JAMÁS ME IBA A PERDONAR

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NARRA AITOR Terminé de leer el mensaje de mi madre y mi teléfono se quedó sin batería. Corrí hasta mi habitación. Donde busqué un bolso y puse algo de ropa dentro de ella. Necesitaba controlar cualquier cosa que mi madre tenga en mente. Ese “Esto no termina aquí” premunía peligro. Posiblemente lo correcto sea ir detrás de Jia, pero después de haberle gritado y hablado de esa manera; no me atrevo. No tengo cara de ir detrás de ella después de lo sucedido. Esperaría a calmar la situación con mi madre para poder presentarme frente a Jia, pedirle perdón por la estupidez que había cometido. Estoy seguro de que ella entenderá. Llegué al aeropuerto y busqué entre las aerolíneas un vuelo próximo que me llevé hasta Zaragoza. Mi teléfono seguía sin batería y aunque lo puse a cargar mientras esperaba el momento de embarque no funcionaba. Una vez en el avión le pedí al hombre que estaba sirviendo café si había una manera de cargar mi teléfono. Aunque se negó, tuve que rogar al ver mi ansiedad. Tomó el teléfono y se lo llevó con la promesa de ponerlo a cargar. Fueron las dos horas y media más eternas de mi vida. En un momento que cerré mis ojos la imagen del momento donde le grité y culpé a mi diosa, golpeó mi memoria. Me enfurecí y sin querer golpeé el asiento del pasero de enfrente de mí. —¡Oye! —gritó la señora enfrente de mí. —Lo siento, lo siento —me disculpé con pena, al verla toda asustada. El piloto notificó que comenzaría el descenso y que debíamos permanecer en nuestro asiento y colocarnos nuestros cinturón de seguridad. Cuando ya autorizaron bajarnos del avión, que al joven que me ayudaría con mi teléfono. —Aquí tiene joven —me dijo al no más ver que me acercaba a él. Lo tomé y encendí mientras caminaba por el pasillo a la puerta del avión. Fui a mis llamadas y presioné el número de mi diosa; sin embargo, no tuve el valor que hacerlo. Llamé a mi madre a preguntarle a donde se encontraba. Al decirme que se encontraba en la casa de mis tíos Luz y Tiago decidí ir hasta la casa ya que ahí es donde se encontraba Liam. Llegué a la casa y me encontré con mi primo aun un poco asustado. —¿Tú sabes que es lo que sucede? Llamé a mi madre y me dijo que había pasado algo con mi hermano, pero que no me preocupará. Que cuando ella pueda vendrá a explicarme o me llamará —me pregunta desde que cruce la puerta. —No, la verdad es que vine porque paso algo allá en Londres y necesito solucionarlo con mi madre. —Pues si deseas hablarlo, soy todo oídos. Te vez algo agobiado. ¿Tan serio fue? —cuestionó. Suspiré y caminé hasta la cocina en búsqueda de algo de agua, pues no había comido en todo el dia. —¿Te ayudo con algo de comer? —cuestionó tomándome por sorpresa. —¿De cuándo acá tan amable? —el bajó la mirada y yo me di un golpe mental. No cabe duda de que ser idiotas e imprudentes es de familia. —Lo siento, no debí… —el niega con una sonrisa. —No te preocupes, las terapias me están haciendo muy bien y también cierta compañía con una hermosa chica —dijo y lo miré sorprendido—. Si es algo que no debería pasar en estos momentos que estoy apenas recuperando y descubriendo quien soy de nuevo, pero Zafiro se metió en mi alma. —Con que Zafiro, tiene un bonito nombre. Me alegra mucho por ti y que todo lo que esté pasando sea para verte bien y feliz con la persona correcta —asiente y va hasta el refrigerador. Saca una carne del refrigerador y la condimenta. —Sabes que este no es mi fuerte —-dice señalando la cocina—. Pero el asador, ese y yo si nos llevamos bien —sonreí y mientras asábamos la carne le conté lo que había pasado. —Creo que no tengo el placer de conocerla, pero debe de ser una mujer muy bella para que te hayas enamorado de ella. Sin embargo, no soy el mejor para decirte esto, pero creo que cometiste un terrible error. Creo que fallaste como novio y