La única bandera, que anuncia primaveras.

2170 Words
Los problemas iban y venían y ser un fenómeno no era la excepción para librarse de ellos. ¿Cómo iba controlar la horrible maldición de esa niña? Desde hace ya casi un año el fenómeno trataba en todo momento de cuidarse de que Shin no tuviera contacto físico con él o que quisiera tocar cosas que fuesen importantes. Era sumamente complicado, pero no imposible. ¿Es evidente saber qué tipo de maldición tenía Shin? Quizá, pero para los que no sepan, todo lo que Shin toque, en determinado tiempo se deterioraría hasta llegar a la muerte o incluso hasta el fin de la descomposición. Tras un largo tiempo de buscar la cura para la maldición de Shin, el fenómeno finalmente encontró una en un libro viejo de su hogar, perteneciente a su difunta creadora (o madre, aunque sería exagerar, quizá); el libro decía que, la maldición sería controlada si es que el portador usaba como amuleto algo esencial de su ser más querido. La criatura de piel escamosa pensó en darle una de sus uñas, pero, estas podrían romperse más fácil que otras cosas y tener que arrancárselas con frecuencia, solo dificultarían más sus tareas diarias para mantenerse a ella, junto con él, con vida. Si le daba uno de sus ojos, sería complicado cazar. ¿Cabello? tal vez funcionaría, pero... ¿Qué tal si le daba algo más especial y práctico para su edad? El fenómeno meditó por varias noches deshacerse de su cascabel. Sería doloroso, pero para este entonces, el cariño que le tenía a Shin era único y más grande que el dolor que sentiría por cierto tiempo. A la mañana siguiente de tomar su decisión, se deshizo de su cascabel. ¿Fue doloroso? ¡Demasiado! ¿Fue riesgoso? ¡Por supuesto! ¿La mejor opción? Sin duda alguna; no era momento para arrepentirse, el amor que le tenía a la pequeña se lo impedía. Quería verla feliz y sin el peligro de ser tachada como una asesina.  La criatura de aspecto escalofriante duró con el dolor un mes y cuando estuvo mejor, puso manos a la obra en su proyecto. El amuleto era estorboso por el cascabel, peculiar por los materiales y su melodía... su melodía era dulce, pero más que nada amenazante. Mientras que Shin crecía, el fenómeno le enseñaba lo básico, como hablar.  Fue uno de los momentos más hermosos. —¡Papá! — exclamó Shin. —¿Papá? Por alguna extraña razón, la criatura sintió un nudo en la garganta. ¿Qué era ese sentimiento? ¿se sentía de esa forma porque criaba a Shin o por qué la aisló de la sociedad humana? Negó rápidamente, con un tono negativo, ordenándola llamarlo “Izaro”. Esa no fue la primera y última vez que Izaro la corrigió; era normal que cualquier niño pequeño que comenzara a hablar, por naturaleza llame a su madre o padre como se debe. Pero esta costumbre no podía aplicarse con Izaro, según él; sólo era un tutor y creía que, si le permitía llamarlo así y algo les pasaba en un futuro, no podría soportarlo. Y así transcurrió el tiempo. La desarrollada experiencia de su tutor ante diversos temas, le era más que suficiente para que a su vez le enseñara sobre muchas cosas más que le ayudarían en su futuro: idiomas, conocimientos generales, matemáticas, historia e incluso ocultismo, entre otras. Años más tarde, Shin se había convertido en una adolescente de 14 años. Su cumpleaños número quince estaba a nada de celebrarse e Izaro pesaba regalarle algo que ella no pudiese olvidar. —Bien, Shin. Quiero que me termines esa lección por hoy—concluyó Izaro. —Izaro ¿Qué me regalarás en mi cumpleaños número 15? —preguntó Shin, canturreando —Sabes que no es mi cumpleaños. No puedo escoger un regalo. —Estás diciendo que…— Shin agrandó los ojos— ¡¿yo puedo elegir mi próximo regalo?! —En efecto, querida Shin. ¿Qué quieres qué te regale? Los ojos color miel de Shin, brillaron como dulces destellos color miel. Estaba conmocionada por la respuesta de su