Cayendo la noche, Yamel recibió una llamada. Estaba un poco extrañada porque no reconocía el número. Yamel respondió la llamada sentándose en el sofá.
— Buenas noches, señorita Gutiérrez.
— ¿Puedo preguntar con quién tengo el placer de hablar? — la voz que sonaba al otro lado del teléfono no le parecía en nada conocida.
— Hoy tuvimos un encuentro, comimos juntos. ¿se acuerda ahora?—preguntó la voz al teléfono, ya sabiendo de quién se trataba.
Yamel frunció el ceño, con las únicas personas que había comido recientemente eran su jefe y el socio de este.
¡El socio fanático de ella!
— ¿El señor Rodríguez?—quiso confirmar.
— Puedes llamarme Jaziel. — dice este en tono amigable.
Yamel se pasó la mano por el pelo, apartando de sus ojos algunos mechones que se habían salido del amarre.
