Capítulo 5

1112 Words
  A decir verdad, si no hubiera sido por el acuerdo que tenía con su hija, él mismo habría buscado venganza, humillado a toda la familia Fu y, sobre todo, golpeado a Yanchuan hasta matarlo.   No obstante, mirando a su hija con ternura, el hombre le dijo firmemente: "Mi pequeña, según el acuerdo que hicimos, ya que Yanchuan no se enamoró de ti durante los tres años, ahora debes heredar la empresa familiar. Debes cumplir tu palabra".   Tras decir ello, Su Yifeng, el padre de Nan, le acarició amorosamente el cabello y, de hecho, no podía negar que estaba realmente feliz de ver a su hija después de mucho tiempo; mientras que, sollozando débilmente, Nan le respondió: "No te preocupes, papá. Ya no soy tan est*pida como antes".   En realidad, con el fin de buscar a su 'amor verdadero', Nan no dudó en alejarse de su familia, ignorar la persuasión de los demás e, incluso, de renunciar a su verdadera identidad de pertenecer a una familia rica y poderosa; pues, de hecho, lo único que quiso es seguir a la persona que amaba, aunque eso significara su propia destrucción.   No obstante, aunque ella misma se causara un gran e inolvidable dolor, Nan finalmente estaba decidida a sacar completamente a ese hombre de su corazón.   "Bueno, está bien; entonces, ahorita mismo le pediré a tu hermano mayor que te instruya en todo. Pero, primero que nada, debes familiarizarte con la compañía y, sobre todo, elegir un buen día para realizar una gran cena de bienvenida y anunciar tu identidad", dijo el padre con gran entusiasmo; pues, su preciosa hija finalmente había vuelto a él.   A decir verdad, aunque aún no se había anunciado oficialmente de la llegada de Nan a la familia Su, Qin Yu, su mejor amiga, no pudo aguantar las ganas de ir a verla con sus propios ojos.   De hecho, tan pronto como la vio, Yu corrió rápidamente hacia ella, le dio un fuerte abrazo y, le dijo tiernamente: "Bebé, te extrañé mucho. Ya me enteré, felicidades por tu divorcio".   Al principio, cuando Nan ocultó su identidad y se casó con Yanchuan, Yu fue la primera en oponerse a esa relación; luego, más adelante, cuando Nan ya era parte de la familia Fu, ella no lo dudó en absoluto y, simplemente fue perdiendo gradualmente contacto con Yu. Por ese motivo es que, ni bien la vio, Nan no pudo evitar llorar tristemente.   Después de hablar durante un buen tiempo, Yu le insistió a Nan para que le enseñara su certificado de divorcio; así que, sin tener más opción, Nan lo sacó y se los mostró cuidadosamente.   Por su parte, tras ver el certificado, Yu suspiró aliviada y, con la mirada fija en su amiga, exclamó: "Yanchuan, es un tonto, te trató como si nada; pero, no te preocupes, algún día se arrepentirá".   Después de escuchar ello, Nan miró ligeramente hacia abajo y, respondió indiferentemente: "Ya no es asunto mío si se arrepiente o no. Para mí, él ahora es un completo extraño".   "Bien dicho, bebé. Además, con solo agitar los dedos, tú puedes tener una larga fila de pretendientes, no necesita ni te hace falta un Fu Yanchuan en tu vida", dijo Yu con gran desdén.   Mientras hablaban de su ex esposo, Nan recordó que algunos de sus documentos estaban aún en la casa de la familia Fu; así que, decidió recuperarlo inmediatamente. Por su parte, al ver que su amiga iría a su antigua casa, Yu se ofreció como voluntario para acompañarla y, como Nan tampoco quería ir sola, ella estuvo totalmente de acuerdo.   Tras llegar a su antigua casa, Nan se quedó un poco sorprendida, pues no esperaba encontrarse con la madre de Yanchuan tan pronto como ingresó; aunque, tampoco podía negar que, la señora Qu siempre había ido a su casa creyéndose la dueña y señora de todo.   Al ver a Nan regresar junto a un extraño, la señora Qu se mostró muy insatisfecha, levantó rápidamente la cabeza y, miró a las dos mujeres con completo desdén.   Luego, estando de pie frente a ellas, le dijo furiosamente: "Su Nan, no te dije antes que, debido a los asuntos confidenciales de la familia Fu, tú no puedes traer a cualquier persona así nada más. Dime, ¿acaso ya lo olvidaste? ¿Tienes mala memoria?".   Después de escuchar esas palabras, Yu se quedó totalmente atónita, dio un paso hacia adelante y, le respondió seriamente: "¿Perdón? ¿A quién está llamando extraño? Además, usted ya es una mujer vieja; así que, porque habla de otro y no se fija en usted misma".   A decir verdad, Yu no podía creer como es que esa señora podía ridiculizar de esa forma a su amiga, a la hija de la familia Su, la que había sido consentida desde que era una niña; sin embargo, no podía negar que también estaba completamente furiosa, pues ver esa actitud solo le permitió saber el tipo de vida que Nan estaba viviendo en esa casa.   Después de que la amiga de Nan le respondió y, mirándola con gran indiferencia, la señora Qu le dijo arrogantemente: "Por favor, no pretendas engañar que perteneces a la alta sociedad solo porque estás usando estas marcas falsas. De hecho, he visto a muchas mujeres como tú, y sé que su único sueño es casarse con una familia rica y poderosa".   Tras escuchar esas palabras, Yu se sintió mucho más furiosa de lo que estaba, pero no pudo evitar burlarse de la mujer frente a ella; mientras que, con una expresión completamente seria, Nan le ordenó: "Ella es mi amiga. Por favor, siquiera muestre un poco de respeto".   En realidad, Nan siempre se había mantenido callada y nunca se atrevió a refutar las palabras de la señora Qu, pues era la madre de Yanchuan; no obstante, en ese momento, estaba tan furiosa que no soportó más esa desposta actitud.   Por su parte, como no entendía porque Nan le habló así frente a una extraña, la señora Qu también se enfureció más con Nan; es más, con un tono realmente furioso, le dijo: "¿Qué? ¿Respeto? ¿Cómo puede una persona como tú ser digna de respeto? De hecho, deberías arrodillarte y agradecernos por convertirte en la nuera de la familia Fu; ya que, gracias a ello, en los últimos tres años, has estado comiendo y bebiendo en nuestra casa".   Luego de ello, con la miranda fija en la mujer, la señora Qu añadió con indiferencia: "Dime, ¿acaso has olvidado de donde vienes? Porque yo... veo que la persona que trajiste es como tú, una don nadie; así que, mejor sal y no te atrevas a ensuciar esta casa".
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