Sharif
¿Se puede ser más desgraciado en la vida? Estoy seguro que sí aunque quisiera pensar lo contrario, el hecho de que tuviera que encontrarme con esa mujer entre tantas personas justo a esa hora y en ese lugar, parecía un pésimo chiste de la vida, pero cuando al fin logramos separarnos, salí inmediatamente del centro comercial sin pensar en nada más que no fuera ese encuentro y no precisamente porque era agradable.
No obstante, algo que sí me dejó pensando demasiado fue el aroma a azahar, es algo que sentí bastante en ella, era extraño y aunque no lo hice notar, realmente me dejaba pensando a profundidad. Aun en medio de mi rabia y frustración, ese aroma de vez en cuando hacía que me calmara, pero al mismo tiempo me enojaba porque precisamente era ella la causante de tantas emociones.
Al llegar al hotel me di un baño con agua tibia para relajarme un poco y me puse cómodo, no tenía apetito para comer nada, así que solo me acosté mirando el techo y de nuevo el recuerdo del aroma golpeó intensamente mi mente hasta el punto de llegar a creer que era real ¿Por qué justo ella tenía ese aroma? Lo peor de todo, es que al tener este momento a solas recordé nuestro primer encuentro en la mañana y es cuando comprendí que ese también fue el primer instante en que sentí su perfume, por eso en el centro comercial tenía esa inquietud.
Tal vez solo sea otro mal chiste de la vida, una casualidad a la cual no debería prestar atención y mejor deba enfocarme en lo realmente importante, el trabajo y la empresa que crearemos Abiud y yo, total, no creo que esté bajo una maldición como para tener que encontrarme con esa mujer otra vez, quizás Tarifa no es tan grande como Madrid o Barcelona, pero tampoco es un lugar con cien habitantes, así que no, otro encuentro no será posible y menos porque me concentraré más en estar aquí resolviendo los temas laborales.
(...)
Lucero
Debí esperar media hora con el idiota en ese pasillo hasta que la gente se fue moviendo y logramos salir rápidamente, por suerte no cruzamos más palabras y nos fuimos en silencio, pero nuestras miradas de rabia lo decían todo. Me olvidé de esperar a Alison optando mejor por volver a nuestro piso, estaba agotada después de todo ese día que pasé, al llegar me arreglé y me acosté a dormir, ya mañana que me despertara le daría su merecido por abandonarme, y peor, hacer que quedara atrapada con el idiota en ese lugar por un estúpido autógrafo.
Al día siguiente me levanto, veo que Alison está sirviendo el desayuno para los dos y deja una flor junto a mi plato.
—Lo siento Luz no esperaba que las cosas se pusieran así, pero ya sabes que me encanta —dice con cara de ternero degollado.
—Eres de lo peor Alison, te dije que no era buena idea ir allá, pero no, tú y tu terquedad por buscar una cosa que al final no obtuviste ¿cierto?
—No, no lo hice, de verdad perdóname.
—Más te vale que el desayuno esté bueno y quizás me lo piense —nos sentamos y procedemos a comer.
Estaré muy enojada con el mundo entero, pero no por eso dejaré la comida de lado, ésta no tiene la culpa de nada.
—Y si te digo que tengo algo más que quizás te haga sentir mejor ¿Me perdonarías?
—Tiene que ser muy bueno para que eso pase considerando lo que me ocurrió anoche por tu culpa.
—¿Qué te pasó? —pregunta preocupado.
—Al parecer escupí a alguna monja en el convento sin saberlo porque me encontré al idiota entre toda esa manada de lunáticos y para colmo, terminé en un pasillo con él por media hora hasta que por fin pudimos salir.
—¿El idiota? Espera ¿Tú idiota del restaurante?
—No es mi idiota, idiota.
—No me digas idiota, él es el idiota, ¿pero sí es el idiota?
—Sí, el mismo, así que mejora mi día con lo que sea que tengas... si es que puedes.
—Vaya... qué coincidencia, en fin. Ayer después de que saliste para verte con Valdini, estuve investigando y encontré una empresa muy famosa en Marruecos que fabrican telas de la más alta calidad, son muy reconocidos allá y los contacté por ti.
—Ya, y pretendes que ahora me vuelva modista, excelente, le aprendiste bien a mi madre.
—No tonta, hablé con ellos para concretar una cita y así puedas entrevistarlos, quieren hacer negocios en España y podrías darles un poco de publicidad ya que te va tan bien con eso —comenta sumamente emocionado.
—No te creo.
—En serio, lo único es que el dueño, que es el señor Ahmed Qattan, no podrá atenderte, pero su nieto se encuentra en la ciudad haciendo algunos negocios y dijeron que hablarían con él para concederte la entrevista este viernes a las cuatro de la tarde.
—No te creo ¿De verdad? —pregunto con mucha emoción. Esa es una excelente noticia.
—Sí señorita, ahora podrás tener otro patrocinador y para colocar la cereza sobre el pastel... —hace su silencio dramático para luego tocar la mesa como un tambor.
