Veinticuatro meses desde la partida de Evelyn. ― Ivoh ― susurra Evelyn dando vueltas en la cama una y otra vez, los recuerdos nuevamente la aquejan clavándose como dagas en su pecho. Vladimir y Gaia se encuentran detrás de la puerta del cuarto, escuchando atentos y preocupados cuando el primero decide entrar de puntillas; se acercan a paso lento al lecho de su madre escuchándola sollozar, no han podido ignorarla. ― ¿Qué le ocurre a mamá? ¿Crees que le duela algo? ― pregunta el niño. ― El corazón, le duele su corazón ― responde Gaia susurrando. ― Está soñando Vlad. ― Creí que los sueños eran agradables ― voltea a verla confundido, su corta vida aun no le ha dado ese tipo de experiencias. ― A veces sueñas feo y ya ― lo reprende rodando los ojos ― Ven, ayúdame a s
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