MINI DIOSES

3109 Words
NARRA AITOR Inmediatamente quité esos estúpidos pensamientos de mi cabeza. Por supuesto que ese bebé tiene que ser mío. Me duele que después de tantas llamadas, no pudiera contestar una o responder un mensaje para decirme que estaba embarazada. Yo había sido un completo idiota, pero tampoco me merezco que me negara ser participe de este proceso que nos involucra a ambos. Me acerqué al ver que mi madre se acercaba furiosa hasta ellas. —¿Tú también te embarazaste de mi hijo? No cabe duda de que no tienes vergüenza. Maldigo el momento que se cruzaron por mi casa. No han sido más que desgracias para mis hijos —suelta y Susy se pone de pie, pero Jia toma su mano. —No le digas nada cariño, no te rebajes ante ella. Si no fuera porque conozco el buen corazón de Alan y el amor que les tiene, no permitiría ningún vínculo con esta familia. Hablan de desgracias y son provocadas por cosas que ellos mismos hacen. La vida da lecciones para que haya una enseñanza, no para seguir repitiendo el círculo una y otra vez —dice mi diosa viendo a Susy. Esa fue como una cachetada de guante blanco para todos los presentes. —¿Se les olvida quien les quitó el hambre hace cuatro años? —Cuestiona mi madre, viéndolas a ambas. Di un paso más cerca para intentar calmar la situación, pero mi abuelo tomó mi mano haciendo que me detenga. —No se atreva, señora. Usted a quien le abrió las puertas de su casa fue a mí, a quien le pagó por un servicio prestado fue a mí. En ningún momento recuerdo que lo que me pagaba era regalado. Mi madre no le debe nada a usted, ella trabajó para tener un pago. Aquí ustedes no nos han regalado nada y el único que nos ha dado algo fue el señor Iván al sacarnos del infierno en donde vivíamos. Nos acusa de provocar desgracias, que ironía. Su hijo está en una camilla dentro de un quirófano, no por mí, sino por Rebeca Sucolu, mi accidente fue literalmente provocado por ella. El secuestro de Khoa, el disparo de Alan, la caída del señor Iván… Todo eso fue culpa de Rebeca, no mía. ¿Qué le ha hecho mi mamá? ¡Nada! A usted nada le ha hecho. ¿Alguna vez le hemos pedido dinero? ¿Le hemos pedido alguna casa, carros, joyas? Conteste señora, porque lo que yo recuerdo es la cantidad de veces que nos ofrecieron dinero y nos negamos a recibirlo, aceptamos su ayuda de la casa por mi situación física en ese momento, si no, no la hubiéramos necesitado. Mi madre no necesita que la siga atacando de esa manera, tenga un poco de respeto por su hijo que se está debatiendo entre la vida y la muerte. Respete a mi madre que, aunque le pese y duela. Lleva a su nieto en el vientre —replica Susy, sin dejarse amedrentar por ella. Mi padre alejó a mi madre de Susy. Yo en ningún momento dejé de ver a mi diosa. Tenía una de sus manos acariciando su vientre y mis ojos no podían dejar de verla. Se miraba increíble en esa faceta. Jamás se me cruzó por la mente verla embarazada de un hijo mío, estaba realmente emocionado. «Voy a ser papá» La realidad nuevamente me golpea pensando en lo cerca que estuve de ella hace unos meses y no me bajé del auto, no intenté hablar con ella. Comencé a llorar sin poder controlarme. —¿Diosa porque no me lo dijiste? —dije y ella me miró de una manera que no podía explicar, en su mirada había decepción, dolor, enojo y cada sentimiento que escondía era peor que el anterior. Una parte de mí, sabía que se merecía todo su desprecio, pero la otra no, pues fueron 3 meses los que me dediqué a hablar y escribir sin parar y nunca atendió. —¿Estás bien? —le pregunta Susy. Yo me llegué a preocupar porque la vi un poco pálida. —Si cariño, solo que fue un largo viaje y no ha sido fácil esta tarea. ¿Podemos ir a otro lugar a platicar? —le pidió a Susy ignorándome por completo. Me acerqué a ella para ofrecerle mi ayuda y también se negó a aceptarla. —No te atrevas a tocarme, Aitor —dijo con molestia y fue como una daga para mí que me viera de esa forma tan intensa. —Tenemos que hablar Jia. No puedes sólo hacerme a un lado, no ahora por favor —supliqué, ella