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Vínculo: Tirando del hilo

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Blurb

Justo cuando Emma creía que había completado finalmente el rompecabezas, un suceso inimaginable para ella la deja perdida y literalmente inconsciente en medio del bosque, donde todo comenzó. Emma tendrá que ir tirando del hilo para lograr armar la imagen real de este rompecabezas aun incompleto que es su vida.

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Prólogo
Cuatro horas antes del encuentro. Los hermanos Kane o, mejor dicho, los gemelos Kane como se habían hecho conocidos por todo el este de Europa y parte de América, estaban otra vez juntos, luego de una temporada (referido a décadas) donde cada quien tomó su propio camino. Pero, bueno, uno siempre regresa dónde está la familia, ¿era así el dicho? Lo cierto es que no se habían visto en mucho, muchísimo tiempo, y hubiera continuado de esa manera si no hubieran coincidido en uno de sus atracos, o como ellos solían categorizarlo: “travesuras”.  Como fuera, se habían encontrado, y ni siquiera lograban recordar el motivo de su separación siendo que se llevaban muy bien; no pudieron recordarlo hasta que al buen vampirillo se le ocurrió mencionar lo que no era necesario ser mencionado. —    Ella está bien. — Afirmó con seguridad, obviamente ella lo entendió en seguida, la tenía tan presente como su resentimiento hacía Emma, sí estaban hablando de ella. — Sé que no te importa, — trató de adelantarse al ver el cambio radical en su mirada— pero…— Le tiró el helado que iba comiendo mientras caminaban en dirección al bosque. —    Sí que sabes cómo j*der una conversación. — Dejó en claro su fastidio antes de desaparecer. Ventajas de ser vampiro. —    ¡Isabelle! — Le gritó yendo tras ella, no podría esconderse de su hermano, aunque quisiera. — ¡Deja tus majaderías! — Había entrado en la casa de Thiago, asumiendo que era la suya y cerró la puerta justo en sus narices. — Ya no eres una niña, ¡compórtate! — Le abrió la puerta. —    ¡Cuando dejes de ser un completo idiota! — Le gritó a la cara antes de pasar por su costado, dispuesta a irse, ya sabía el drama y se lo quería ahorrar. Thiago tomó su muñeca forzándola a mantenerse en el mismo lugar, pudo zafarse de su agarre, pero parte de ella se lo impedía, era su hermano después de todo. — ¡Eres un idiota! — Él la seguía vigilando como lo había prometido hace años, la morena lo sabía. — Sigues observándola, ¿no es así? — Él no pudo negar lo evidente. — ¿Cómo puedes esperar a qué despierte? ¡¿Cómo puedes querer que lo haga?! — Le recriminó. —    Isa… — Trató de acercarse, su hermana lo reprendió con la mirada. —    Hipócrita. — La mirada tenaz, esos cafés no se habían visto tan profundos ese día. — Tú la dormiste, ¿por qué quieres despertarla? ¿Te pesa la conciencia? —    Tú sabes bien que no tuve de otra, ella estaba fuera de control. — Recordó. —    ¡Exacto! Al menos un recuerdo real a la luz. — Thiago resopló. — Ella es lo peor que nos ha podido pasar, déjala llevar la vida que lleva, ser un simple humano es el castigo perfecto para un ser tan narcisista como ella. Sí, estaban hablando de la inofensiva Emma, y es que había historia detrás de toda esta maraña. —    Es que… — Se rascó la cabeza. —    Ya te involucraste, ¿no es así? — Tenía pesar en su mirada, su hermano había vuelto a caer. —    Debo protegerla. — Se explicó. —    ¿De qué? ¿De las vecinas chismosas? — Él negó. —    Hay alguien que está- — Su hermana lo paró con un ademán. —    No me interesa. — Thiago arrugó las cejas. —    Pero- — Ella volvió a negar. —    No me interesa si está o no en peligro, sí muere será una alegría para nosotros. — Su hermano se indignó ante ese comentario. — Son mis más puros deseos, y créeme que sí la encuentro por ahí no dudaré en hacerlo realidad con mis propias manos. Nadie extrañará a una estúpida humana.   