hombre para ella. Te recuerdo que una mujer como ella necesita de un hombre que le dé estabilidad en todos los sentidos y tú a la primer prueba saliste corriendo. Te lo dice una persona que siempre se dejó amedrentar y amenazar por su propio hermano. —Entiendo lo que dices, no obstante, sabes que mi madre no es una persona de fiar. Vine porque quiero dejarle en claro que, aunque no le guste mi relación con Jia, no me impedirá estar con ella. —Si es que tienes una relación aún —lo veo con la ceja alzada—. Lo siento, pero parte de surgir a mi realidad, debo de ser honesto y directo con lo que pienso, y en este momento creo que el que este aquí dice lo mucho que te interesa más lo que piense mi tía, que estar con la mujer que dices amar —dice golpeando con una sofocante realidad. Su teléfono suena y contesta con una sonrisa. —Hola, ¿Cómo estás? —lo escucho decir, mientras camina hasta una tumbona. Dejándome solo en la mesa comiendo. Miro mi teléfono donde a caído un mensaje. Mi cuerpo en tero tiembla ante la posibilidad de que sea de mi diosa. Mas no era de ella, si no de Argus y eso era un peor. Ya veo que, para los hombres como tú, su palabra no vale nada. -Argus Me sentí insignificante en ese momento. Marqué su número, pero fue directamente a buzón. Así que le escribí un mensaje. Diciéndole donde le explicaría después; sin embargo, el mensaje nunca se entregó porque decía que fue imposible enviarlo. Lo que solo significaba una cosa. Argus me había bloqueado y lo confirmé cuando al entrar a sus r3d3s Soc!ales su perfil jamás me apareció. Tal parece que había perdido su confianza y su admiración al haberle fallado en lo que le prometí y aseguré que jamás pasaría, causarle dolor a su madre. La noche llegó, mis padres no habían llegado. Así que me acosté en mi cama y comencé a pasar cada una de las fotos que tenía guardadas en mi teléfono. En todas mi diosa sale con una brillante sonrisa y en otras salimos besándonos. La puerta de mi habitación se abrió y era mi padre. Inmediatamente que me miró suspiró y se aventuró a caminar hasta mi lado. —No sé porque que mis hijos son tan estúpidamente impulsivos. David actuando a escondidas de Sandy, Ángel lastimado a Clara, Alan huyendo de Susy ¿y tú? —cuestionó negando. —Aquí haciéndola de mártir, en lugar de estar allá en Londres con Jia —sus palabras me toman por sorpresa. —¿No estas molesto? —No, me molesta que no hayas tenido el valor de confesar tus sentimientos hacia Jia desde que comenzó lo que sea que sientes por ella. Creo que uno como padre llega a ese punto donde lo único que quiere es que sus hijos estén bien y felices con las decisiones que tomen para su futuro. Tu estas a nada de graduarte como profesional. Ya eres completamente independiente de nosotros. ¿Por qué tendría que molestarme tu relación con Jia? —cuestionó con la ceja alzada. —No lo sé, quizás por la diferencia de edad —rodó los ojos y negó ante mis palabras. —Mira hijo, te diré algo y quiero que guardes perfectamente estas palabras en tu mente y corazón. Yo los amo a todos por igual, todo son una parte de mí y de la mujer que amo. Aun si alguno de ustedes tuviera preferencias sexuales diferentes, no dejaría de amarlos, de sentirme orgulloso de ustedes y apoyarlos en lo que me sea permitido. Ustedes son libres de hacer su vida como y con quien lo deseen. Si Jia es tu vida y felicidad, no voy a impedírtelo o prohibírtelo. Por otro lado, tu madre es la que me preocupa. Ella si esta cegada pensando en que es Jia la que te tiene bajo su red y porque conozco a la mujer con la que me casé. Se por experiencia que no habrá forma de sacar eso de su mente. No te digo esto para preocuparte, si no para prepararte porque lo que se viene con tu madre estoy seguro de que traerá mucha tempestad —sus palabras me dejaron con una extraña sensación en la boca del estómago, hasta el punto de que me dieran ganas de