Entre la espada y la pared.

2567 Words
Punto de vista de Isabella. Llevo a Charlie del despacho de Paul al restaurante y le digo al camarero que le traiga a Charlie lo que quiera comer. Por supuesto, es un postre, pero hoy voy a dejarlo. ¡Hoy es mi pequeño héroe! Entramos a mi despacho y aún estoy furiosa, pensando en la audacia de Paul hace algunos instantes. ¿De verdad creía que podía volver a mi vida así como así? Camino de arriba abajo en mi despacho. ¿Por qué fui tan estúpida de salir en público? Debería haber esperado, y no debería haber dejado que Paul se enterara de Charlie, pero demonios, ¿cómo iba a saber que todavía estábamos casados? Necesito ver a ese abogado lo antes posible. No puedo esperar hasta mañana. Me maldecí de nuevo por ser estúpida. Debería haber sabido que una vez que Paul se enterara de Charlie, no lo dejaría ir. Tal vez debería llamar a su madre y pedirle que convenza a su hijo de divorciarme en silencio y rápidamente, pero rápidamente rechazo eso. No quiero que nadie en esta ciudad se entere de que todavía estoy casada con ese bastardo. Cojo mi teléfono y llamo a la oficina del abogado para preguntarle si puedo pasar a verlo hoy. La secretaria me dice que puedo ir inmediatamente. Cojo las llaves de mi coche y le digo a Charlie: —Mami tiene que ir a una reunión, come tu postre y por favor deja espacio para comida real. Tienes que quedarte con la tía Suzie hasta que mami vuelva, ¿de acuerdo? —Charlie me mira, su carita bonita cubierta de chocolate, y solo quiero abrazarlo. Se ve tan lindo y adorable. Mi hijo es muy listo para su edad. Creo que es porque ha estado rodeado de adultos toda su vida y casi no ha tenido contacto con niños de su edad. Charlie asiente y me mira con sus grandes ojos verdes. Mientras paso junto a Suzie, ella puede ver que estoy molesta. Ella me conoce demasiado bien. —Te contaré más tarde, ahora mismo tengo que ir a ver a un abogado, por favor cuida de Charlie y busca otra escuela para él, pero busca la mejor escuela que esta ciudad tenga para ofrecer. Nadie debe saber dónde va a ir Charlie a estudiar. Asegúrate de decírselo también al director, diles que es por la seguridad de mi hijo. —Suzie asiente, y puedo ver que está preocupada, pero no tengo tiempo para explicarle ahora. Me lleva unos cinco minutos llegar a la oficina del abogado. Tengo una copia del acuerdo conmigo y solo rezo para que pueda hacer algo al respecto. Tampoco quiero alboroto. No quiero que mi vida privada esté en todos los periódicos y revistas, por el bien de Charlie y el mío. Nunca me gustó estar en el centro de atención, por eso nunca me revelé como la CEO y copropietaria del lugar de Charlie. Aún recuerdo que tuvimos un acuerdo prenupcial antes de nuestro matrimonio. Me alegra de eso. Lo firmé en ese entonces cuando nos casamos porque sabía que el matrimonio no duraría, y estaba pensando en el dinero de mi abuela. La familia Stevens pensaba que no tenía nada, así que me hicieron firmar el acuerdo, solo una humillación más que tuve que soportar en ese entonces. ¡Como si aceptara algo de ellos! Así que también tengo el acuerdo prenupcial conmigo. Siempre guardo documentos importantes. Uno nunca sabe cuándo los necesitará. Entro al edificio de la oficina de Mark Collins. La secretaria me reconoce de inmediato y me lleva al despacho. —El señor Collins la está esperando, señora Stevens. La miro fríamente y la corrijo: —Señorita Johnson, por favor no me llame señora Stevens. Ella sonríe educadamente y se disculpa, —Lo siento, señorita Johnson. Le sonrío de vuelta y digo: —Está bien. —Me gusta esta joven con cara abierta. —Cuál es tu nombre. —Le pregunto. —Hanna Steward, señorita Johnson. Le estrecho la mano y digo: —Llámame Isabella. —Mientras entramos en la oficina del abogado, puedo ver a Hanna mirándolo con amor en sus ojos, así que la secretaria está enamorada de su jefe. Sonrío divertida, ella ve mi sonrisa y se ruboriza. Le guiño un ojo para decirle: 'No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo'. Es una chica brillante y sabe lo que quise decir con el guiño. Ella me sonríe de vuelta agradecida. Mark Collins me mira y una cálida sonrisa llena su rostro. Me acerco y él se levanta, toma mi mano extendida y la estrecha. —Buen día, señor Collins, Isabella Johnson. —Me presento. Retiro mi mano de la suya. —Buen día, señorita Johnson. Por favor llámame Mark. —Me gusta este joven con su rostro limpio y guapo. Es solo un poco más alto que yo. —Isabella, si me permites llamarte así. —Comienza y yo solo asiento, permitiéndole