Ya se veía un poco más calmada, como si realmente se hubiera quitado un peso de encima. Además, ya sentía satisfacción al ver que las heridas del hombre estaban curadas y que se pondría bien. —Vamos, te mostraré tu habitación. ¿No deberías llamar a casa y mencionar que estás a salvo? Digo, las cosas entre tu padre y tú pueden estar un poco mal, pero de todas maneras apuesto a que él se va a preocupar —le dijo a Valeria. —¿Preocupar dices? Mi padre en este momento debe estar durmiendo a pierna suelta, ha llegado ebrio y dudo demasiado que siga despierto, así que no perderé el tiempo haciendo una llamada —respondió ella encogiéndose de hombros. —Lo que tú digas. Una vez a solas en la habitación que ocuparía hasta el día siguiente, Valeria extrañó la presencia de Paul, pero al mismo tiemp