Regresé a la oficina vestida de manera sensual, con camisas ajustadas que resaltaban los cambios en mi cuerpo y escotes pronunciados que, debido al tamaño de mis pequeños senos, no se veían vulgares, así que no tenía mucho de qué avergonzarme. Sin embargo, seguía atrayendo las miradas tanto de las mujeres de la oficina como los deseos lascivos de los hombres.
—Qué bonita estás hoy, jefe. ¿A qué se deben esos cambios tan repentinos? —preguntó el asistente de presidencia, un joven de unos veintitrés años, sin poder resistir la tentación de comentarme.
—Gracias. No se debe a nada en especial. Simplemente me siento bien así —respondí, inclinándome ligeramente y dejando poco a la imaginación del joven. En ese momento, mi teléfono vibró, y era un mensaje de la persona que menos deseaba en ese momento.
«Te ves preciosa. Me gusta lo que estás haciendo con el asistente. Sigue así. No tienes idea de cuánto eso me excita. —Julius»
Di un sobresalto al leer el mensaje. Julius Ricci me estaba observando y no tenía idea de dónde. Estaba completamente loco. Si bien era cierto que era un mafioso, no tenía derecho a invadir mi privacidad. Rápidamente, abotoné el último botón de mi camisa y respondí su mensaje, visiblemente molesta.
« ¿Desde donde me estás viendo? No puede ser que me estes observando, eso se llama acoso»
No pasan ni dos segundos, cuando veo que está escribiendo su respuesta
«Un acoso que tu aceptaste, ahora desabrocha dos botones, no solo el ultimo, deja que tus pequeños senos salten un poco a la vista de aquel jovencito y fija su mirada en su entrepierna, te podrás dar cuenta del efecto tan magno que causas en un hombre»
Este hombre está completamente loco, pienso.
« ¡Pues no lo hare! Estas completamente fuera de lugar, deja de espiarme, no lo hare»
«Se que quieres hacerlo, tienes una mujer muy caliente en tu interior, que quiere salir, pero por sus principios y abnegaciones absurdas no lo hace, se cómo se moja tu entrepierna con la idea de que tu compañero vea tus pequeños senos, que por lo que veo, responden muy bien a mis estímulos, tus pezones están erguidos, hazlo preciosa, y esta noche tendrás tu recompensa»
Lo pienso por un momento, el asistenta estaba organizando unos documentos en un cajón de mi oficina, pero de vez en cuando me arrojaba una mirada tímida, me desabotono los dos últimos botones de la camisa, y mis pequeños senos quedan más al descubierto, el hombre cuando voltea no puede evitar chorrear la baba por mí, y como me lo ordeno mi mafioso, fijé mi mirada en su entrepierna, el joven estaba bien dotado porque pude ver un gran bulto sobresalir.
Pongo mi mano dentro de mi camisa y comienzo a acariciarme, tratando de ser natural, sin que él notara alguna intención de que lo estaba seduciendo, el pobre no tuvo más opción que voltearse y acomodarse en medio de sus piernas, pude sentir como su respiración se agito
—Con permiso señorita Martins, mi trabajo ha terminado— El pobre asistente salió despavorido, estaba avergonzado, supongo que no sabía si lo que estaba viendo era real, o tal vez se lo estaba imaginando.
Seguido a esto, teclee un mensaje
«Espero mi sorpresa esta noche»
« ¡Por supuesto, te la mereces!, nos vemos a las seis de la tarde en el mismo bar de la vez pasada, esta noche serás para mí ».
Al ver esa respuesta, solamente me mordí los labios, y sentí como automáticamente mi flor comenzó a sentir un leve cosquilleo, mis pezones seguían erguidos y mi imaginación me estaba jugando una mala pasada, me tomé un vaso de agua y comencé con mi trabajo, pero mi concentración era muy débil, lo único que pensaba en ese momento era en que tenía que llegar a ese bar de mala muerte lo más pronto posible.
Esa tarde fue eterna, pero ya eran las cinco, me puse algo de maquillaje, me arregle la ropa de manera que me viera más sensual, y salí para el bar, ya habia acordado con mi esposo, que él esa semana recogería a nuestra hija, y a decir verdad era hora de que la cuidara, yo siempre lo hice sin refutar ni hacer nada por mí, ahora consideraba que me estaba tomando un tiempo para mí.
