Ella gime suavemente y luego me empuja sobre la cama, se sienta a horcajadas sobre mí y me besa como si se fuera a ahogar si no lo hace. Quizás ella lo hará. Tal vez se asfixie bajo el peso de todas esas jodidas expectativas, y yo soy la única persona parada junto a ella, instándola a saltar por su vida. Soy la diferencia entre vivir su vida para otra persona y vivir su vida como ella quiere. —Tócame, Grant—, jadea entre besos. —¿Dónde?— Se endereza, se arranca el vestido, enredándose las manos en el proceso y dándome la vista más fabulosa de sus senos rebotantes de puntas rosadas. Quiero retenerlos. Chúpalos. Muérdelos. Adóralos. Y se necesita cada gramo de control. No tengo que mantener mis manos en sus caderas en lugar de sobre todo su pecho. —¿Ayuda?— ella gime. Joder. Me inc