"Sí, sí." Madison dio un paso adelante e hizo una reverencia.
La familia Lanes era rica y próspera, por esta razón se hacía inútil que Natalie buscara ayuda de nadie y todos sus esfuerzos serían vanos.
Sin embargo, el hecho de que su hija ya no fuera virgen podría preocuparle, aunque ella esperaba que el tonto de la familia Lanes no se diera cuenta de este detalle.
"Vamos, andando, tenemos que irnos ", dijo Sarah.
"¡No, no quiero ir!", gritó Natalie de repente y resistiéndose.
Su pensamiento había sido cercado por la confusión, por lo que las ideas iban y venían. Tenía que ganar tiempo, de lo contrario, sería demasiado tarde para ella si cayera bajo el dominio de ese tonto.
"Mi prometido vendrá y me salvará", alertaba Natalie a Sarah mientras la miraba con rencor.
