Hace una pausa y me mira, y luego, por segunda vez en dos días, Marysha me arrastra entre los arbustos hasta una zona más apartada mientras los sonidos de las voces se hacen más fuertes y más cercanos. Ella lanza una mirada al cielo y me empuja más allá de donde nos encontramos anoche a un lugar aún más lejos del lanai y de la fiesta de bodas, sin cocoteros en lo alto que amenacen con dejarnos caer frutas. Sí , mi cuerpo canta. Nos estamos divirtiendo entre los arbustos . Pero, desafortunadamente, Marysha es todo un negocio. Mantiene la distancia mientras se lanza a la inquisición. —¿Qué pasó?— Me encojo de hombros. —Apenas escuché una conversación telefónica, se dio cuenta de que yo estaba allí y se enojó. Historia de mi vida con Chandler. Él me ve y se enoja. Si yo fuera Marysha, dir