Faltaban diez minutos para las seis, llegue al bar donde me cito Julius , al ingresar estaba como lo recordaba, un montón de tubos rodeados por las largas piernas de mujeres exóticas, hombres gordos obscenos observándolas, tipos muy mayores con jovencitas, hombres jóvenes rodeados de un harem de mujeres llenas de operaciones, y al fondo, el espacio más hermoso del bar decía que era el más hermoso porque allí estaba Julius .
Estaba espectacular, esta vez tenía un vaquero muy ceñido a su cuerpo, que resaltaba su trabajo en el gimnasio, una camiseta blanca que le quedaba perfecta, su naturalidad a flor de piel tenía una copa en su mano, y en el otro extremo una hermosa señorita dándole un masaje, sentí un poco de celos, pero que podía decir, si yo había aceptado eso entre los dos, a decir verdad, entre él y yo aún no había nada.
—Hola Julius — le saludo, mientras me siento a su lado
—Hermosa mía, hueles delicioso, quítate la camisa por favor— ni siquiera me dejó llegar y ya me estaba dando ordenes
—¿La camisa? ¿estás loco?
—nadie te va a voltear a ver, al único hombre que le interesas por ahora es a mí, así que quítatela—
—No tengo sostén— le digo avergonzada, pero no le importo, se acercó a mí y me la rasgo, dejándome completamente sin la parte de arriba, mis pequeños senos estaban disparando hacia él.
—Hum no están nada mal, pero considero que necesitas un cambio
—¿Un cambio? — le digo mientras me los tapo con mis manos.
—Tu, Bianca, acércate a Loraine y dale un masaje en los senos— ¿Qué? Pienso
—Ah no, yo no soy bisexual, ni nada que se te parezca, no voy a permitir eso, es más no se ni siquiera que estoy haciendo aquí— tomo los pedazos de camisa y como puedo trato de acomodarlos para poder salir de allí, tendría que ir hasta mi auto por fortuna siempre cargaba una ropa de repuesto.
—No es si quieres, además estoy seguro de que si lo quieres— Julius se acercó y tomo uno de mis senos con su mano, paso su lengua varias veces de arriba hacia abajo, luego lo metió completamente en su boca, me hizo gemir involuntariamente, mi cadera se inclinó ante él, luego hizo lo mismo con el otro, y simplemente los soltó despues de haberme provocado el peor de los deseos.
—Ves que si lo quieres— no puedo murmurar palabra, la mujer que estaba con él se puso a mis espaldas, corrió mi cabello y sus suaves manos comenzaron a masajear mis senos, los masajeaba con tanta ternura y experticia, mi flor estaba demasiado mojada, se trataba de una mujer, ella no dejaba de ver a su señor mientras me hacia el masaje, luego él le hizo un gesto con sus cejas y ella se puso de rodillas frente a mí.
Metió uno de mis senos a su boca, comenzó a chuparlo, y a succionarlo, a darme pequeños mordiscos mientras que con su mano libre estaba masajeando mi pierna, comienzo a sentir como pasaban fuertes corrientes en mi flor, estaba aterrada porque una mujer estaba haciendo cosas que jamás imagine que permitiría que una me hiciera, lo peor lo estaba disfrutando, en ningun momento deje de mirar a Julius , que mientras nos veía saco su m*****o y frente a mis ojos comenzó a tocarse.
Abro mi boca de placer, ahora la mujer sube más su mano por debajo de mi falda, corrió mi tanga y me metió suavemente un dedo, no tuvo que hacer mayor esfuerzo porque yo estaba completamente emparamada, me abro más de piernas para ella, y sin importar que era Bianca la que estaba haciendo eso, mi mirada solo estaba clavada en los ojos de aquel hombre sensual que se tocaba frente a mis ojos, lo hacía tan placentero, y disfrutaba mi cara de placer, luego la mujer puso otro dedo, y luego otro y cuando menos me di cuenta, estaba con su boca y sus dedos en medio de mis piernas, frente a los ojos de Julius .
Estaba a punto de explotar, estaba avergonzada, pero demasiado excitada me deje llevar por los impulsos de mi cuerpo y hundo más la cabeza de la mujer en mí, quien fascinada no dejaba de hacer maravillas con su lengua, siento como las contracciones se acercan, un vacío en el estómago.
