SHEILA En un callejón de casas antiguas, un paisaje colonial descuidado que alguna vez fue un barrio de la elite colombiana que luego, debido a la proliferación de habitantes de calle, decidieron vender a los jíbaros o abandonar los predios. Y que, al cabo de un tiempo por asuntos de salubridad, al gobierno le tocó intervenir en ese barrio desalojando a empujones y gases lacrimógenos. En ese paraje se encontraba Safor, el único heredero de un imperio criminal y el alfa de su manada, quien golpeaba sin descanso a la que fue su amada, la bella Sheila, quien era la hija adoptiva de su principal enemigo, aquel lobo que transformó, pero que también acabó con su familia. Pero este no era el motivo de su venganza, sino el que le aullaba con dolor: —Sheila, miserable, ¿por qué lo hiciste? No tení