solo miró hacia un lado dejando ver un sonrisa algo sarcástica antes de volver a verme. —Si después de lo que paso me hubieras llamado hubiera entendido, por qué fue una reacción natural, pero no. Llamas 2 semanas después, tiempo suficiente para darme cuenta de que entre nosotros hay un abismo de diferencia, no solo la edad. Me costó demasiado poder entregarme de nuevo al amor y de que sirvió. Esto es lo único bueno que salió de eso —dijo llevando sus manos a su vientre. Luego ve hacia mi madre—. No te preocupes Cecilia, mantén a tu hijo lejos de mí. Así no tendrás que verme para nada. Por mis hijos no se preocupen, que yo me haré responsable de ellos, como lo he hecho con mis otros tres —comentó ella y se aferró al brazo de Susy y caminaron lejos de nosotros. Miré a mi madre con lágrimas en los ojos al mismo tiempo que me negaba a creer que ella causara tanto daño, pero el mayor culpable siempre seré yo. Por no defender mi amor por Jia, pero ya no. Aunque me vuelva a medir con la vara de la indiferencia y desprecio, no pienso dejarla sola ahora que más me necesita. —¿Lo sabías? —me preguntó mi padre y yo negué. —¡Ayuda! ¡Un doctor! ¡Auxilio! —escuchamos a Susy gritar y corrí hasta ellas. Mi corazón comenzó a palpitar a mil por hora cuando vi a mi diosa inconsciente en el suelo y entre los brazos de Susy, caí de rodillas a su lado. —¡Jia! ¿Qué le pasó? —cuestioné quitando el cabello que cubría su rostro. —No lo sé, me pidió que la llevará a emergencia, que se sentía mal y que no podía respirar. Luego se desmayó —responde Susy tocando la mejilla de su madre. Una enfermera se acerca con una camilla. Tomé a mi mujer en brazos para poner su cuerpo sobre esta. Caminamos hasta el piso de maternidad, veo como le ponen una vía en su vena, para sacarle muestras y hacerle exámenes. —¿Por qué no ha vuelto a recuperar el conocimiento? —cuestioné a la enfermera y ella me sonrió. Su presión es elevada, posiblemente esa sea la causa principal. También puede ser por estrés, por eso el médico indicó exámenes y un ultrasonido que vendrá hacer en un momento más. Miró a Susy un momento antes de sentarme a un lado de Jia y tomar su mano. —Debes irte, verte, no le hará bien —comenta y me negó a dejarla sola. —No Susy, no me pidas que me vaya —ella solo suspiró y negó. —Mira Aitor, mi madre está muy dolida, no sé qué pasó entre ustedes. Tampoco qué fue lo que se dijeron o hasta qué punto se lastimaron. Solo sé que mi madre es una mujer mayor, embarazada, que necesita descansar para poder tener un buen embarazo —Segundos después entró el médico con una máquina para hacer el ultrasonido. Muevo mis piernas ansioso, iba a conocer a mi hijo o hija por primera vez. —La presión arterial de su madre está muy elevada. Por su edad es normal hasta ciertos niveles, pero con el embarazo es mucho más constante un monitoreo. Vamos a realizarle unos exámenes para saber si necesita algún tratamiento. Por ahora veremos cómo está el bebé y qué tiempo de gestación tiene —Susy ayudó a levantar su camisa y su vientre se miraba muy hermoso. Sonreí porque me pareció ver movimientos sobre él. Él doctor puso el gel transductor sobre su vientre y comenzó a mover el aparato sobre este. Todo mi cuerpo se estremeció al ver como en la pantalla se podía apreciar parte del cuerpo de mi hijo. —Mucho más entendible que esté en esta situación —comenta. Susy y yo nos vimos preocupados. —¿Qué sucede doctor? ¿Hay algo malo con mi hijo? —cuestioné y el doctor me miró confundido. —La señora tiene seis meses con 2 semanas de embarazo gemelar —comenta y abrí mis ojos al máximo viendo hacia el monitor con una sonrisa en mi rostro. Eran dos, mi diosa me daría un par de pequeños traviesos. —¿Son dos? —cuestionó Susy con incredulidad. —Si y por lo que veo son mellizos. Este que está por aquí es el niño y vamos a ver si este que está en una posición algo incómoda se deja ver… Si aquí está, es una niña —comenta el doctor y yo no me lo puedo creer, tendré un hijo y una hija. Espero que esto que está pasando