—¡La virgen santísima! — Carlos se queja por décima vez—Tengo un puto hambre.
—Siempre tienes hambre— se carcajea Misael.
—Tú eres el rey de las ridiculeces Carlos— Francis voltea a verlo— Estamos en el medio del bosque sin nada de nada y tú piensas en tu estómago.
—Estoy en una etapa de crecimiento muy importante en mi vida— dice el mexicano.
—¡Carlos! ¡Tienes veintiún años! — ríe Víctor.
—Hay cosas que siguen creciendo— ríe.
—Mejor cállate— masculla el francés.
—¿Y si te canto? — sonríe el muchacho. —Yoooo.. tengo un elefante que se llama trompita, que mueve las orejas llamando a su mamita, pero su mamá le dice...
—¡Es el colmo! — el rubio se lanza contra el mexicano y ambos ruedan por el suelo.—¿De dónde te apagas?
—Tengo una palanca cerca de la próstata, ¿Quieres hacer los hon
