—Carlos... — susurra la argentina y todo moviendo tectónico se detiene en un santiamén. —Hola Mica— responde el chico sonriéndole. Dos soldados salen de sus escondites y apuntan con sus metralletas a los jóvenes, Miguel se posiciona listo para defenderse cuando Carlos lo detiene sonriente. —Tranquilo carnal— el mexicano observa a los soldados —Yo me encargo de los mortífagos. Miguel y Liesse sonríen reconociendo el característico humor del chico, a continuación el mexicano extiende sus brazos en un movimiento rápido lanzando una ráfaga poderosa hacia los hombres y haciéndolos volar varios metros hacia atrás. Carlos sonríe satisfecho, voltea a sus compañeros y estos lo reciben con un cálido abrazo grupal, lágrimas van y vienen, bromas y hasta algunas maldiciones hacia el chico por habe