tutor. —¡Ah! ¡Izaro! ¡no puedo creerlo! —Sí, sí…—Izaro afirmó con vergüenza— pero evita gritar, no queremos que algún ser humano nos descubra. —Lo lamento. —Tranquila, entiendo que estés emocionada y no controles tus impulsos. —Ya, pero... —¿Y cuál es tu deseo? —la interrumpió— ¿será el típico deseo cliché? ¿dónde la joven chica pide conocer el mundo exterior y terminan desembocando una catastrófica pelea? Shin dejó salir una risita. —¡Qué dices! ¡Claro qué no deseo eso! Aunque el mundo exterior suena tentador, me da miedo de lo que pueda suceder allá afuera. ¿Qué tal si pasa lo que dices? Izaro la vio con cierto desconcierto; parecía como si su mente se hubiese vaciado por un momento. —¿Entonces deseas otra cosa? —Quiero saber por lo menos el nombre de mis padres. Izaro soltó un pesado suspiro. ¿Qué podría decirle? La palabra "mentira" no estaba en el vocabulario de ambos. —Linda Shin— Izaro hizo una pausa—, a mí también me gustaría saber quiénes son o por lo menos el nombre de tus padres. —¿Te refieres a que no sabes nada? —Exactamente. La emoción de Shin se desvaneció como el calor en invierno. Así de rápido pero un poco lento, como si en cuestión de una noche se tratara o quizá menos. La joven adolescente de casi 15 años, volvió a pensar en el regalo perfecto… ¿qué podría ser mejor que saber sobre sus padres? ¿Qué…? Antes de dar su decisión final, recibió unas sinceras disculpas por parte de su tutor, fueron tan honestas que incluso fueron interrumpidas por la nueva emoción que nació al instante en el interior de Shin y que, se escapaba de ella con completa facilidad. Su deseo fue tener amigos. —¿No te basta con los animales que viven aquí? —Hablo de humanos ¡o alguna criatura que hable y pueda contarme fabulosas historias! — Shin sonrió entusiasmada— Me encantan tus historias, pero quisiera saber que otro tipo de anécdotas puedo escuchar. —Suena complicado... —¿Puedes, puedes, puedes? —Haré lo posible por cumplir tu capricho, pero ten en cuenta que sólo hablarás con él un día. Ni un minuto más y si fuera un minuto menos, estaría perfecto. —¡¿Eh?! ¡¿Por qué?! Izaro tomó los materiales de estudio de Shin y prosiguió a dar su explicación: —Porque no puedes quedarte con ese humano como obsequio, además ¿Qué va a pensar de nosotros? Seguro que va a llamar a la policía o algo peor. —Te juro que voy a alimentarlo y no lo dejaré salir del bosque— Shin se levantó de su asiento y se paró frente a Izaro—, ¡es más! Ni de la casa. Izaro miró directamente a Shin y colocó su mano sobre su cabeza. —Shin, los humanos no son mascotas. Es más creíble que yo sea una — Izaro como mascota mutada… —No suena nada convincente... Faltaban 2 semanas para el cumpleaños de Shin. Izaro buscó la forma de encontrar algún ser intrépido que se atreviera a pasar ese día con su querida niña. Para eso, uso uno de los espejos viejos con los que su pequeña casa contaba, esos espejos tenían la apariencia de estar malditos. También usó instrumentos que antiguamente pertenecieron a las tal vez visitas que llegó a tener o los valientes hombres que se aventuraban a explorar el bosque del fenómeno. Había objetos que posiblemente pertenecieron a la criatura que le dio vida. Con ayuda de muchos ingredientes y pasos, logró crear cuidadosamente un portal, el cual probó el día del cumpleaños de Shin y de allí salió una colegiala de claros cabellos como los rayos del amanecer, pero tan cortos y delgados como un buen hilo. Parecía que apenas se había levantado para llegar a clases y estaba en proceso de arreglarse. —Qué... qué rayos... Dijo aquella chica confundida, mientras veía lo que estaba en frente suyo con gran desorientación —Debe ser un sueño...— se dijo a sí misma— me quedé dormida...  