Capítulo 26 Haciendo mi cuerpo a su gusto

1103 Words
En los días siguientes, me encontraba en un estado de tensión constante, atrapada entre la decisión de apartar a Julius de mi vida y reconectar con mi familia, o seguir alimentando mi obsesión por él a pesar de todo. Y como era de esperarse, terminé optando por lo segundo. —Mira, cariño, esta semana estaré yendo al gimnasio todos los días. ¿Podrías encargarte de nuestra hija mientras tanto?—, le pedí a mi esposo mientras me vestía frente a él, notando su mirada fija en nuestros pequeños. Parecía hipnotizado por su ternura. —Por supuesto, amor. Yo la recogeré. Y déjame decirte, estás radiante—, respondió Emanuel, admirándome. —Agradezco tus palabras, Emanuel. Pero estoy pensando en someterme a otra cirugía—, confesé. —¿Qué? ¡Pero si ya estás perfecta! No más cirugías, ¿de acuerdo? Sabes que no estoy del todo a favor de eso—, replicó él con preocupación. —Es mi cuerpo, mi amor. Además, estás disfrutando de él a la perfección. No te preocupes, te mantendré informado sobre cualquier decisión—, aseguré, sabiendo que en estos momentos de nuestra relación, cualquier objeción suya solo resultaría en la interrupción de su placer favorito: el sexo. Así que, en lugar de discutir, optó por callar y obedecer. Al salir del trabajo, me dirigí directamente al gimnasio, donde me esperaba Devora, una impresionante morena de estatura alta y curvas voluptuosas. Con múltiples cirugías a sus espaldas, se acercó a mí y me saludó con dos besos en la mejilla. —Querida Loraine, por fin tengo el placer de conocerte—, dijo Devora con una sonrisa. —Hola, Devora. Mucho gusto. Julius me mencionó que serías mi guía en este proceso —saludé con una sonrisa. —Por supuesto, preciosa. Por cierto, me encantan tus nuevos atributos, están para chupártelos —respondió Devora con una mirada sugerente que hizo que mis mejillas se encendieran al instante. Aunque tenía una feminidad innegable, sus gestos hacia mí me hicieron preguntarme si también le gustaban las mujeres. Desde que me vio, sus ojos parecían lanzarme destellos de deseo. Se colocó detrás de mí para mostrarme cómo hacer un ejercicio, y sentí cómo sus pechos abultados rozaban mi espalda, lo que me hizo sentir incómoda. A medida que realizaba el ejercicio, sus caricias me provocaron una extraña sensación, una excitación intensa que terminó escapándose en un pequeño gemido. En respuesta, ella aprovechó la situación y me acarició un pecho. —Eres deliciosa, se nota que tienes mucho fuego en ti. Julius no se equivocó contigo —comentó con una sonrisa sugerente. Me aparté bruscamente de su agarre y comencé a respirar agitadamente. Había tenido una experiencia previa con otra mujer, prácticamente obligada por Julius, pero no estaba dispuesta a repetirla. —No te confundas. No soy bisexual, ni mucho menos lesbiana. Si creíste que te estaba insinuando algo, estás equivocada —respondí con firmeza. —Cálmate, Loraine. Solo relájate un poco. Entre nosotras puede haber una linda amistad y solo sucederá lo que tú quieras que suceda. Te entiendo, estaba en tu misma posición cuando comencé todo esto. Era solo una mujer sin importancia, pero cuando conocí a Julius, mi vida cambió —intentó tranquilizarme Devora. Sus palabras y su tono de voz dulce casi instantáneamente cambiaron mi semblante. Escucharla era como escuchar una melodía suave, y ver su felicidad después de conocer a Julius me dio cierta tranquilidad. Sin embargo, la curiosidad sobre cómo se conocieron seguía latente en mi mente. —¿Tuviste alguna relación sentimental con él? —pregunté tímidamente. —No, por supuesto que no. Solo soy una gran amiga suya. Pero gracias a él, soy la mujer que soy ahora. Y claro, todo lo que descubrí que me gusta, como lo que acabas de experimentar tú, no lo puedes negar. Te gustó demasiado sentir cómo rozaba mis senos contra tu espalda —respondió Devora con seguridad, comenzando a acariciar suavemente mi pecho sin llegar a profundizar en el contacto. —Bueno, creo que por hoy ha sido suficiente, Devora. Gracias por el entrenamiento —dije, tratando de poner fin a la situación incómoda. —Nos vemos mañana, preciosa. Eres una delicia —me despidió Devora con un beso al aire, dejándome perpleja. Sus palabras resonaban en mi cabeza intensamente. Si algo estaba claro, era que hasta ese momento había sido heterosexual. ¿Cómo podía sentir atracción por una mujer como ella? Era desconcertante. Me dirigí al baño y me eché agua en la cara, tratando de despejar mis pensamientos. Revisé mi ropa interior y lamentablemente tuve que admitir que Devora tenía razón. Había despertado algo en mí que me hacía sentir terrible. Estaba descubriendo cosas que ni siquiera había considerado antes, o más bien, cosas que había estado reprimiendo. En los siguientes días, nos enfocamos en rutinas intensas para perder grasa y tonificar mi cuerpo, especialmente mi cola y mis piernas, para cuando Julius regresara. Devora se convirtió en una amiga en la que podía confiar, dejando atrás el incidente inicial. En casa, las cosas marchaban bien. Solo me escapaba para ir al gimnasio, y mi instinto s****l era complacido por mi esposo. Él era el más afortunado en esta situación, ya que mientras yo anhelaba a otro hombre, él era quien disfrutaba de ese deseo. Había pasado un mes desde que empecé con los ejercicios siguiendo los consejos de Devora. Me había sometido a sesiones de depilación láser en todo el cuerpo, mi abdomen estaba completamente tonificado y había ganado algo más de volumen en los glúteos. Según Devora y mi esposo, lucía preciosa. Y sinceramente, así me sentía. —Estás avanzando muy bien, Loraine. Seguramente, cuando Julius te vea de nuevo, le encantarás—, comentó Devora con optimismo. —Espero que sí, Devora. Debo estar perdiendo la cabeza de pasión por ese hombre para llegar a estos extremos—, respondí con cierta resignación. —Lo entiendo, princesa. Pero ¿sabes qué? No hay nada de malo en volverse loca por él—, dijo Devora con complicidad. —Sí, pero todo esto me está costando mucho dinero, y él no ha vuelto a contribuir—, expresé preocupada. —Bueno, él no tiene por qué darte dinero. Si quieres verte hermosa, debes hacerlo por ti misma. Y créeme, no te arrepentirás, porque estás espectacular—, dijo Devora con un tono de aliento, acercándose para darme un abrazo. Su fragancia era exquisita y me hizo estremecer. Los pensamientos más oscuros comenzaron a cruzar mi mente, pero sabía que eran simplemente las hormonas que estaba tomando para desarrollar mis músculos.
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