Isabelle aún no podía entender como su hermano podía ser tan idiota. ¿Qué si está bien? ¡Pues como no lo iba a estar teniendo a un perro como novio!, pensó. Obviamente la vampiresa también la había visto, no por andar espiándola como su hermano, sino más bien por casualidades de la vida; sin embargo, muy por el contrario de lo que su boca aseguraba, cuando el encuentro se dio, Isabelle solo la ignoró como si nunca en su vida la hubiese visto. —    Prometí que la protegería. — Le recordó algo que solo ella podía entender. Su hermana asintió de mala gana como sí aun le reprochase aquella acción; y es que, en realidad, nunca había estado de acuerdo con esa estúpida promesa. Para comenzar, ni siquiera estaba de acuerdo con el contacto directo que tenía su hermano, y mucho menos al ser a quién le hizo esa promesa. —    Sabes que me importa más el jugueteo de la marea, que "tu protegida". — Indicó lo último haciendo comillas con los dedos. —    Alguien esta celosa, — canturreó, el joven. No le gustaba tener discusiones con su hermana— ¿es mi hermanita acaso? — La fastidió una vez más, pero no hizo mucho efecto, al menos no uno notorio. —    Puedes decir lo que quieras. No te seguiré el juego. — Se giró dándole la espalda a su hermano. Estaba cansada de hacerle entender que no tenía ningún tipo de obligación hacia lo que Isabelle categorizaba como un monstruo, para ella el pasado era justamente eso, solo pasado. — Solo, no vengas a mi cuando termines enredado en sus líos familiares como siempre. —    ¡Oh, vamos Issi! Odio que terminemos así. — Ella se giró, nuevamente, para verlo a los ojos. Solo él la llamaba así, amaba que lo hiciera, traía recuerdos de casa. A pesar de todo ella lo quería más que a nada en su mundo. Aun así, negó levemente. —    ¿En serio? Porque no parece. — Él solo le sonrió con sinceridad. La morena trató de no sonreír, sin embargo, no lo logró evitar contagiarse con la sonrisa encantadora de su hermana, una virtud propia de él. Nunca podía competir contra aquella sonrisa. Era su favorita. —    ¿Vamos de caza? — Sugirió tocándole los hombros, he inclinándose levemente sobre ella, le susurró: — A que no puedes llegar a cazar uno antes que yo. — La provocó. Ella sonrió aceptando el reto. —    A que sí. — Aseguró. Sin previo aviso salió del lugar, el cual básicamente era una vieja casa debajo de un enorme y hermoso árbol en el centro del bosque; era como el lugar perfecto para vivir de acuerdo a las expectativas de Thiago, quien era amigo de los lugares con mucho ruido y gente. Además, era muy útil para días como estos, normalmente los días de caza eran los más explosivos para ellos. Los Kane gustaban de la caza; era cierto que no se alimentaban de la sangre humana, al menos no como parte de su dieta. No dependían de ello para sobrevivir; sus cuerpos se habían adaptado a otro tipo de dieta de acuerdo a cada preferencia, además que el alimento del mundo humano nos les era indiferente. Sin embargo, no eran inmunes al sabor tentador de la sangre que proporcionaban los humanos, finalmente, esa era su naturaleza. Issabelle con más desventaja en velocidad, concentro su mente en lo único que destacaba, su vista. Ella podía ver desde los más irreconocibles átomos, hasta las más gigantescas creaciones, podría ver, incluso, el futuro; aunque no había trabajado aun en esta área de la misma manera en la que había perfeccionado sus dones para la caza y batallas en el mundo mágico. Por otro lado, el menor de los Kane, había visualizado a su hermana desde el momento en que quiso tomar ventaja, no había que se le escape a uno de los vampiros más rápidos de la zona. El moreno se detuvo sobre un árbol, viendo a su hermana con su presa en manos, un venado. Sonrió, era su turno. Sin embargo, la joven dejo su presa caer y enfocó su mirada hacia el otro extremo del bosque. —    ¿Qué sucede, Issi? — Él también pudo sentirlo. Era un humano... Herido. » Issi… — Volvió a llamarla, pero, no hubo respuesta. Entonces, ella salió disparada hacia el lugar de donde provenía aquel olor. Thiago suspiró resignado, sabía que esto terminaría mal para quien fuese que fuera el humano. Corrió tras ella, en un intento de persuadirla de lo imposible, Isabelle era un vampiro por naturaleza con un gusto particular por la sangre causada por una herida. —    ¡Hey! — Llamó la vampiresa. Era un hombre de unos treinta y pocos quien tenía la pierna