.
Riley tragó grueso y dijo: —Ryan Paige.
—¿Lo conoces de antes?
—No.
—¿Sabes dónde vive?
—No.
A Riley le alegró por un momento que Ryan había logrado mantenerse tan misterioso, sin siquiera darle su dirección o número de teléfono. No vio ninguna razón por la que debía responder preguntas sobre él en absoluto, y de seguro no quería meterlo en problemas. Parecía casi un poco estúpido que Hintz estaba presionándola al respecto. Y Riley supo por la forma en la que la oficial Frisbie puso los ojos en blanco que ella pensaba lo mismo.
Hintz golpeó la mesa con la goma de borrar de su lápiz y preguntó: —¿Viste a Rhea Thorson con alguien en particular en La Guarida del Centauro? ¿Aparte de las amigas con las que salieron?
Riley estaba empezando a sentirse más frustrada que nerviosa.
¿Hintz no entendía nada de lo que había estado diciendo?
—No —dijo ella—. Como dije, yo me fui por mi cuenta… No vi a Rhea después de eso.
Hintz siguió dando golpecitos con su borrador, mirando sus notas.
Él preguntó: —¿El nombre Rory Burdon significa algo para ti?
Riley se puso a pensar.
Rory…
Sí, el nombre era familiar.
Ella dijo: —Creo que Rhea estaba interesada en él. La vi bailar con él otras veces en La Guarida del Centauro.
—¿Pero no esta noche?
Riley luchó contra las ganas de suspirar. Ella quería decir: —¿Cuántas veces tengo que decirte que no volví a ver a Rhea después de que llegué?
En su lugar, ella simplemente dijo: —No.
Ella supuso que Rory también estuvo con las chicas esta noche, y que las otras chicas le habían dicho a Hintz que habían visto a Rhea con él.
—¿Qué sabes de él? —preguntó Hintz.
Riley se detuvo. Lo poco que sabían parecía demasiado insignificante para mencionar. Rory era un chico flaco y alto con anteojos gruesos, y todas las chicas excepto Riley se habían burlado de Rhea por estar interesada en él.
Ella dijo: —No mucho, excepto que vive fuera de la escuela.
Se dio cuenta de que Hintz estaba mirándola de nuevo, como si él esperaba que dijera algo más.
«¿Hintz lo considera un sospechoso?», se preguntó.
Riley estaba segura de que el jefe estaba muy equivocado si sospechaba de Rory. El chico le había parecido tímido y gentil, ni un poco agresivo.
Estaba a punto de decírselo a Hintz, pero el jefe de policía le echó un vistazo a los papeles que tenía enfrente y siguió con sus preguntas.
—¿A qué hora te fuiste de La Guarida del Centauro? —preguntó.
Riley hizo la mejor suposición que pudo sobre la hora, había sido bastante tarde.
Entonces Hintz dijo: —¿Viste a alguna de tus amigas antes de irte?
Riley recordó a las chicas tambaleándose por las escaleras, y que Trudy había estado llevando la jarra de cerveza cuando le preguntó:
—¡Oye, Riley! ¿Quién era el guapo con el que andabas?
Riley dijo: —Trudy, Heather, Gina y Cassie bajaron las escaleras. Me dijeron que Rhea ya se había ido. Luego me fui.
Mientras Hintz tomaba notas, la cabeza de Riley comenzó a llenarse de preguntas propias. Recordó haber preguntado dónde estaba Rhea, y Trudy había dicho:
—No sé. ¿Dónde está Rhea?
... y luego Heather había respondido: —Rhea regresó al dormitorio.
Riley se preguntó qué sabían las otras chicas de la partida de Rhea.
¿Sabían si ella se había ido sola o no?
¿Y qué le habían dicho a Hintz al respecto?
Riley deseaba poder preguntarlo, pero sabía que esa no era una opción.
—¿Te fuiste sola? —preguntó Hintz.
—Sí —dijo Riley.
—¿Y caminaste sola de regreso al dormitorio?
—Sí.
El ceño fruncido de Hintz se profundizó mientras la miraba.
—¿Estás segura de que eso fue prudente? La escuela ofrece un servicio de acompañamiento para cruzar el campus de noche. ¿Por qué no lo solicitaste?
Riley tragó grueso. Esa le pareció la primera buena pregunta que Hintz había hecho hasta ahora.
