El planeta Tierra fue su hogar, el lugar donde nació y también el lugar donde murió. Muchas cosas pasaban por su mente: deudas y muchos problemas. Ahora ella era una adulta y debía depender de sí misma. Caminó por la inmensa ciudad con muchos deseos de regresar el tiempo atrás. Las noticias transmitían otro día de lluvia y más problemas gubernamentales, y cómo olvidar el fatídico rumor de una tercera guerra mundial.
El mundo estaba tan jodido como ella. Ver el cielo algo gris la hizo reflexionar sobre su vida. Tan inmersa en sus pensamientos, que olvidó estar en medio de una calle transitada. Incluso el pitar de los autos era molesto. "Joder, dejen de hacer ruido, solo un poco más de silencio".
Y ahora, ¿qué más podría pasar? La vida era injusta y no tenía muchas opciones. Regresar a una casa donde claramente tu padrastro desea tocar tu cuerpo de una manera ensañosa y lujuriosa no era una opción. Observó su maleta; solo era una pequeña bolsa con no menos de tres mudas de ropa. Era todo lo que poseía por ahora. En sus bolsillos había doscientos dólares, insuficiente para poder sobrevivir menos de dos días.
¿Cuál fue su error? Tal vez haber sacado el dinero, olvidando lo asquerosos que pueden llegar a ser los humanos. Cruzó el callejón hasta sentir un objeto filoso en su garganta. Sonrió con descaro; su vida era un sinfín de malos actos. No se negó a dar lo poco que traía encima, pero el hombre lamió su cuello, pasando su lengua por su piel hasta llegar a su mandíbula.
Podría permitir ser robada, pero no violada. Empujó al hombre que, por instinto, clavó su daga en la parte baja de su abdomen. El dolor insufrible y esa sensación de estar helada le causó pesadez.
¿Este era el fin? Al menos ahora no tendría que vivir llena de cicatrices incurables. Lamentó no haber podido hacer todas las cosas que hubiera querido. Esperó viendo cómo la luz se acercaba como si fuera un flash cálido de sol. Sintió terror de la muerte. No quería morir, en cierto modo se aferró a la vida.
Aferrarse a la vida ahora no era una opción, su alma ya no podría regresar a un cuerpo ya muerto. Ella era tan joven y tan desafortunada. El sonido de la ambulancia se escuchó cada vez más lejano hasta que se volvió un ruido similar, pero diferente. “Tuc-Tuc”.
¿Acaso ese era el sonido de una alarma? Abrió lentamente sus párpados tratando de darse cuenta de que todo fue un sueño. Con la poca energía que poseía, acarició su bajo abdomen donde el filo había perforado su cuerpo. ¿Extraño? No había dolor. “¡Fue un sueño!” Dijo aliviada.
Su mano recorrió su cuerpo desde su abdomen hasta la parte alta de su pecho. Había algo extraño, mejor dicho, una sensación diferente en su cuerpo. Su pecho estaba más liviano, mientras su parte íntima era más pesada. Era casi como estar tocando el cuerpo masculino.
Parpadeó viendo la alarma que seguía sonando. Era un holograma de un planeta con dos anillos. ¿Desde cuándo había tanta tecnología en la Tierra?
Un poco más tarde, sus memorias empezaron a cambiar, no solo cambiar mejor dicho, mezclarse entre sí. Era como implatar una memoria en un celular ya usado. Esa información recorría por su mente sin detenerse.
No estaba en el planeta Tierra. “Lexus” ese era el nombre del planeta donde estaba. Dos anillos, dos soles y cuatro lunas. Era información complicada, pero para este cuerpo era información básica.
"¿Este cuerpo?" dijo con decoro; fue entonces cuando se levantó asustada. Solo poseía una camisa tres veces más grande que ella. Un cuerpo delgado, sin pechos y sin sus partes íntimas comunes en una mujer. En cambio, poseía una polla algo pequeña y un cuerpo frágil.
"¡Soy un hombre!" No, no solo era un hombre, era un Omega. No supo cómo sentirse ante tales circunstancias. La información de estar en otro planeta ya era suficiente, pero estar dentro del cuerpo de un hombre era algo inesperado. Ciertamente, viéndose al espejo, poseía un cuerpo hermoso, delgado y frágil, piel fina y blanca, curvas definidas y un rostro algo angelical. A pesar de ser ahora un hombre, la sensación no era diferente a la de una mujer, pues en este planeta los omegas masculinos tienen el mismo estatus que las mujeres en la tierra.
Es algo llamado evolución genética. Esta r**a era humanoide, claramente parecidos a los humanos, pero de una forma diferente, pues ellos eran un nivel más avanzado. Por supuesto, también tenía información sobre el planeta tierra, pero este estaba clasificado en el ADN. Un planeta sin evolucionar. A pesar de poseer la misma genética, ellos consideraban a los del planeta Tierra algo de bajo nivel.
Debía tratar de tranquilizarse, en esta vida poseía tres hermanos. Sus padres ya muertos y sus hermanos mayores, ambos eran alfas de rango wail, mientras que su hermano del medio era un Omega, al igual que él. Pues ambos eran omegas dominantes o, mejor reconocido galácticamente, como omegas de rango wail.