Repentinamente Izaro estaba frente a la desorientada colegiala. —No es un sueño. Afirmó Izaro, procurando no acercarse demasiado a la muchacha, pero tampoco iba permitirle darle paso a una futura y muy probable fuga de su hogar. La chica se quedó estática y sintió temor al ver a Izaro. Temor no sería la palabra correcta, era muy pequeña para describir el terrible pavor que creció con rapidez al verlo, ¿Cómo podría no sentir miedo? Un hombre con el 80% de su cuerpo cubierto de escamas de serpiente, sorprendentemente alto, delgado y con rasgos faciales de este mismo animal, al igual que su manera de asentar su "s"… ¡era algo difícil no sentir miedo en cuanto vieras a un sujeto así! ¡¿cómo debería actuar?! ¡¿gritar?! Pero... ¡¿qué tal si era un secuestro y no había nadie?! —Por favor... no grites...—murmuró Izaro. —¡¿Q-quién eres tú?! La adolescente fue retrocediendo poco a poco. Podía alzar la voz, sin embargo, soltar un grito bastante fuerte era imposible. Estaba privada del miedo. —Izaro. Mi nombre es Izaro— le siguió el paso. —Demonios… debo estar dormida, ¡sí! es eso... —En verdad no. —¿C-cómo lo sabes? ¡Quiero que lo compruebes! Izaro guardó silencio y llevó sus dedos a su mentón, a su vez observó el techo mientras pensaba en una prueba. —No hay nada ni ha pasado nada extraño desde tu llegada. —¡Claro que sí! — La chica levantó su mano y lo señaló temblorosamente— ¡tú eres lo extraño! ¡hablar con un fenómeno es extraño! ¡seguramente y me comes viva! ¡AYUDA! — ¡Cállate! ¡No me refería a mí! —¡Quiero que me regreses a mi habitación! —No, no lo haré. —Buscaré una ciudad cercana y llamaré a la policía, al igual que al control animal. La joven chica trató de evadir a Izaro, pero era complicado, él aún estaba frente a ella de una manera estratégica para que no escapara. Por cada paso que ella cualquier costado, él le cubría el paso. —¡Espera! Te regresaré, pero a cambio tendrás que ayudarme a mí. —¿Qué es lo qué quieres? —Preguntó la chica demostrando una notoria desconfianza— Llegaré tarde a clases. —Hoy mi... La criatura pensó por un momento; ¿qué era Shin para él? ¿cuál era el término correcto que él debía usar? No podía llamarla hija, ni siquiera estuvo en el parto de Shin, pero... desde muy pequeña cuidó de ella y la vio florecer. —¿Ajá? —Es una persona muy especial para mí… podría considerarla una hija, pero no tiene ninguna relación sanguínea conmigo. —La familia no debe estar siempre compuesta por personas que son de tu misma sangre. Continúe. —Hoy cumple 15 años y acostumbro a regalarle algo. —Señor, ah… ¿Izaro? ¿Qué desea exactamente qué haga por su ser querido? —Me pidió que le llevara amigos y quiero que estés con ella por un día La chica agrandó los ojos y subió el tono de su voz. —¡¿Un día?! ¡Tengo examen de Química! Si no lo hago hoy, mi familia me considerará una perezosa. —No pasará nada si no lo haces. Es tu familia, ¿por qué pensarían eso? —¡Claro que importa! ¡Reprobaré y me reprenderán! —¿A caso vas mal en la escuela? — Sólo en esa materia… —Si te quedas hoy, te ayudaré a mejorar tu calificación. —No le creo... El joven con rasgos de serpiente caminó hacia uno de los libreros que se encontraban en la habitación, tomó algunos cuadernos viejos y se los mostró a la señorita. Aquel material contenía una extensa información sobre esa materia. —¿No los quieres usar? —Hombre serpiente, me interesa mucho su oferta. —Me ofende que me llames de esa forma. —Lo siento—La adolescente hizo una reverencia—. También lo siento por no presentarme antes; soy Hashimoto Zenda. —Hashimoto, cuando quieras venir a estudiar sólo debes beber esto. Izaro tomó un pequeño frasco de vidrio que estaba en la mesa, lleno de un líquido brillante de color violeta y se lo entregó a Zenda. —¿Qué es? —Parte de lo que fabriqué para poderte convocar aquí. Así que ahora mismo si mantienes tus ojos cerrados por un momento, volverás al lugar donde te encontrabas. —Volveré después de mi examen.

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