La astucia de una mujer.

1022 Words
Apenas lograba mantener mis ojos abiertos, tuve que hacer un gran esfuerzo para poder mirar hacía arriba y pude ver al tipo de la noche anterior, ahora ya no llevaba puesta la ropa de ayer. El cabello del tipo era n***o cómo la noche y me sentí traicionada por mí estúpido subconsciente al notar el atractivo de mi secuestrador. Para mí mala suerte él se dió cuenta de que aún estaba consciente. —Lo que acabas de hacer estuvo muy mal, pero te lo dejaré pasar. Y la verdad espero que no vuelvas intentar escapar porque sólo estarás perdiendo el tiempo, siempre te vamos a encontrar Annika. Vete a la mierda hijo de puta, dios me hubiera gustado gritarle eso en su cara pero aún me sentía cansada que mejor me guardé mi voz sólo para mí. Con fuerza cerré los ojos cuando oí la voz del chico de la puerta, su respiración era agitada como sí hubiera estado corriendo. Y quise reírme, porque realmente él estuvo corriendo detrás de mí. —Ella es rápida hermano, ¿Annika está bien? –la preocupación en su era evidente. A su preocupación no le creo nada. El tipo que me cargaba se rió. —Pero muy estúpida para esconderse. Lo está, sólo necesitará un buen descanso y un baño. Después todo se quedó en silencio, el balanceó constante me empezó a pasar factura y me quedé dormida, cuando volví a despertar me dí cuenta de que ya me sentía mejor, tan sólo la cabeza me dolía a horrores pero por lo demás ya estaba mejor. Después de no sé cuánto tiempo finalmente me animé a abrir los ojos y miré que me encontraba en la misma habitación en la que había despertado la primera vez. En ningún momento me moví de la cama, tal vez pasaron unos 10 minutos o menos cuando la puerta se abrió y entró la mujer de está mañana, en el momento en que vió que ya estaba despierta sonrió. —Que bueno que ya has despertado Annika –su voz era amable, con elegancia caminó hasta quedar a mi lado y con cuidado depositó la charola de metal en la mesita de noche y siguió hablando —espero y ya te sientas mejor para que puedas comer y recuperes tus fuerzas, te he preparado algo ligero pero delicioso especialmente para ti. Ahora voy a acercarme y ayudarte a sentarte en la cama. Y por un momento la mujer sé quedó ahí mirándome esperando una respuesta de mi parte, respuesta que por supuesto no iba a tener de mí. La mujer al ver qué no hacía el intento de decir nada sé acercó a mí y con absoluta delicadeza me ayudó a sentarme en la cama y con cuidado tomó la charola de la mesita de noche y la colocó en mi regazo. —La ley del hielo Annika –se rió cómo sí le hubiera contado un chiste —harás que se vuelvan locos chica, ésto el señor king lo tomará como un reto y el joven king tan sólo sé preocupará por ti, tan sólo sé buena Annika y los traerás comiendo de la palma de tu ma… La mujer no alcanzó a terminar de hablar cuando la puerta se abrió y por ella entró el tipo que me encontró en la puerta, no pude leer su rostro. —Amelia sal de la habitación por favor. La mujer rápidamente hizo una reverencia y salió de la habitación sin decir una sola palabra. El tipo cerró la puerta cuando la mujer salió y con pasos cuidadosos caminó hacía la silla que aún estaba frente a la cama, él la levantó y la colocó a mi lado. En ningún momento le quité la mirada de encima, en sus ojos había curiosidad. —Espero y ya te sientas mejor Annika, y lamento sí te hemos asustado. Te aseguro que aquí con nosotros no te pasará nada y ya que lo recuerdo no nos hemos presentado contigo, mi nombre es Renato y el que te traía en brazos es mi hermano y es Román King. Vaya que interesante, y la verdad no me importa. Imbécil. Ninguna palabra salió de mí —Vale, sí no quieres hablar no lo hagas pero por favor come. El chico frente a mí tomó la cuchara y la hundió en la sopa que de verdad olía muy bien y hacía que mi estómago hiciera acto de presencia. Sin pensarlo dos veces abrí la boca cuando el chico acercó la cuchara hacía mí. La sopa era de pollo y sabía muy bien, el chico sonreía cada vez que abría la boca y me comía el contenido de la cuchara. —Muy bien, ahora bebe un poco de agua porque no quiero que te vayas a deshidratar. Obediente me bebí el vaso que Renato me ofreció, después de terminar el almuerzo y haberme bebido el agua fresca Renato sé puso de pie y en la mesita de noche dejó la charola. —Mientras dormías he remplazado el vidrio roto, Amelia es la ama de llaves de la casa y ella puedes ocurrir cuando necesites cosas de chicas y en el armario hay ropa que puede quedarte. Tienes que ser buena Annika, ellos no te harán daño sí eres buena con ellos, repetí una y otra vez en mi cabeza. En forma de entendimiento asentí con la cabeza. Él complacido me sonrió y regresó a la silla donde minutos antes estaba sentado y por un momento me puse rígida cuando Renato tomó mi mano entré las suyas. Renato en ningún momento me soltó la mano cuando la puerta se abrió y está vez fue ése idiota. Ése tal Román se recargó en el umbral de la puerta, cruzó sus brazos y su mirada sé quedó en nosotros. Sin pensarlo dos veces levanté la mano y la coloque sobre la de Renato y con suavidad acaricié el dorso de su mano. E internamente sonreí cuando Renato dió un respingo y Román me miró con sorpresa. Te tomaré la palabra Amelia, éstos enfermos de mierda ni sabrán qué les pasó al final.
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