ensangrentada cabe resaltar que iba practicando alpinismo en una zona algo rocosa a kilómetros de la ciudad más cercana, levantó la mirada. Sonrió con gran alivio creyendo que la vampiresa había llegado a socorrerlo, pues la situación en la que se encontraba comprometía su vida. —    ¡Hola, es un milagro que alguien me haya encontrado! No tengo localizador o algo siquiera… Creo que estoy algo perdido, — suspiró— ¡gracias a Dios, que alguien pudo encontrarme! — Volvió a expresar con ese rostro aliviado que no apaciguó a la vampiresa. Pobrecillo, pensó ella burlescamente. —    Fue gracias a mi olfato, — murmuró divertida— uhm... Decías que estás perdido, ¿no es así? — El hombre asintió repetitivamente. — Y muy herido por lo que veo. — Volvió a asentir. — ¡Esto será más sencillo de lo que pensé! — Comentó emocionada, más el hombre no entendió a lo que se refería hasta un segundo antes de ver su vida pasar frente a sus ojos. Sin previo aviso fue hacia él y con la ayuda de sus ojos encontró rápidamente su yugular, drenando hasta la última gota de su sangre. —    No podías controlar un poquito tu sed ¿verdad? — Cuestionó sarcásticamente, su hermano. Quien había llegado unos segundos tarde, para impedir que Issabelle asesinara a otro hombre. Irónico para ser el vampiro más rápido de la zona, pero algo lo había distraído por unos segundos, un aroma familiar que el viento jalo, provenía del otro lado del bosque. — Esto es exactamente lo que necesitamos para llamar la atención, un c*****r. Ella suspiró con fastidio. —    No empecemos, por favor. — Pidió, finalizando el pequeño discurso de su hermano. La mayor de los Kane, veía a los humanos como eran para cualquier vampiro común lo haría, eran comida, que ella no tuviera preferencia por el sabor particular de su sangre no implicaba que dejasen de ser su presa. Era la mayor por unos minutos, minutos que le daban el derecho de darle la espalda a Thiago y seguir su camino, dejando el c*****r quién-sabe-dónde. —    ¡Issi, Issi! — Llamó por quinta vez, el muchacho mientras iba tras su hermana. Ella continuó su camino haciendo caso omiso a los llamados de su acompañante no por uno o dos minutos, pasaron el tiempo suficiente de esa manera, tiempo suficiente para que se alejasen de esa parte del bosque y se acercasen más a la ciudad; por otro lado, la luz de la luna les hacía recordar que había pasado un buen tiempo. Isabelle tuvo que detener su caminar a regañadientes, al sentir un nuevo olor. Thiago también lo había sentido, el mismo aroma que antes con la diferencia que esta vez era más fuerte, parecía estaban cerca de aquello que emitía ese aroma. El miedo invadió su cuerpo porque él conocía de quién provenía ese olor. Apresuró sus pasos tratando de rastrearla, la encontró a los pocos minutos, esa melena rubia era fácil de distinguir, aun así, le fue difícil aceptar que se tratase de ella en los primeros cinco segundos. Sí, todo lo que su hermana había dicho de ella era cierto, él no podía refutar tal verdad absoluta, sin embargo, ante sus ojos ella era distinta, más ahora que sentía se encontraba indefensa. La culpa lo invadió, mientras su hermana se aproximaba, en eses cortos segundos, Thiago revivió aquel día, aquel suceso del que ya no se hablaba, que muchos habían sido observadores, pero que había quedado en el susurrar de las generaciones. Ya no se hablaba de ella, ni de aquel suceso, entonces, ¿por qué seguía sintiéndose responsable por ella? —    ¡Eh! Mira lo que encontramos. — La vampiresa, tenía una sonrisa dibujada en su perfecto rostro pues el cuerpo tendido parecía más un c*****r que otra cosa. — Parece que hoy estamos de suerte. —    Ni te atrevas a tocarla. — Se apresuró a interferir. La humana estaba cubierta de tierra, con la ropa rasgada y una que otra pequeña herida. Por su aspecto, todo indicaba que llevaba cierto tiempo en ese estado, el tiempo suficiente como para que sus huesos comenzaran a congelarse. Lo único de lo que Thiago pudo asegurarse, era que aún mantenía una respiración débil y su pequeño corazón latiendo débilmente, lo confirmaba. Sí, era ella. La pequeña Emma.

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