que me llame por mi nombre. —¿Tienes el documento contigo? —Pregunta. Se lo entrego y él lo mira y sonríe. —, el señor Stevens renunció a su hijo hace cinco años, y este contrato es sólido, pero como nunca se divorció de usted, no nos está ayudando mucho en esta etapa, lo he comprobado y él ha solicitado que el contrato sea anulado en el tribunal. Así que a menos que quieras pelearlo en el tribunal, no hay mucho que podamos hacer en esta etapa. Lo miro y suspiro. —No quiero ir a juicio. Tan pronto como esto llegue a los tribunales, será noticia en todas partes. ¿Hay algo más que pueda hacer además de ir a juicio? ¿No puedo simplemente solicitar el divorcio y mantenerlo en silencio?—Le interrogo aún ligeramente esperanzada. Él me mira y dice: —¿El señor Stevens peleará un divorcio en el tribunal? —Sé que sí y asiento con la cabeza. —Bueno, en ese caso, puede ser muy complicado a menos que puedas demostrar que él nunca te ha dado ningún sustento a ti o a tu hijo. Veo una chispa de esperanza y digo —Nunca acepté dinero de él, aunque me dio una tarjeta la noche en que firmamos los papeles, con dinero adentro. —Mark no parece contento al respecto. —¿La aceptaste? —Pregunta. —Sí, lo hice, pero la enmarqué y nunca la usé. Mark toma nota y levanta la vista. —Bueno, eso podría ser un problema ya que él puede demostrar que quería proporcionarte. ¿Sabes si depositó dinero en la cuenta después de eso? Miro a Paul y digo: —No lo sé. Llamé al banco para averiguarlo y, después de proporcionarles todos mis datos, confirmaron que efectivamente había una cantidad de dinero depositada en la cuenta cada mes. Miro a Mark y se lo digo. Él asiente y toma nota. —Bueno, lo único que podemos hacer es ir al tribunal con estos documentos e intentar probar que el señor Stevens nunca quiso estar casado contigo desde el principio, pero te advierto, Isabella, que el tribunal podría estar a su favor. Él tiene muchos contactos aquí y es un hombre poderoso. Así que si quieres correr ese riesgo, lo podemos hacer, pero será complicado y todos tus escándalos y los de tu esposo podrían salir a la luz. Lo miro y digo: —No tengo escándalos. Él es el que tiene todos los escándalos de adulterio. ¿Y si Charlie no quiere tener nada que ver con su padre? —Pregunto a Mark. —Puede decir que es porque tú has alejado a Charlie de su padre, y eso será muy malo para nosotros. Incluso podría llamar a Charlie como testigo y el abogado le preguntará al niño por qué no quiere tener nada que ver con su padre. Si Charlie suena demasiado adulto y responde como un adulto, podría volverse en nuestra contra. Mi consejo para ti es que vayas a hablar con tu esposo y trates de ser razonable y lograr que esté de acuerdo en un divorcio tranquilo, ya que ambos son personas famosas. Será la mejor manera para ambas partes. Además, Isabella, si sigues adelante con esto y vamos a juicio, ¿realmente quieres ver a tu hijo pasar por todo este drama? Puede ser muy traumático para un niño pequeño como él. —Ahora estoy entre la espada y la pared. Sé que las únicas personas que pueden ayudarme ahora son los padres de Paul y ni siquiera sé si estarán dispuestos a ayudarme. ¡Así que debo contar con ellos! … Punto de vista de tercera persona. Mark suspira mientras mira el rostro pálido de la mujer frente a él, ella parece fría y distante, y él sabe que ha pasado por el infierno con Paul Stevens, siente que su corazón se parte por ella y desearía poder ser más útil, pero no puede darle falsas esperanzas de un divorcio tranquilo y rápido. —Sé que no puedo hacer pasar a mi hijo por este infierno. Todo es culpa mía, nunca debí haber expuesto a Charlie, pensé que estábamos divorciados y que él no tenía derecho sobre mi hijo. —Se levanta y se dirige hacia la ventana. Hay una expresión fría y determinada en su rostro. Se acerca a Mark y le estrecha la mano. —Gracias por tu consejo, veré qué puedo hacer y me comunicaré contigo pronto. —Isabella sale de la oficina del abogado. No está para nada feliz y se maldice a sí misma por ser tan estúpida. Subestimó a Paul. Sabe que Paul nunca renunciará a Charlie. Vio cómo él miraba a su hijo hoy. Sabe que se ha enamorado de su pequeño. Cuando llega a su coche, no conduce de inmediato y se sienta detrás del volante. Ahora las lágrimas caen por sus mejillas. Su única esperanza ahora es hablar con los padres de Paul y acordar que, si ellos la ayudan a salir de este lío, les permitirá ser parte de la vida de Charlie. No está dispuesta a compartir a su hijo con ellos, pero es mejor