—Oh, cariño —, dice, sacudiendo rápidamente la cabeza, —no quieres que mi hedor te afecte—. Sí. Estoy oficialmente intrigado. Todavía enormemente en guardia, no puedo evitarlo, pero intrigado. —¿Asesinaste a alguien?— Ella hace una mueca. —Sólo su reputación—. —Y cómo-— —¿Te traigo algo?— El camarero interrumpe. La pelirroja le lanza una sonrisa. —Puede traerme agua. Y sus bebidas corren por mi cuenta—. Antes de que pueda pronunciar una palabra, pasa una tarjeta de crédito por la barra. Recibo innumerables mensajes de mi hermana que hacen que mi teléfono vibre sin cesar porque no contribuí ni confirmé mi asistencia a la gran fiesta de cumpleaños que organizará para mi ex esposa en Antigua el próximo mes. Mis padres me piden regularmente que les preste (y me refiero a prestarles s