—Suéltalo ya —digo muy emocionada.
—Su nieto también posee una empresa propia, no lleva muchos años de funcionar, pero le va muy bien, así que quizá podrías obtener más trabajo por ese lado, según entendí, se encarga de la producción y comercio de especias y cosas así.
Me levanto para abrazar a Ali con euforia, realmente esa fue una gran noticia, ahora que sé y tengo otra oportunidad para que todo salga bien no pienso desaprovecharla, lo mejor es que será en la tarde así que evitaré cualquier retraso, esta es una gran oportunidad.
(...)
Viernes – Día de la entrevista
Detestaba la idea de gastar dinero innecesariamente, pero Alison dijo que debía ir presentable a la entrevista; pues se trataba de personas muy importantes y con gran influencia en su país. Así que ayer nos fuimos de compras toda la tarde, él me ayudó a escoger como outfit unas sandalias de tacón color nude y un enterizo blanco de una sola manga, dejé que me maquillara e hice una coleta alta.
—¿Qué opinas? —pregunto al salir de mi alcoba completamente arreglada.
—Lucero De Almeida, te juro que si no fuera gay te propondría matrimonio hoy mismo, te ves preciosa —río avergonzada al decirme eso, pero más al ver sus ojos agrandados como luna llena.
No sé qué sería de mi vida sin Alison, pero sé que es el mejor amigo y hermano de corazón que pude tener a mi lado.
—¿No crees que es mucho? Es que no me siento yo —digo un poco insegura al verme nuevamente al espejo.
—Mi Luz pareces una diosa con esa ropa, te aseguro que ese hombre caerá rendido a tus pies en cuanto te vea, así que más te vale conquistar al heredero de los Qattan para que nos saques de esta pobreza —río un poco, pero eso no quita del todo mis nervios.
Él me rodea desde atrás por la cintura dejando caer su barbilla en mi hombro, ambos miramos sonrientes nuestro reflejo y deja un beso en mi mejilla.
—Ya no me siento segura de esto Ali, es demasiado para mí.
—Créeme linda, lo harás perfecto, solo ve y haz lo que mejor sabes hacer, no te concentres en la ropa.
—Entonces no era necesario comprarla.
—Sí lo es Luz porque tú eres una profesional y la mejor en tu trabajo, ahora deja de dar excusas, saca pecho, hombros atrás, espalda recta y sonrisa de reina que hoy conquistarás a un marroquí.
—Voy a trabajar, no a buscar novio ni mucho menos un esposo.
—Eso no significa que el amor de tu vida no pueda estar en ese hotel.
Sé que soy una mujer con carácter, pero no quiere decir que no tenga mis temores o inseguridades, sobresalir es algo que nunca me gustó a diferencia de Alison y el tema de la apariencia me es difícil de manejar por diversos problemas de peso y autoestima que tuve en mi adolescencia, lo bueno es que siempre lo tuve a él para ayudarme con eso.
Una vez dio los últimos retoques, que según él me hacían falta, tomé mi bolso y pedí un taxi para ir al hotel, la entrevista se haría allá por orden de la misma persona, sin embargo, no caí en cuenta que el tonto de mi amigo solamente anotó el apellido del señor Qattan, bueno, supongo que no debe haber tantos en un mismo hotel.
Arribo luego de veinte minutos, cancelo al conductor y camino rumbo al lobby, algunas personas se me quedan mirando un poco extraño, no sé si tengo algo en la ropa, quizás una mancha o algo en mi cara, pero igual continúo mi camino lo más concentrada posible.
—Enfócate Luz, vienes por trabajo y nada más —me reprendo en un sutil susurro.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle? —saluda amable el joven que atiende en recepción.
—Buenas tardes, soy Lucero De Almeida, vengo para una reunión con el señor Qattan; habitación 219.
—Permítame un momento por favor —levanta la bocina y comienza a marcar.
Respiro profundo tratando de relajarme en lo que ignoro las miradas de todos.
—El señor Qattan dice que puede subir.
—No, dígale que mejor lo espero acá, si él desea podemos tener la reunión en el restaurante.
Escucho que le da mi mensaje y después de colgar me dice que bajará en unos minutos, lo cual le agradezco. Es increíble que me invitara a su habitación ¿Acaso cree que esta reunión es para algo más? Porque si es así se puede ir olvidando de eso.
Camino un poco por el lugar mirando todo a mi alrededor en lo que él llega, se nota que es alguien de mucho dinero por el hotel tan lujoso en el que se hospeda. Al cabo de unos minutos una exquisita fragancia se hace presente en el lobby, me giro encontrando a un hombre hablando con la persona de recepción e intercambian algunas palabras, el joven me hace una señal para que me acerque y así hago quedando detrás del hombre para no interrumpir del todo su conversación.
—Señorita De Almeida, él es el señor Qattan.
El hombre se gira, pero en cuanto veo su rostro los dos abrimos nuestros ojos entre la sorpresa, la ira y el desagrado... al parecer maté a un cura en otra vida para que esto tenga que pasarme.