compartirlo con ellos que con ese bastardo. —¡Paul Stevens, te odio! —Dice en voz alta mientras se aleja para regresar a su oficina. Para frente a la oficina y saca la tarjeta de su bolso, con el número de Elaine Stevens en ella. Llama al número y, después de unos momentos, Elaine contesta el teléfono. —Buenos días, señora Stevens. Soy Isabella Johnson hablando. —Elaine apenas puede contener su felicidad cuando escucha la voz de Isabella. ¿Habrá cambiado Isabella de parecer acerca de dejarla ver a su nieto? —Hola, Isabella. ¿Cómo puedo ayudarte? Isabella suspira y dice: —Necesito tu ayuda. Si accedes a ayudarme, permitiré que tú y tu esposo sean parte de la vida de Charlie. —Elaine está emocionada y no puede evitar sonreír. —Haré cualquier cosa para ser parte de la vida de Charlie, Isabella. Dime qué puedo hacer por ti. —Elaine piensa que Paul se ha convertido en una molestia y que Isabella quiere que le diga a Paul que se aleje. Puede hacer eso. Incluso lo amenazará y lo desheredará si no escucha, pero las siguientes palabras de Isabella dejan a Elaine en silencio y en shock. —Dile a Paul que me divorcie con las mismas condiciones que se estipularon en el último acuerdo de divorcio. Elaine está sin palabras. —Pero querida, ya estás divorciada. Vi el acuerdo con mis propios ojos. Isabella suspira nuevamente. —Nunca lo presentó en el tribunal, Sra. Stevens, así que según la ley, seguimos casados y no quiero pasar por un divorcio desordenado y hacer que Charlie lo atraviese. Elaine admira aún más a esta joven mujer. Siempre está cuidando de su hijo y lo pone primero en todo. —Voy a ver lo que puedo hacer, pero Paul es terco y no creo que esté de acuerdo, pero te prometo que haré lo mejor que pueda. Isabella sabe que probablemente tenga razón, pero debe intentarlo y necesitará tener a estas personas de su lado para tratar de convencer a Paul, y dice: —¿Por qué tú y tu esposo no se unen a Charlie y a mí para cenar esta noche a las siete en mi casa? Te enviaré la dirección. Elaine está tan emocionada que casi llora y dice: —Estaremos allí y muchas gracias, Isabella. Después de que Isabella cuelga, Elaine llama a su hijo. Tan pronto como él responde, ella dice: —Paul Stevens, más te vale no andar jugando con Isabella y mi nieto. Le darás el divorcio y no quiero escuchar nada más al respecto. —Paul se enfada en el acto y le responde a su madre. —Madre, por favor, ocúpate de tus propios asuntos y no me digas lo que tengo que hacer con mi esposa e hijo, nunca me voy a divorciar de ella, y eso es el fin de la historia. —Paul le cuelga. Elaine está impactada y no puede creer que su hijo le haya hablado así. Es la primera vez en su vida que le habla así. Llama a su esposo y le cuenta sobre la cena con Isabella y su nieto. —Iré manejando desde la oficina en este momento, pero ¿por qué cambió de opinión? Elaine responde a su esposo y dice: —Quiere que la ayudemos a hacer que Paul se divorcie de ella. Su esposo se queda callado por un momento, luego pregunta: —¿A qué te refieres con que se divorcie de ella? Ya están divorciados. Elaine le explica todo a Laurens, y él frunce el ceño. ¿Por qué iba a ayudarla a divorciarse de su hijo? Piensa en el niñito en la televisión y sonríe. Su corazón de abuelo ya ha sido conmovido por ese pequeño. Paul más le vale no arruinar las cosas y hacer que Isabella desaparezca de nuevo, pero él conoce a su hijo y sabe que arruinará las cosas, así que entre más rápido pueda hacer que Paul se divorcie de Isabella, mejor será para él, para Elaine y para su pequeño nieto. Conduce hasta la oficina de su hijo y tan pronto como entra, su hijo levanta la vista y dice: —Si estás aquí para amenazarme con que me divorcie de Isabella, más te vale irte, padre. No los dejaré ir, y no hay nada que tú o mamá puedan hacer al respecto. Los amo a ambos, y la he amado a ella durante años, pero fui demasiado estúpido y orgulloso para admitirlo. No renunciaré a Isabella ni a Charlie. Laurens mira enojado a su hijo, pero antes de que pueda decir algo, Paul se levanta y dice: —Disculpe, tengo una cita. Luego sale de la oficina, dejando a Laurens furioso. —¡Ese maldito mocoso! ¿Cómo se atreve a hablarme así? —Piensa Laurens para sí mismo, pero en el fondo, está orgulloso de su hijo, porque por una vez en su vida, su hijo se plantó por algo y le mostró que es un hombre y ha madurado. Así que Laurens sonríe y piensa: —Si la amas, hijo mío, no puedo interponerme en tu camino, pero más te vale no arruinar esto. 
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