Capítulo 3: La confesión.

1397 Words
30 minutos más tarde… Ingresa a un restaurante de lujo con finas lámparas y de mantelería exclusiva, sin mencionar la vajilla que era de plata autentica, busca con la mirada a su amigo, quien desde ya lo espera en una de las mesas de distintivo lugar: —Hermano—estrechan sus manos y le propina un afectuoso abrazo. —¿Todo bien Tony? —No Justin, a ti no te puedo mentir, tengo que confesarte algo. —Wao así será, tu eres de lo que evitas los problemas. —Estoy metido en uno, por mi terquedad de ser padre. —Cuéntame te escucho amigo. —No sé cómo empezar a narrar este enredo, sabes que contraté un vientre en alquiler, de una chica que conocí por internet. —¿Qué hiciste? ¿Qué? Te volviste loco, tu eres un hombre joven por favor, puedes tener tus hijos de manera natural, si tan solo dejaras descansar en paz a Micaela. Tony ella está muerta, reacciona tienes que seguir adelante con tu vida, si lo que más quieres es una familia e hijos, cásate tienes muchas mujeres a tu disposición. —Jamás, siempre le seré fiel al recuerdo de mi amada esposa. No volveré a estar con ninguna otra mujer, pero no es del recuerdo de Micaela, que te quiero hablar. Sino de lo que me ocurrió con esta muchacha. —Lo siento, continúa. —Contrate a una chica para me que prestara su vientre, trate de hacer todo de manera discreta, evitando que mi madre se entere, ayer era el día de inseminación y por error el médico, que contrate para ese procedimiento fecundo a otra muchacha. —¡Demonio! —La chica, que había contactado por una página de f*******:, jamás se presentó en el consultorio, ya el doctor tenía todo listo, pero al parecer una de las empleadas confundió los expedientes, he inseminaron con mi e*****a a una joven llamada Ana Rodríguez, del cual no tengo más datos que su nombre. —Me has dejado con el ojo bien cuadrado. Ana Rodríguez hay muchas, sin embargo, si la chica aparece y el ese embarazo se logra a la primera, se pueden meter en un grave problema, principalmente el doctor por la falla. —Si esta situación me tiene muy preocupado desde ayer, para colmo el médico abandonó el país posiblemente y la chica que había contratado, le pague por adelantado y se esfumó. —Eres tonto Tony, siempre confiando en los demás. La gente es mala Tony. —Sabes, que siempre le doy un voto de confianza a las personas. —Pero mira, te han robado por confiado. —El dinero es lo que menos me importa, sino hallar a la joven en cuestión. Ana Rodríguez. —Vaya que enredo, hasta se me quitó el apetito—comenta Justin. ***** En casa de Ana… Se divierte en compañía de su padre, se burlan de su hermano y de Sofí, quienes desde ya le están dando rienda suelta a su amorío. —Estos dos cayeron en la trampa del amor. —Al menos espero que esta novia le dure—expresa el padre de Ana —Mi hermano es muy caprichoso, con tantas mujeres y se antojó de Sofí—frunce el ceño Ana. —Esperemos que no cometan un disparate, como embarazarla, por ejemplo. —Ni lo mande Dios papá, un hijo a nuestra edad, sería el fin del mundo para nosotras. —Lo se cariño, gracias a Dios, que contigo no tengo esos problemas, me saliste muy lista e inteligente. —Tengo mis prioridades papá, no quiero que nada me distraiga de mis objetivos y más que soy becada. Si fallo me quitan la beca y sin ella mis sueños se esfuman. —Tranquila hija, que eso no pasará. Te quiero tanto, eres mi orgullo. —Tan bello mi papi. Papá ¿No te interesa enamorarte de nuevo? —No mi amor, con ustedes soy muy feliz. —Si papá, pero un cariño especial no se te antoja. —Ana, más respeto soy tu padre. Jamás hablaría de esas cosas contigo. —Por