Capítulo 1
Fue despertándose poco a poco, como si saliera de una densa bruma, lo primero que noto al estar consciente fue el punzante dolor de sus piernas, ¿Cómo no le dolerían si estaban atadas desde hacía días? Se moría por darse un baño, le encantaba el agua, desde muy pequeña le gustaba jugar con ella y empaparse de pies a cabezas, una sonrisa cansina broto de sus labios al recordar un soleado día que tuvo con su Padre, los aspersores del jardín estaban averiados así que decidieron arreglarlos, pero terminaron empapados corriendo por toda la grama, junto con Callaghan, su hermano mayor.
Una enorme rata pasó sobre sus pies, y la distrajo de su hermoso recuerdo, trayéndola de vuelta a la horrible realidad, estaba atada, sin nadie que la rescatara, sola y desesperada por volver a casa, ya habían pasado, ¿Cinco? ¿Seis días? Estaba segura de que era seis, arriba de su cabeza, el techo tenía un pequeño hoyo donde podía determinar el pasar del sol, y sacar una cuenta aproximada de las horas del día.
Aunque para ser honesta no podría dar garantía de cuantos días habrían pasado desde que fue secuestrada. Y todo gracias a esas malditas drogas que constantemente le suministraban. Siempre que se las proporcionaban tendía a perder la noción del tiempo y del espacio, de hecho, no podía asegurar si era de día o de noche, estaba tan confundida que sentía vergüenza de sí misma. Se suponía que su entrenamiento la ayudaría en estos momentos, pues le estaba valiendo una mierda.
Betty se acurruco sobre la dura cama, sus huesos estaban tiesos debido a la poca movilidad que ha tenido en los últimos días. La noche se encontraba helada, arrastro la sucia manta para taparse el pecho, nunca pensó que extrañaría tanto la comodidad de su colchón ortopédico. Desearía tener un poco más de soltura, esas malditas cuerdas estaban succionándole la vida.
Recorrió con la mirada el horrible panorama en el que se encontraba, continuaba acostada sobre una vieja y asquerosa colcha, los tubos de metal daban contra las paredes con más mínimo movimiento que era realizaba. En el extremo inferior se hallaban los pies de la chica amarrados con cuerdas para rapel, estas estaban llenas de sangres y piel, porque no podía evitar moverse por las noches. El lugar era caluroso, y húmedo al mismo tiempo, era un antiguo granero que contenía jaulas para los animales, donde ella estaba encerrada, donde la mantenían secuestrada.
Parecía estar rememorando lo obvio, pero su cabeza se hallaba aturdida. Los días encerrada en esa improvisada prisión comenzaban a jugar con su cordura.
No entendía el juego del criminal que la mantenía allí, el tiempo seguía corriendo en completo cautiverio, podía hacer lo que quisiera con ella, sin que se defendiera completamente. Y lo único que él hacía era platicarle de su maravillosa causa, e instarla a que se uniera a esta. Deseaba que ese maldito terror se acaba de una vez por todas.
Días pasaban y ella seguía en completa solitud. Cada parte de su cuerpo gritaba de dolor, sus ojos por la falta de luz, su estómago por el hambre, su garganta por la sed, su cabeza por agotamiento emocional, su espalda por el incómodo lecho, sus tobillos por obvias razones.
Y su corazón, porque iba a morir de una manera horrible e inhumana, lo sabía, no escaparía de esto, y no por no intentarlo, el hombre tenía una horrible cicatriz en la espalda como muestra de ello.
Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y no pudo evitar pensar en él, en Asher Foster, en el amor de su vida, porque aunque sus caminos se habían separado hacía muchísimo tiempo, ella siempre lo amaría, y siempre sería el joven que robo su corazón, de repente se halló recordando el día en que lo perdió…
8 años antes
Primer día del último año de preparatoria
Bethany se miró al espejo, se había maquillado un poco, no demasiado para que su Madre no lo notara, escondió un labial rojo que había comprado unos días antes, con unos ahorros que se ganó por dar tutorías a jóvenes de secundaria, luego de una práctica de futbol, donde ella y Asher caminaban juntos a casa, él le comento que sus labios se veían “apetecibles”, cuando estaban colorados, así que decidió comprarse una pintura de labios, un rojo intenso, no tenía permitido llevarlo debido a las reglas de su hogar, pero mientras su Madre no se enteraran todo estaría bien.
Se amarró su rubio cabello en una alta coleta y coloco sus gafas en su lugar, ayudando a sus verdes ojos a poder observar el mundo con nitidez.
—Betty mueve el culo, vamos a llegar tarde. — le grito su hermano mayor desde la plata baja de su casa, comúnmente Callaghan no estaba en casa, porque vivía en el campus de la universidad, pero tenía unos días libres y fue a visitar a su pintoresco pueblo natal.
—En un segundo. — con prisa tomo algunos de sus cuadernos, y libros, también un horario con sus clases y reuniones de prefectos, desde el año anterior la seleccionaron para ser prefectos en el comité que normas y actividades de su instituto, ese día tendría que darle un tour a una nueva alumna que llegaba directamente de Tartaria, estaba muy emocionada por comenzar el último año de preparatoria.
