—¡Maldición!— exclamé enfadada luego de ubicarme en la silla. Esto era una completa pesadilla y me estaba destruyendo por dentro. Me encontraba más confundida que ayer y ahora resulta que alguien puede detener el tiempo. Esto era una locura. ¿Acaso se creía algún tipo de X men?
—¿Adria?— la voz de mi padre hizo que me levantara de mi asiento para acercarme a él.
—¡Papá!— tomé su mano mientras lo observaba al rostro. Mi padre apretó mis manos y sonrió levemente. —¿Cómo te sientes?— pregunté.
—Estoy bien.— Respondió en un tono bajo.Mis lágrimas comenzaron a formarse de nuevo.
—¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo? Dios, debí cuidarte mejor.— Mi padre levantó su mano hacia mi mejilla y limpió las lágrimas.
—Cariño, te culpes.
—Tienes razón, es culpa de ambos. Tu por esconderlo y y