vomitar. Salí corriendo al baño y aunque quise liberar esta horrible sensación no pude. —Tranquilízate, estas bajo mucha ansiedad. Por hoy descansa, tu madre se ofreció en cuidar a la bebé ¿Has comido algo? —Cuando mi estomago volvió a la normalidad asentí, pero alcé mi ceja ante la mención de una bebé. Bajamos juntos al comedor y mi padre nos explicó a Liam y a mí los por menores de la situación que se ha suscitado. —Conocí a Libby, era una chica muy dulce e inocente que mi hermano solo quería para… —el callo y negó apretando sus labios. Es una tristeza lo que le ha pasado a esa joven. Seguimos charlando hasta que cada uno se despidió y fue a su respectiva habitación. Yo no pude dormir, no podía dejar de pensar en mi diosa. Miré el teléfono una y otra vez. Pensando en que decirle si me contestaba. Le pediría perdón ¿y luego que haría? ¿Prometerle que no volverá a pasar? ¿Que estoy en Zaragoza por órdenes de mi madre? No, no me atrevía a siquiera llamarla. No tenía perdón, ni fundamentos, ni explicación a mi forma de reaccionar. Me siento igual que el idiota que la lastimó por muchos años. Pasé toda la noche culpándome y buscando recuperar el control de mi vida, mis emociones y mis acciones, pero todo se fue al carajo en el momento que llegó mi madre a casa. —Necesito hablar contigo —dije mientras se servía un poco de café. —Si es de esa mujer, pierdes tu tiempo. No permitiré que te tenga bajo su dominio. Primero muerta que ver como mi hijo se une a una mujer como ella. Ella no sabe quién soy yo, pero yo si se quién es ella y conozco todos sus secretos. Principalmente sé de qué pata cojea, Tiam —la miré sorprendido, completamente anonadado por lo que acaba de decir. —¿Te estas escuchando? ¿Cómo serías capaz de hacer eso? —ella siguió mezclado la azúcar en su café. —Como lo escuchas, tu vuelves con esa mujer y ella pierde a su hijo —ella se sentó y le dio un sorbo a su café. Esta mujer no era mi madre, me estaba llevando una decepción con ella. Creí conocerla, sabía que la noticia no le gustaría, sin embargo, jamás creía que se atreviera a amenazarme para alejarme de ella. —Te desconozco, ¿Como puedes utilizar su pasado en su contra? —cuestioné furioso. Ella solo desestimo mis palabras encogiendo sus hombros. —Estas más que advertido Aitor, no quiero contacto entre ustedes si no, lo hago, te lo juro que lo hago. Sabes que tengo mi manera de averiguarlo —sin decir nada más salió en dirección al jardín. Dejándome con un dolor incomodo en mi pecho. Debía tomar una decisión, y no estaba listo para hacerlo. En este momento donde me siento con demasiado sobre mis hombros. No podía pensar en nada más que, Tiam, no puede salir afectado por mi culpa. Amaba a ese niño y no podía ponerlo en peligro. Pasaron cuatro días y sí, no había llamado a mi diosa. Con temor a una regañada o más de parte de mi hermano al no contestarle sus llamadas. Me decidí por marcarle. Como era de esperarse me dijo un sinfín de cosas que me merecía al ser tan cobarde. —No puedo creer que te tomara toda una semana llamar a preguntar por el caos que dejaste aquí —espeto Alan molesto. —Lo sé, y no te voy a debatir en todos los insultos que desees decirme, porque soy consciente que los merezco todos. —Al menos estamos de acuerdo en algo —comenta. —¿Susy y Khoa, Jia, Argus y Tiam? ¿Cómo están? —pregunté con vergüenza. —Pues, —comenzó dejándose guiar por el silencio. —¿Qué sucede Alan? —el silencio duró un par de segundos más. —Se fue dos días después de lo que pasó, con la excusa de pasar un tiempo con su hermana —sus palabras fueron como una daga caliente en mi pecho. Ella se había ido y estaba seguro de que jamás me iba a perdonar. Al igual que yo por no haber podido reaccionar como debía. Por no haber defendido nuestro amor. ---------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 23071548392
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