Llegada la noche Peter fue más feliz que nunca a su casa, no estaría ligado a una noche de copas por el resto de su vida, Peter tenía claro que un hijo es una bendición pero con la persona correcta.
—Buenas noches amor— Dijo Peter tan pronto entró a la habitación con una malteada de fresa en manos.
—Buenas noches mi vida, no te esperaba tan temprano— Le respondí mientras me levantaba del sofá que está en nuestra habitación.
—Quería venir para estar contigo mucho tiempo de esta noche, ver una película y tomar una malteada de fresa juntos— Respondió Peter mientras me daba un beso en mi frente.
—Que bueno mi amor, últimamente trabajas mucho, por que no cambiamos los planes y salimos a cenar?— Le pregunté mientras lo llevaba a sentarse y me sentaba sobre él.
—Como decirte que no? Salgamos