Ella dijo: —Creo que siempre me sentí segura caminando por el campus de noche. Pero ahora…
Su voz se quebró.
«Ahora las cosas cambiaron», pensó.
Hintz volvió a fruncir el ceño.
—Bueno, espero que emplees el sentido común en el futuro. Especialmente cuando bebas mucho.
Los ojos de Riley se abrieron de par en par y le respondió al jefe: —Solo me tomé una copa de vino.
Hintz entrecerró los ojos. Supo por su expresión que creía que estaba mintiendo. Las otras chicas debieron haber admitido que bebieron mucho, y él asumía que Riley también lo había hecho.
Le molestaba su actitud, pero se dijo rápidamente a sí misma que lo que Hintz pensaba de ella no importaba en este momento. Sería estúpido y mezquino de su parte enojarse por eso.
Hintz siguió anotando y dijo: —Eso es todo por ahora. Debes obedecer las mismas reglas que todos los demás en el dormitorio. Quédate en tu habitación esta noche. Ni se te ocurra salir del campus hasta que se te notifique que puedes. Quizá necesitemos hacerte más preguntas.
Riley estaba extrañamente sobresaltada.
«¿Eso es todo?», se preguntó.
¿La entrevista se había acabado?
Ella todavía tenía preguntas, incluso si Hintz no.
Había tenido una pregunta en mente desde que había descubierto el cuerpo de Rhea. Recordó entrar en la habitación poco iluminada de Rhea y ver su garganta degollada y sus ojos bien abiertos, pero no se había detenido a mirar su cuerpo bien.
En una voz entrecortada, le dijo a Hintz: —¿Podrías decirme…? ¿Sabes si…?
De repente se dio cuenta de lo difícil que sería hacer la pregunta.
Pero finalmente logró decir: —Antes de morir… Antes de su asesinato… ¿Rhea fue…?
No podía decir la palabra violada.
Por la expresión vacía de Hintz, Riley supo que no había entendido lo que ella estaba tratando de preguntar.
Afortunadamente, la oficial de policía Frisbie sí entendió.
Ella dijo: —No lo sé con certeza, el médico forense viene en camino. Pero no creo que fue agredida sexualmente. Su ropa estaba intacta.
Respirando más tranquila, Riley miró a Frisbie con agradecimiento.
La mujer asintió levemente, y Riley salió de la cocina.
Mientras Riley salió de la sala común, se encontró preguntándose una vez más qué le habían dicho las otras chicas a Hintz, como si Rhea había salido del bar sola o no. ¿Sabían algo de lo que le había sucedido a Rhea que Riley no sabía? Después de todo, habían estado con ella hasta que decidió irse.
Mientras Riley caminaba por el pasillo, vio a un par de policías del campus parados al lado de la puerta de la habitación de Rhea, la cual estaba acordonada con cinta policial. Se estremeció al pensar que el cuerpo de Rhea aún estaba allí, esperando la llegada del médico forense. A Riley le costó imaginar a otra persona volviendo a dormir en esa habitación, pero obviamente no estaría vacante para siempre.
Riley abrió la puerta de su habitación, que estaba a oscuras excepto por alguna luz que entraba del pasillo. Vio a Trudy darse la vuelta en su cama para mirar a la pared.
«Todavía está despierta», pensó Riley.
Tal vez ahora podían hablar, y Riley podría obtener algunas respuestas a sus preguntas.
Riley cerró la puerta, se sentó en su cama y dijo: —Trudy, me preguntaba si tal vez podríamos hablar de nuestras entrevistas.
Aun mirando a la pared, Trudy respondió: —No podemos hablar de eso.
A Riley le sorprendió el tono agudo y helado de la voz de Trudy.
—Trudy, no creo que eso sea cierto, al menos ya no. Hintz no me dijo nada parecido.
—Solo vete a dormir —dijo Trudy.
Las palabras de Trudy fueron como una cachetada para Riley. Y, de repente y por primera vez, Riley sintió lágrimas en sus ojos y un sollozo en su garganta.
Era terrible que Rhea había sido brutalmente asesinada.
Y ahora su mejor amiga estaba enfadada con ella.
Riley se metió bajo las sábanas. Lágrimas corrieron por sus mejillas cuando comenzó a entender algo…
Su vida había cambiado para siempre.
No podía siquiera imaginarse cuánto.