Entra rápidamente Ana a la oficina de Tony: —¿Qué te dijo mi padre? Lo vi irse por la ventana. —Nada del otro mundo, solo me advirtió como todo padre, que no te hiciera daño, por nuestra cercanía. —No le hagas caso, no quiero que nada ni nadie nos separe—Tony, se siente entre la espada y la pared, preso por la incertidumbre de no saber qué hacer. —Ana tenemos que hablar. —Es que tengo mucho trabajo encima, solo me escapé por un minuto. Si quieres luego hablamos. —Está bien—sale Ana de su oficina e ingresa Alfred, quien le esboza a Ana una sutil sonrisa, antes de entrar. —¿Malas noticias con la muchacha? —pregunta Alfred. —Acaba de irse su papá, me advirtió que no ilusionara a Ana, ella está enamorada de mí. Tengo que sacarla de su error sin lastimarla. —Dime realmente Tony ¿Qué si