MARIANA —Las brujas se encuentran escondidas debajo de esa mesa—. El hombre accionó el fusil, no quiso cerciorarse, consideró que de pronto lo podrían transformar en sapo o hacerle algún maleficio. —Deténgase, bruto, primero hubiera revisado que debajo de esa mesa puede haber niños jugando y nos echamos encima a la población—. El jefe le pego una palmada en la cabeza y se la dejo ardiendo, este se aguantó el golpe, considero disparar, ya que el superior se encontraba desarmado, pero sabía que eso le costaría un fusilamiento, entonces se tragó su rabia y agacho la cabeza. El jefe del ejército rebelde levanto la mesa y esta se encontraba vacía, entonces le grito al hombre armado mientras le daba un puntapié en el trasero, ¡si ve idiota, malgastando la munición!, mañana lo envió a que siem
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