Capitulo Tres

1096 Words
—Espero hayan tenido una buena noche —Lynn sonríe desde su escritorio— Lamento que tengan que verme a primera hora, pero me pareció necesario. — ¿Ocurre algo Jamie?— Misael toma asiento frente a él. —Pues, parece que sí— el hombre se pone de pie— como saben, Estados Unidos y China no están de acuerdo con que los metahumanos vivan en paz con ellos. —No es una novedad — Luke contesta desde la ventana. —Bien, fuentes cercanas a mí que trabajan en la milicia norteamericana me han dado cierta información que me preocupa— suspira el rubio. — ¿Qué ocurre?— Darel se impacienta. —El gobierno yankee ha preparado algo que puede destruir a los de su clase de una vez por todas— Jamie luce consternado. — ¡¿Qué?! — Luke se acerca a él— ¿¡Y qué es!? —Ya lo intentaron dos veces, ninguna funcionó. — Misael agrega. —Primero usaron modificados, luego el supuesto "antídoto" que eliminaba el gen evolutivo— Luke se revuelve el cabello. — ¿Qué más podrían utilizar? —Aún no lo sé, pero lo averiguaré pronto, lo único que puedo decir es que mantengan la calma y ésta conversación en secreto, estoy dispuesto a hacer lo necesario para proteger a mi nación y a mis metahumanos. — el hombre vuelve a tomar asiento. Mientras la reunión se lleva a cabo, Francis hace su recorrido habitual por el río subterráneo de Puerto Princesa que es el monumento más famoso de todo el lugar, dicho río es el río subterráneo navegable más largo del mundo; cuenta con un paisaje de montaña de piedra caliza cárstica y muchas estalactitas y estalagmitas.  Aquel precioso lugar se ha convertido en el predilecto del rubio francés, lo frecuenta cada vez que puede y se sumerge varios metros en el río buscando aclarar su mente.  Al salir nuevamente a la superficie se encuentra con que no es el único que visita el lugar, una joven castaña y de bonitos ojos grises nada cerca de dónde él está; intentando salir de allí sin ser visto se sumerge una vez más para chocar con aquella mujer que invade su terreno. — ¡Oye!— se queja el rubio al recibir aire. —Lo lamento, no sabía que había alguien más — se defiende la chica. —Ahora lo sabes— suspira el rubio. —Eres metahumano, ¿Verdad?— la chica le sonríe. —No, no lo soy, ¿Y eso qué?— voltea dispuesto marcharse. — ¡Si lo eres!— ella lo sigue— Ningún humano podría nadar aquí como lo haces tú. — ¿Y tú qué sabes?— la enfrenta. —Porque... Te he visto un par de veces... — se sonroja. — ¡Eso es acoso!— sonríe Francis. — ¡No te hagas ilusiones! — Se cruza de brazos —Quería saber la magnitud de tus habilidades. Francis enarca una ceja, la observa con fijeza y luego, sin siquiera hacer un movimiento, el agua que los rodea se mece con violencia de un lugar a otro, chocando en el cuerpo de la joven. —Manipulo el agua a mi antojo— el rubio mueve su mano lentamente, una bola formada en su totalidad por agua se desprende de la masa líquida y permanece suspendida en el aire. —Increíble— susurra la joven. La castaña toca la esfera acuosa con un dedo y esta instantáneamente comienza a gelificarse hasta volverse piedra, una pelota dura y fría, hielo puro. Con pesadez cae al agua para disolverse en la misma y desaparecer. —Sorprendente, ¿Hielo?— el chico sale del agua. —Sí, es algo estúpido en realidad — se encoge de hombros. —No lo creo, es tu poder, te hace quién eres— voltea a verla —Soy Francis. —Soy Amelia— ambos estrechan sus manos. Liesse y Misael caminan por la orilla de playa Sabang, situada a las afueras del Parque Nacional del Río Subterráneo, es una tranquila playa de arena blanca bordeada por varias estaciones que enfrentan al gran Mar Meridional de China y que ofrece una de las vistas más hermosas de Palawan.  Ambos, tomados de la mano, caminan en total silencio, escuchando las olas agitarse, el canto de las aves y la respiración del otro; desde que Misael aceptó encargarse de las relaciones exteriores del país se ha mantenido mucho más tranquilo y alegre y es que quitarle de sus hombros el peso de ser el líder y mantener a su equipo con vida ha ayudado bastante. —Es hermoso este lugar— suspira la rubia. —Yo veo algo mucho más hermoso— responde el pelinegro viéndola. Sin esperar nada más el ruso une sus labios a los de ella, ambos se besan con calma y entrelazan sus manos, sabiendo que no hay nadie más en la playa que ellos Misael aprovecha para tumbar en la suave arena a su compañera y situarse sobre ella. — ¿Qué dices si tú y yo pasamos la noche aquí?— pregunta el chico sonriendo. — ¿En la playa?— ríe la rubia. —En aquella cabaña que alquile para nosotros porqué sé que me dirás qué sí ya que no te resistes a mis encantos— explica ególatra el ruso. — ¡Oye!— la rubia sonríe — Me encantaría. —Lo sabía — la besa— Prometo que jugaremos al ajedrez solamente. — ambos se carcajean. —Yo tengo un juego más interesante — le susurra y besa sus labios.  Ciudad Manila, Isla de Luzón, Filipinas. La ciudad está situada en la costa oriental de la bahía Manila junto a la desembocadura del río Pasig, en dicha ciudad – moderna y elegante– se encuentra trabajando Caín quién desde hace dos años y medio no ha visto a sus compañeros y no ha regresado a Puerto Princesa, ¿La razón? Simple, luego de saber que Liesse había recobrado sus memorias y que no había dejado de amar a Misael, decidió que lo mejor para él era marcharse de allí, encontrar su propio lugar y olvidar un poco el amor que le tenía a la rubia alemana. Sin embargo, por más distancia que deseara poner entre ellos jamás pudo alejarse completamente por lo que cada cierto tiempo habla por teléfono con la chica y le cuenta sus aventuras lejos de ellos. —Oye Caín, los muchachos y yo iremos a divertirnos en la noche, ¿Vienes?— pregunta un joven castaño y risueño. —No lo sé Kostya— rasca su nuca mientras guarda su uniforme. Kostya Vuitton es un muchacho alegre y alocado que se convirtió en mejor amigo de Caín cuando el joven apenas había llegado a Luzón, sabiendo que ambos estaban a la deriva en la isla y buscaban empleo decidieron quedarse juntos hasta conseguirlo, pero la vida y las situaciones que enfrentaron les demostraron que lo mejor era permanecer juntos un tiempo más. — ¡Vamos! ¡Lee y Santiago también irán! — Lo palmea en la espalda—Habrá chicas...— canturrea al final. Caín sonríe por las boberías de su amigo, tras un par de súplicas más decide que lo mejor es pasar la noche con ellos y no en casa viendo alguna sosa y absurda película.        
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