Este mundo era diferente pero similar a la Tierra. La tecnología era por mucho más avanzada, pero la cultura era menos avanzada en comparación con la Tierra. Parecía una mezcla de la edad contemporánea pero con más civilización avanzada.
Su nombre ahora era Juno Clrethf. Su familia era bastante famosa por procrear Omegas y Alfas de grado Wail con gran belleza y popularidad. Como extra, no solía tener un gran vínculo con su familia, pero tampoco al extremo del odio. Pero ciertamente, con gustos diferentes.
Juno Clrethf estaba por cumplir los 20 años, una edad en la cual se reconoce al Omega como un adulto en edad de casarse. Fue presentado ante la sociedad a los 16 años como el hijo menor de la familia Clrethf, un marquesado con títulos y propiedades.
Por más que lo pensó, supuso que tal vez esta era una manera de recompensar su mala vida llena de pobrezas. Ahora era un adinerado hombre de la alta sociedad.
La idea de ser tratado como hombre seguía siendo extraña, pero nada que al menos su instinto femenino no pudiera soportar. Su único problema era su estatus alto. Al ser un noble, sus responsabilidades eran casarse y traer honor a su familia y civilización. Estando por comenzar la temporada, pronto su familia lo obligaría a contraer matrimonio.
Había pros y contras en todo esto. Su cuerpo era masculino, pero su alma femenina. Claramente, agradeció por lo menos ser un Omega, pues la idea de ser un hombre y tener que poseer a otra mujer le causó náuseas. Sin embargo, siendo Omega, los hombres estaban permitidos. Lo cual llegaba al segundo problema: sus hermanos. Entre ellos no había siquiera una mujer que fuera alfa u Omega.
Rayan era el mayor de todos y un alfa Wail. Después de la muerte de sus padres, él tomó el liderazgo como el alfa de la familia. Era un hombre orgulloso y bastante prepotente. Marlon era su segundo hermano alfa. Por su parte, este era un hombre de gustos diferentes y muy llamativo. Su tercer hermano era Nóa. ¿Cómo podría explicar la personalidad de Nóa? Un Omega Wail, hermoso y bastante vanidoso.
Mientras Juno era el más joven, otro Omega wail, pero menos agraciado y poco sociable. Por supuesto, esta información es sobre el verdadero Juno. Su reflexión terminó por ser interrumpida. La sirvienta entró y puso ropa sobre el mostrador. Le pidió que se cambiara y bajara a desayunar.
La ropa también era diferente, elegante pero no al grado de ser extravagante o muy formal. Se vistió y bajó las escaleras recordando, o mejor dicho, analizando lo ya vivido por el verdadero Juno. Era una mansión enorme y lujosa. La diferencia entre las estructuras arquitectónicas de la tierra, en comparación a este planeta era obvia. ¿Cuánto tiempo le tomaría a la tierra alcanzar este nivel?
Entrando en el comedor, un aroma asfixiante hinchó sus fosas nasales. No era desconocido, pues su cuerpo lo reconoció de inmediato. Era el espeso aroma de sus hermanos. Su cuerpo tembló mientras sus glándulas tragaron saliva una y otra vez. Solo miró a los hombres sentados alrededor de la mesa circular.
“¿Por qué estás parado?” Dijo el hermano Rayan, obligándolo a tomar puesto a su lado.
Tal vez se debía a que ciertamente él no era Juno Clrethf, lo cual significaba que no percibía el lazo de hermandad por parte de ninguno de ellos. En todo caso, se sentía como un Omega siendo presionado por un alfa. La extraña mirada de sus dos hermanos alfas se posó en él.
“¿Cuándo se eclipsa tu luna?” Esta pregunta lo hizo recapacitar. Su pre aviso del celo, llegó ase un mes. Teniendo las memorias de su anterior alma, su luna eclipsaría pronto.
“Todavía falta menos de ocho lunas”, dijo con tranquilidad. “¿Podría llegar a adelantarse?” Todo esto se debía a que su alma no reconocía las feromonas como tales de sus hermanos, haciendo que su Omega interior empezara a emanar feromonas.
“Aumentaré la dosis de supresores”, expresó con normalidad, cerrando el tema incómodo.
Ciertamente, no mintieron cuando se refirieron a su belleza. Desde el menor hasta el mayor, poseían una belleza sin igual. Sin embargo, siendo solo dos omegas en la familia, era cierto que Noa era mucho más hermoso que él. Sin embargo, no había razón para sentirse celoso o menospreciado.
Los cuatro poseían cabello de color marrón y ojos de color azul marino, excepto por sus hermanos alfas, que poseían un color azul metálico.
No importan las razones detrás de haber transmigrado a otro cuerpo, esta era una oportunidad que debía aprovechar y disfrutar. No solo tenía una nueva vida, sino también muchos, pero, muchos años por delante, ya que la expectativa de vida para los lexudientes era de más de trescientos años. Te consideraban mayor después de la 20° luna, pero no cambiabas de dote hasta cumplir las 150 lunas. Algo bastante favorable para alguien que disfrutaba vivir entre lujos y riquezas.
Astrid Miller había muerto. Disfrutaría esta oportunidad lo mejor que pudiera.
CONTINUARÁ...