NICOLE (CUATRO AÑOS ATRÁS)
Santiago y yo nos quedamos solos en la oficina con el pretexto de platicar sobre la alianza con sus galerías.
Las chispas que había entre nosotros, de nada más vernos, nos decían que queríamos otra cosa y esa plática solo era un absurdo pretexto porque en realidad nuestros intereses eran otros.
— ¿Qué se le ofrece a esta hora de la mañana, señor Carletti? —Lo traté con la mejor formalidad posible, aunque debo decir que me tuve que morder la lengua porque hasta mí misma me daba risa intentar parecer seria después de lo que había pasado entre nosotros dos.
Me vio divertido. Sin dejar de poner sus ojos en mí, se sentó en el sofá que le estaba señalando con la mano. Él tomó asiento. Yo lo imité quedando frente a él.
— Así que señor Carletti —. Tomo una postur