no sea un sueño, porque sufriré si así lo es. —Susy —susurra sin abrir sus ojos. —Tranquila mamá, te están realizando un ultrasonido para saber cómo están los bebés —le explica Susy con calma. —Vamos a tener un niño y una niña, diosa —mencioné lleno de emoción tomando su mano, pero ella la sacó de mi agarré. —Por favor, ya no quiero más problemas —dice ella esta vez su voz se quiebra haciéndome sentir el peor de los idiotas al ser el mayor culpable de todo esto. Me centré tanto en mi dolor que no me puse a pensar en que ella también ha estado sufriendo mucho más de lo que yo lo he hecho. —Sabía que venir no iba a ser una buena idea, pero ya estoy cansada Susy… —comenzó ella a hablar con su hija. Las palabras que dijo me dolieron. Pero estaba más que listo a recibir todo lo que se venga, con tal de volver a tener una oportunidad de hacerme perdonar. —Tranquila, todo va a estar bien. Ahora mira a mi hermano y hermana. — ella se sorprende al ver hasta el monitor. —¿La parejita? —preguntó hacia Susy, nuevamente ignorándome. —Ya que despertó, señora, sabe de algún cuadro clínico serio, le he mandado a realizar exámenes, pero aún no han venido los resultados —cuestiona el doctor ella mira asustada la vía en su brazo. —No, pero si me han tenido en constante vigilancia por mi edad y la presión arterial comenzó a dar problemas hace como un mes atrás —comenta y el doctor asiente. —Bueno, no miré nada fuera de lo normal, los bebés están bien. Debemos seguir vigilando esa situación. Descanse, después de revisar sus exámenes, sabremos si es necesario indicar medicamento. Debe reposar y no estresarse tanto —comenta y asentimos. El doctor sale de la habitación dejándonos solos. —Susy, ¿Podría hablar un momento con tu madre? —le pedí a Susy, necesitaba hablar con ella, esta conversación no podría dejarse para después. —Ve a ver cómo está Alan cariño, perdona por venir a darte más preocupación de la que ya tienes —le dice y Susy la calma negando y dándole un beso en la frente y sobre su vientre. —¿Por qué no me lo dijiste? —cuestioné y ella suspira. —No creí necesario decirte. Yo sola puedo cuidar y velar por ellos —dice y podía sentir un enojo brotar de lo más profundo de mí. —Significa que… ¿no me lo ibas a decir? —cuestioné y ella negó—. Diosa, ¡Por Dios! Son nuestros hijos, cómo podrías dejarme sin saber algo como esto. Yo tenía derecho a saberlo, estar contigo, con ustedes. Apoyarte y acompañarte en los últimos meses —dije poniéndome de pie caminando a quedar frente a la camilla. —Tú y yo no estamos, ni estaremos nunca más juntos. Eres un niño aun y no estoy dispuesta a terminar de criarte. De mis hijos me haré responsable yo, tú puedes seguir con tu vida como lo has hecho los últimos meses. Tú solo llamaste y escribiste, pero nunca me buscaste para siquiera darme la cara y decir que ya no había nada entre nosotros. Dejaste de llamar y de escribir como si lo nuestro no hubiera significado nada para ti. ¿Cómo iba a quedar yo, si era la que te buscaba para decirte de mí embarazo? No, no necesito nada de ti Aitor, y mis hijos tampoco. Podrás verlos, pero no lo harás como su padre. —Estas siendo muy cruel —solté, con un enorme dolor en mi corazón, pues, parece que nadie le dijo que si fui a buscarla, que el haberle dado su espacio a rehacer su vida había sido un error. —Cruel es para mí toda esta situación, dejarme envolver por alguien como tú, un niño que no sabe lo que quiere. Me niego a tenerte cerca en mi vida y en la vida de mis hijos, todos mis hijos —quería decirle tantas cosas, pero una enfermera entró a la habitación y me pidió salir, arrastré mi cuerpo hasta la puerta, no la vi, solo cerré la puerta detrás de mí. Me paré a un lado de ella y me deslicé por la pared dejándome caer en el suelo. Apreté mis ojos para contener mi llanto, pero fue imposible. Sus palabras me dolieron, sabía que no sería fácil volver a estar con ella, pero si cada intento de hablar o acercarme seria así. No sé cómo podré soportarlo. —¿Estas bien? —me pregunta mi abuelo golpeando