NICOLE (CUATRO AÑOS Y ALGUNOS MESES ATRÁS) — No me jodas destino —. Fue lo primero que solté al verlo. — ¿No me jodas destino? —Preguntó Santiago al mismo tiempo que tomó un puñado de servilletas de papel para ayudarme a limpiar mi blusa. No sé si lo hizo por inercia o porque se estaba pasando de listo, pero tuve que quitarle las servilletas en el acto, ya que sus manos iban directas a mis pechos. — Yo lo puedo hacer —. Señalé mi blusa con la mirada. — Oh, disculpa —. Me dedicó una sonrisa malévola y traviesa. Nunca en mi vida me había ruborizado por un hombre, ni siquiera por Damián, pero en ese momento estaba sintiendo como las mejillas se me estaban encendiendo y eso no era normal, no al menos en mí. Sus ojos venían cargados con un “ya las he visto.” Me limpié la blusa procur