Habitación principal

1036 Words
16 DE JULIO DE 2018. En el momento en que desperté me dí cuenta de que estaba sóla en la habitación e internamente lo agradecí. Tan rápido como mi adolorido cuerpo me dejaba me puse de pie. Y ahogué una exclamación de dolor, todo el cuerpo me dolía. Éstos hijos de puta no tenían cuidado conmigo y con disgustó miré mis piernas e hice una mueca de asco al ver el semen deslizarse por mis piernas. Perro asco. Rápidamente caminé hasta el cuarto de baño y me dí una ducha de lo más larga que pude, de un perchero tomé una toalla y con ella cubrí mi cuerpo desnudo, salí del baño y del armario tomé una blusa negra y unos jeans, también agarré un juego de ropa interior verde y un par de calcetines negros; sin prisa alguna me vestí con la ropa elegida para después agarrar del baño un cepillo del cabello con el cual deshice los nudos de mi pelo. —Annika sólo actúa de lo más normal, finge que estás en casa y que esos bastardos son tu pareja –hable en voz baja para mí. Con pasos lentos caminé a la puerta y al poner mi mano en el picaporte y girarla quise saltar de alegría al ver qué no estaba cerrada, Con los nervios a flor de piel salí de la habitación y con un poco de esfuerzo baje las escaleras y me guíe a la cocina con el olor de la comida recién hecha. La tentación de correr a la puerta era tan tentadora, pero me tragué mi orgullo y entré a la cocina y ahí estaba Renato caminando de un lado a otro en la cocina, él por algunos segundos movía algo en una cacerola y después regresaba al refrigerador. Para llamar la atención de imbécil 2 me aclaré la garganta y en segundos su mirada sé encontró con la mía. — Hola y buenos días amor. Sus palabras sonaban verdaderas y muy estúpidas viniendo de él. Renato sé acercó a mí y rápidamente me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo todo lo que podía y me besó, besó qué seguí sin pensarlo. Al separarnos él sonreía. —¿Te duele algo? –preguntó con preocupación. Con una pequeña sonrisa en mis labios asentí en respuesta. Renato alejó sus manos de mi cintura y las colocó en mis mejillas. —Ve y siéntate en el comedor en un momento te llevaré el desayuno y unas pastillas para aliviar tu dolor. Con eso dejó un beso en mi frente y se alejó de mí, asqueada me dí la vuelta y caminé al estúpido comedor. Por un momento pensé que esas personas iban a ayudarme, la vieja está más loca que nada, pensé mientras me sentaba en la misma silla de anoche. A los pocos minutos Renato apareció con dos platos de comida, colocó uno frente a mí juntó con dos pastillas y el otro plato en su lugar que estaba a mi lado. Por un momento me quedé mirando la silla vacía del imbécil 1 y al parecer la miré tanto qué Renato me contestó. —A primera hora salió fuera de la ciudad, pero no te preocupes él regresará está noche. Por mí que ni regresé, uno menos estaría bien. Cómo una estúpida enamorada levanté mi mano izquierda y la coloque sobre la de él, Renato sonrió y con su mano libre acarició la mía. —Come preciosa antes de que se enfríe tu desayuno. (•••) Después de desayunar subí a mi habitación y abrí la boca al ver que lo poco que tenía o nada, había desaparecido e incluso faltaba la cama. En friega me alejé de la habitación y estaba a punto de correr escaleras abajo para hacer el intento de reclamar las cosas de esa habitación cuando miré a Amelia. Ella iba saliendo de una habitación al fondo, caminé hacía ella dispuesta a saber dónde estaban esas cosas. Amelia al verme me sonrió. —Señorita Annika, buenos días. Sí estúpida buenos días. —El señor y el joven King me informaron que después de que usted despertará y bajará a desayunar teníamos la orden de cambiar todas sus casas a la habitación principal que de ahora en adelante compartirá con el señor y el joven King. Ok. Sin poderlo evitar me reí, estaba más que furiosa. Antes tenía poca privacidad pero ahora ya la había perdido por completo. —Sí le gusta puedo llevarla a su nueva habitación. Molesta pasé por su lado, ni siquiera sabía cuál era la estúpida habitación principal lo único que quería era estar en mi sofá que se había vuelto mi lugar seguro. —La habitación principal es la que está al final señorita, desdé que la propiedad fue comprada nadie ha usado esa recámara. Con decisión seguí la indicación de Amelia y en el momento en que abrí la puerta quedé maravillada. Por dios la habitación era preciosa y más grande que la habitación en la que estuve primero. Una sonrisa creció en mis labios al ver el enorme ventanal y lo más hermoso era la impresionante vista sin reja en la ventana, con pasos lentos caminé hacía ella. Era increíble. Mi ensoñación terminó cuando oí a Renato detrás de mí. —¿Te gustó la habitación? Con una perfecta sonrisa en mi rostro me dí la vuelta y a escasos metros estaba el imbécil 2, ni siquiera me había dado cuenta cuando él entró y Amelia salió. Ya que recuerdo, el primer año de universidad tomé clases de teatro y gracias a ello aprendí a actuar cómo lo haré a continuación. Corté la escasa distancia que nos separaba con pequeños brinquitos, y en el momento en que estuve frente a él lo rodeé con mis brazos. Su delicioso perfume se coló por mi nariz y por un momento me imaginé que era otra persona. Cuando sus brazos me rodearon, también pude sentir el movimiento de su pecho cuando se río. —Que bueno que te gustó cariño, sí gustas le puedes hacer los cambios que quieras. Me reí. Por supuesto que no pondré nada de mis gustos en está casa.
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