—¡Oh! Pero que mier** ¡Oh! — me derrame en la boca de la mujer, que placida se bebió todo de mí, luego por orden de Julius se levanta y me ordena que vaya hacia él, me puso de rodillas frente a él, e hizo que abriera mi boca, en unos cuantos movimientos su leche estaba toda en mi cara, estaba caliente y era bastante.
Acababa de vivir una experiencia bastante descomunal, y nada decente, esas cosas no las hacia una mujer de casa como yo, pero me gustaba, mi entrepierna estaba empezando a conocer los verdaderos placeres del sexo, porque una cosa era hacer el amor, y otra muy diferente era tener sexo y entregarse al placer, me siento al lado de él con mi cara toda blanca, él enciende un cigarrillo y me echa el humo en la cara.
—Eres una delicia— me dijo sin más
—Cuando me harás completamente tuya— le preguntó confundida, él no habia querido penetrarme hasta ese momento, y eso me decepcionaba, quería ser completamente suya, no solo de sus manos o de otra persona, quería sentirlo, él me gustaba demasiado.
—Todo a su tiempo querida, aun no eres tan perfecta como para tenerme sobre ti
—¿A qué te refieres con perfecta?
—tu volumen de senos no me gusta, los quiero más grandes, es necesario que te los operes—
—¿Qué? ¡claro que no! No puedo hacer eso, en esta ciudad se sabe que las mujeres que están operadas sirven a la mafia, es una costumbre muy arraigada, ahí sí que perdería a mi familia—
—La gente habla demasiadas estupideces, mañana iras a un médico amigo mío, él te revisara para que te puedas hacer la cirugía lo más pronto posible, ya acorde una cita con él, no tienes que pagar nada, pero debes hacértela, ah y recuerda no dejes de ir al gimnasio, note que en tu vientre hay un poco de grasa, eso debe desaparecer por completo
Me quedo completamente aterrada viendo a Julius , no tenía idea de que se trataba todo esto, pero una cirugía me parecía algo extremo, aunque en el fondo de mi ser, queria hacerlo, siempre había estado inconforme con el tamaño de mis senos, ¿Qué podria perder? Era cierto la gente hablaba muchas cosas.
Lo veo levantarse e irse, ni siquiera me dijo adiós, me quedo confundida, pasaron más de quince minutos y él no llegaba, ya estaba comenzando a ponerme nerviosa, cuando de repente apareció Ángel.
—Hola, ponte esto y vete— me paso una especie de top, no estaba nada mal, aunque yo sabía que pertenecía a una de esas mujeres
—Gracias, me lo pondré, pero no me iré, estoy esperando a tu hermano
—No lo esperes no va a regresar
—¿Me mando a decir algo contigo?
—No, solo que lo conozco, y está revolcándose con una de sus mujerzuelas, por eso te digo que te vayas, una mujer como tú no debería estar aquí
Cuando Ángel me dijo eso, sentí como algo dentro de mí se quebró, pero si queria que Julius me hiciera suya y poder estar con él debía obedecer, suponía que de eso consistía, en darle placer a un mafioso.
—está bien, gracias, Ángel.
—Eres muy hermosa para que estes en estos lugares, tal cual como eres, eres una mujer hermosa, llena de principios, no dejes que el mal encanto de mi hermano te dañe la vida—
—Por favor ¿de que estas hablando— le respondo sarcástica
—Solo tenlo en cuenta, ven te acompaño hasta la puerta, esta cantidad de tiburones van a querer devorarte despues de tu espectáculo—
—¿Lo han visto? — Le preguntó avergonzada
—Hasta yo lo vi y no puedo negar que, aunque parecía hermoso y demasiado erótico, hubiera sido mejor si lo hubieras disfrutado sola, todos lo vimos en esa pantalla, mira encima de ti hay una cámara y todo lo que te hizo Bianca, y tu hermosa carita de placer quedó reflejada en esa pantalla de allá, vamos.
Sentí morirme con lo que me dijo, quería asesinar Julius , ¿Cómo habia podido hacerme esto? Estaba completamente loco, pero qué más daba, yo sola me había metido en esta cueva, donde estaba empezando a quedarme sin salida.