Rosa Vega aún estaba sentada en aquella banca, Sol se había marchado, pero ella no tenía fuerzas para volver al hotel, simplemente no quería ver a su madre y volver a discutir por el paradero de aquella niña que había abandonado. Ese recuerdo la mataba lentamente, de todas maneras, ella tenía claro en su mente que jamás podría amar a aquella niña, era el recuerdo latente de todo su dolor, ¿Cómo podría amar a su dolor? Sintió que una mano tocó su hombro, cuando volteó para mirar encontró ante ella a aquel hombre. Sus ojos se abrieron enormes y se puso pálida. Aterrorizada intentó levantarse y correr, pero miró la pistola apuntando su cabeza, apenas podía respirar ante la angustia que le impedía moverse. Elio la miraba con firmeza y un gesto de superioridad, era el hombre que hace diecinuev