mi hombro. Negué limpiando las lágrimas de mis ojos. —Ven, vamos a caminar un poco —caminamos juntos hasta la cafetería, donde mi abuelo pidió un café para ambos. —La perdí, los perdí para siempre, abuelo —el negó. —No has perdido nada. Ella está aquí, embarazada de tus hijos y ese será un vínculo entre ustedes que por más que ella quiera y desee no puede negarte. Te aconsejo que por los días venideros, déjala descansar. Su embarazo, puede ser peligroso a su edad y el estar estresada no le hace bien a mis bisnietos. Dedícate a conquistarla como lo hacías antes. Pide perdón de todas las maneras posibles, eventualmente tendrán el momento de poder aclarar todos sus sentimientos y todo lo que pasó en estos meses. Dale y respeta su espacio, pero dejándole bien en claro que estas presente para ella y tus hijos. Hasta yo ya me hice bolas, pero no quiero verte como te acabo de ver. Un Galeano puede llegar a ser un completo idiota, pero un derrotado jamás. No seas el primero, aquí todos hemos peleado esa batalla y hemos triunfado. Persiste, resiste, pero nunca desistas de ese amor que sientes por ella. Por más negativas que te encuentres en el camino. Si es de verdad no hay nada que pueda contra él —asentí con una sonrisa. —Gracias viejo —dije ganándome una mirada seria de su parte. —Viejos los caminos, muchacho. Tú apenas vienes comenzando a vivir. Agradece que te dé consejos de vida gratis —me ofrece su mano y yo la tomé—. Recuerdas que te dije que eventualmente llegaría la hora de confrontar a tu madre —asentí recordando las palabras y los sucesos de ese día a la perfección. —Ahora es cuando debes tomar un bando y no necesitas que te diga cual es el más importante —asentí y tomé mi café en unos cuantos tragos. —Iré a verla —asiente con una sonrisa y me dispongo a ir hasta la tienda que hay dentro del hospital. Compró un pequeño oso con la camisa azul que dice “Soy un niño” y una osita con un vestido rosa que dice “Soy una niña”. Al mismo tiempo que una rosa para la futura mamá de mis hijos. Subo al elevador y nuevamente me llenó de emoción ante la noticia que seré padre, dándole sentido a las palabras de mi abuelo. Ellos nos mantendrán unidos para siempre, por lo que no pienso desistir esta vez. Al estar en el pasillo, observo que el doctor está entrando en su habitación nuevamente. Me apresuro para poder escuchar y saber si hay algo de que preocuparse por la salud de ella o de nuestros hijos. —Todos sus exámenes salieron muy bien, tal parece que su presión es guiada por estrés ya que sus niveles en sangre están dentro de lo normal. No hay preocupación de una posible preeclampsia por lo momentos, pero hay que seguir con el monitoreo constante, debe evitar situaciones de estrés, exigencia física, comer sanamente y monitorear cualquier cambio o incomodidad de su cuerpo. —No se preocupe doctor, yo estaré pendiente de eso —dije y ella rodó los ojos. Puse los ositos en la mesita a un lado de la camilla. El doctor asiente y me entrega una hoja con consejos e indicaciones sobre cómo controlar la presión arterial en casa y una sana alimentación para ella. —Por la hora, recomiendo que se quede a descansar por el resto de la noche. Ya mañana por la mañana, podrá irse a casa —dice el doctor y ella asiente. El médico sale de la habitación y nos deja solos de nuevo. Me acerqué a la cama y quise tomar su mano; sin embargo, mi atención fue enteramente a su vientre abultado. Sin tocarla, me acerqué y apoyé mi cabeza sobre él, viéndola a ella. —Hola mis pequeños, mini dioses. Me presento, soy Aitor, su papá —sonreí de emoción al sentir como hubo un movimiento algo fuerte sobre él. Ella quiso darse la vuelta, alejándome, pero acaricie su vientre con su mano. —Mamá está muy enojada con papá, pero no quiere decir que no los ame más que a mi vida. No habrá poder sobre la faz de la tierra que me separé de ustedes, solo la muerte podrá hacerlo. ---------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2307154839257

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