Bajo corriendo las escaleras, entro a la cocina con su cabello bamboleándose de un lado a otro, se esforzó por mantener la cabeza gacha, para que su Madre no captara la capa de base que lleva puesta, tomo su envase de desayuno y también algunas galletas para comer en el camino, se despidió de sus Padres y siguió a su hermano fuera de la casa.
—¿Podemos llevar a Asher? — le pregunto en cuanto estuvo en la parte trasera del auto.
—Es molesto que no puedas separarte de ese niño por un segundo. — su hermano torció los ojos y bufo. — y para colmo tengo que escuchar a mama, todo el día de cuan perfecto es Asher Foster, y porque debería seguir su ejemplo.
—Es solo que a mama le agrada Asher. — se disculpó apenada.
—Si ya todos sabemos que el “naranjito”, es perfecto, dile que se apresure, tengo una cita a las once de la mañana.
Callaghan Andrews era un rebelde de corazón, justo ahora tenía una pinta de chico malo que nadie podía quitarle, vestido con un jean oscuro, una chaqueta de cuero n***o, grandes botas de leñador, lentes oscuros que cubrían sus verdes ojos, el cabello rubio había sufrido un tratamiento para convertirlo en rizos, y ahora caía por todo rostro en despeinados remolinos, y expresión siempre estaba teñida con patanería y sarcasmo. Para sus Padres, en especial su Madre, él era la desgracia de la familia, desde hacía muchos años había abandonado la iglesia, porque era bisexual, recordaba que so progenitora estuvo a punto de sufrir una apoplejía, con el tiempo pudieron superar ese hecho, pero su hermano quedo tachado como el error en la perfecta fórmula de Eva Andrews, su Madre.
Le envió un texto a Asher para que saliera de casa, su hermano los llevaría a ambos, la respuesta de su novio llego cuando lo capto aproximándose al vehículo, llevaba la chaqueta del equipo de futbol, su bolso lleno de libros, y su común sonrisa lobuna. Ella suspiró y jadeo al mismo tiempo, sin importar cuantos años pasarán, siempre se quedaba anonadada cuando lo veía, todo en él era color naranja, tenía pecas que recorrían todo su cuerpo, incluso su rostro parecía una mina de oro, su cabello puntiagudo brillaba con la luz del sol matutino, por supuesto era naranja, sus ojos azules y sus suaves labios colorados, la hacían tener sueños pecaminosos, y en oportunidades la llevaban hasta el cielo, ¿o era el infierno?
Él abrió la puerta del auto y se subió a su lado.
—Hola, princesa. — dijo en cuanto la vio.
—Hola, Asher. — respondió colorada de pies a cabeza, el tomo su rostro entre sus manos y arraso con su boca.
El hombre era fuego por fuera y por dentro, quizás era esa la razón por la cual los pelirrojos tenían tan mala fama.
—Qué asco, ¿no podían aguardar hasta llegar al instituto? — les reclamo Callaghan.
—Lo siento. — respondió Asher sonriendo cerca de sus labios, beso su nariz y se apartó de ella, dejándola caliente como el infierno.
El colegio queda a solo veinte minutos de viaje, hablaron de su día y siempre estuvieron abrazados, ignorando completamente al conductor, tenían dos años de noviazgo, para su gusto ella opinaba que Asher se tardó un poco en tomar el paso, pero finalmente en su cumpleaños número quince, él le propuso que entablaran una relación, lo había esperado desde hacía tanto.
La pareja eran vecinos desde la infancia, se había criado juntos, y ella podría jurar que nació amando a ese hombre, eran el uno para el otro, y aunque al joven, le había tomado tiempo aceptarlo, finalmente lo hizo y no podía estar más feliz.
—No puedes reprobar química. — hablo ella. — de lo contrario no podrás obtener tu beca de futbol, y sabes que es tu única oportunidad de ir a la universidad.
—Betty, estoy muy consiente de ese hecho, no duermo por las noches tratando de memorizarme la tabla periódica, pero mi mente simplemente no lo capta, soy un hombre común, no tengo todo el intelecto que tú posees. — él se encogió de hombro derrotado.
—No seas tonto, ser el cerebrito de la clase no lo es todo, no eres común, simplemente no se te dan esa materia tan complicada, pero recuerdas que tienes una nota extra alta en arte y música, todos tenemos talentos diferentes Ash.
—Bueno tortolitos. — habla Callaghan al llegar a su destino. — hemos llegado, por favor no dejen nada de dulce ni brillantina en la parte de atrás, estoy a punto de tener una cita en ese asiento.
—Eres asqueroso, Cal.— respondió su hermana con un gesto de desagrado cruzando su rostro.
—No me digas eso cuando es evidente que ustedes dos se están acostando.
Ambos adolescentes callaron incómodos.
—Oigan no voy a juzgarlos, no es mi problema, pero si alguien en la iglesia se entera de que los dos están jugando a explorar su cuerpo, van a salir como la peor escoria del pueblo, y créeme hermanita no estás hecha para eso.
—No tienes por qué preocuparte por mí. — sentencio ella. — sé cuidarme sola.
—Solo usen protección, no tengo ganas de ser tío tan pronto, ahora lárguense de mi hotel. — ellos se bajaron lo más rápido posible, cuando Callaghan arranco la parejita entrelazo sus manos, y se rieron de las ocurrencias del rebelde hermano.