Dios papá, vamos ábreme tu corazón. —Mi corazón se cerró, el día que murió tu madre, y los que habitan en el son ustedes, mis hijos. —Suena muy hermoso lo que dices. Pero no deberías estar solo, sabes que Gema la del salón de belleza, como que le puso el ojo a usted, así oí por allí. —Déjate de tonterías y vamos a acercarnos más a tu hermano, no nos vayan a echar tierrita en los ojos y se escapen. —Ja, ja, ja. Papá que cosas dices. Abel se le acerca para decirles: —Papá voy acompañar a Sofí hasta su casa. —Voy con ustedes—sale Ana de inmediato. —Ana no seas ridícula, que yo la llevo. —Abel deje que Ana los acompañe, así aprovecha para ir, por unos libros en casa de Sofí—le guiña Anderson el ojo a Ana en complicidad. —¿Cuáles libros Ana? —pregunta Sofí con asombro. —Unos que me tienes, que son míos, claro como no te gusta estudiar, ni sabes a que me refiero verdad—la mira Sofí con extrañeza. Desconociendo que todo, es obra del padre Ana, para evitar que ellos se queden a solas. Salen los tres de la casa y Abel se encuentra evidentemente molesto: —Ana si eres ridícula, mira que prestarte para las payasadas de mi papá, no entiendo porque no me tiene confianza—Ana pone sus ojos en blanco. —Todavía preguntas. —Jamás le haría daño a mi novia, verdad cariño—esboza una gran sonrisa y Sofía cae rendida a sus pies. —Nunca entendí amiga tu mal gusto, tantos hombres tan guapos, elegantes, millonarios… —¿Así como el profesor de literatura? —¿Qué profesor es ese? ¿Sofía a ti también te parece guapo? —la mira con recelo. —No amor, solo tengo ojos para ti. —Ya dejen el melado que me empalagan. —Te hubieses quedado en la casa, sino quieres que te coman las hormigas—y empieza Abel hacer cosquillas a su hermana, quien no para de carcajearse. —Ya basta Abel, me voy a orinar de la risa—continúa riéndose ligeramente. —Me fascina la relación de ustedes, se ve que se quieren, yo siempre quise tener un hermano. A lo mejor mi vida hubiese sido más fácil. —Mi Sofí, pero la vida te dio una hermana y un novio apuesto. Hay que hacerle sus arreglitos en el cerebro, pero al menos el corazón le funciona muy bien—apunta Ana con sarcasmo. —Gracias por lo que me toca, cerebrito—le da una ligera palmada, por la cabeza Abel a su hermana. —Ay Abel, eso dolió—reclama Ana. —Ya muchachos. Esta hermosa heroína, no tiene ni la más remota idea, de lo que está a punto de sucederle, que cambiará su vida para siempre. ***** En la Mansión Hufman… Tony está muy pensativo, en el sofá de la sala, toda esta situación con la aún desconocida para él, Ana Rodríguez ha puesto su mundo de cabeza. Su madre Rebecca, percibe el desánimo de su hijo, como madre nota que algo anda mal: —Mi amor ¿Qué tienes? Llevas rato con la mirada perdida. —Nada mamá, trabajo—la besa en la frente. —Hijo por Dios, ya deja a Micaela descansar en paz, no ganas nada con seguir viviendo como hasta ahora, preso de su recuerdo. Los años pasan y no perdonan Tony, todavía eres joven y tienes tiempo de rehacer tu vida. —No volveré amar, a ninguna otra mujer como a Micaela. Usted no me critique mucho, que desde que murió papá, tampoco rehízo su vida. —Es muy diferente, ya yo estaba vieja cuando murió tu padre. Tú estás en la plena flor de tu juventud. —¿Vieja? Si eres todavía una mujer hermosa y joven mamá. —Lo dices porque eres mi hijo. —Solo digo la verdad mamá. —Prométeme, que te darás una nueva oportunidad en el amor, promételo hijo—apunta su madre al sentimiento. —Mamá—musita Tony con mucha más preocupación. ¿Le contará a su madre, lo que está sucediendo ahora en su vida?
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