Había tirado el anzuelo y no pasaron ni 10 minutos y ya estábamos a centímetros uno del otro. No voy a mentir, la tensión s****l que sentía era mucha, definitivamente era un hombre inquietantemente guapo, con mucho porte y personalidad. Se veía que era inteligente, pero estaba segura que no sabía, ni sospechaba nada de lo que estábamos tramando Ivette y yo. —¿Cuál es tu nombre? —su voz varonil volvió a romper el silencio a centímetros de mis labios. —¿Cuál es el tuyo? —sí íbamos a jugar lo haría interesante, me acerque aún más a sus labios, casi rozándolos con los míos, podía sentir su respiración algo agitada, producto del acercamiento. Seguía de espaldas a él con mi cabeza encima del hombro, no se movió y solo me sonrió y dio un paso hacía mi cuerpo. Aquello empezaba a hacer subir