Capitulo 1: Introducción
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INTRODUCCIÓN
Mi nombre es Antonella Watson.
Mis padres y amigos suelen llamarme Nella.
Actualmente tengo 23 años y estoy por entrar a la escuela de leyes en la universidad de Michigan.
Estoy ansiosa, es algo nuevo para mí. Si bien la mayoría de mis compañeros serán cuatro años menores que yo, no me sentí lista para la universidad hasta ahora.
Mi vida a tenido altibajos, mis padres siempre han sido mi más grande apoyo.
Verán, desde que era niña siempre supe que era diferente, que no era igual al resto, incluso como si estuviera rota. No fue hasta primaria que una maestra notó comportamientos inusuales en mí, que mando llamar a mis padres y luego de una charla en la que yo no estuve presente, me llevaron con una psicóloga, un neurólogo y un neuropediatra.
Al final, determinaron que me encontraba dentro del espectro autista por muchas de mis características. Tengo poca comprensión de la literalidad, lo que muchas veces puede resultar gracioso para algunas personas y se aprovechan de mi ingenuidad.
después de la primaria, comenzó el infierno, pues la secundaria era un verdadero campo de batalla donde los más débiles son carne de cañón. Y yo era una de esas.
Si iba al baño me seguían y me golpeaban y metían mi cabeza al excusado, cortaban mi cabello.
Era una pesadilla, pero no podía pedirle a mis padres que me cambiarán de escuela porque acabábamos de mudarnos de ciudad.
Había un chico en particular que me acosaba más que los demás,
Su nombre era Tomas Allen, un rubio alto, fornido de ojos grises que realmente disfrutaba torturando a los que eran como yo.
Aún recuerdo el primer día en que me cruce en su camino. El me vio y me siguió por todo un pasillo diciéndome cosas obscenas y yo solo lo ignoraba, entonces el me jaló del cabello y me metió a un armario. Yo intentaba gritar, pero me tapo la boca con su mano.
— ¿Te crees muy lista eh tarada?— Decía mientras acercaba su cara a mi oído, podía sentir su aliento y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
— Haré de tu vida un infierno si no te vuelves mi mascota ¿Me oíste?— El solo tono de su voz me causaba escalofríos, no podía contener mi miedo y seguramente mi cara lo reflejaba.
El parecía disfrutar de eso y me apretó más contra la pared.
— Vaya, ¿Qué tenemos aquí? Será divertido darte un follón de vez en cuándo.— Esbozo una sonrisa realmente lasciva e intimidante.
Yo realmente solo quería desaparecer, o desearía tener una habilidad útil para defenderme.
Mentalmente pedía ayuda a gritos, pero nadie podía oírme, el seguía tapando mi boca, mientras con su otra mano me tocaba un seno. Yo solo sollozaba
La campana de inicio de clases sonó y el detuvo lo que estaba haciendo.
— Ni una palabra de esto a nadie, ¿me oíste? O te irá peor— Decía mientras abría la puerta del armario y salía dejándome sola y perturbada en la oscuridad.
Los días pasaban con aparente normalidad, algunos estudiantes me molestaban, pero era lo "normal", podía lidiar con eso.
Y entonces un día de camino a casa, me volví a topar con él.
Al verlo, me paralice por unos segundos e intente cruzar la acera para evitarlo, pero supongo que me puse tan nerviosa que mi fallido intento por pasar desapercibida tuvo el efecto contrario.
Intenté caminar más aprisa y para acortar camino me metí por un callejón. ¡Gran error!
Quise correr el último tramo del callejón y salir del otro lado, pero entonces sentí un gran golpe en la cabeza y lo último que recuerdo es ver como todo se oscurecía a mi alrededor.
No sé con exactitud cuanto tiempo pasó. Cuando me desperté estaba en un viejo sofá, de lo que parecía la guarida de un drogadicto. Con mi blusa desabotonada y pude notar un par de hematomas en mis pechos.
Realmente estaba aterrada.
¿Acaso había abusado de mí estando inconciente?
— Cogerte inconsciente no parece ser tan divertido— Escuche su voz proveniente de un rincón oscuro de esa pocilga.
Dí un grito aterrado mientras me acomodaba la ropa y comprobaba si había llegado más lejos.
— No te hice nada, como te dije, no es divertido si pareces un cadáver.— Me dijo mientras fumaba un cigarrillo de marihuana.
— Ten, dale una fumada. Te ayudará a sentirte mejor— Me dijo con voz calmada.
Yo solo lo miré, traté de analizar la situación, pero todo era una mierda de confusión, sabía que se pondría violento si lo ignoraba o rechazaba, ¡Me había dado un golpe en la cabeza! así que con mi mano temblorosa le acepté el cigarrillo, le di una fumada y comencé a toser. Él se rió.
— Debes jalar despacio y guarda el humo en tus pulmones, luego lo exhalas, inténtalo otra vez.
Obedecí a lo que decía para que no volviera a lastimarme, tal vez si hacía lo que el decía, solo tal vez no me iría tan mal. El parecía complacido de verme obedecer.
No sé si fue efecto de la droga, pero después de algunos minutos tuve el valor de preguntar
— ¿Porque me haces esto? ¿Porque te metes conmigo?
— Porque quiero. Porque sí. No lo sé, desde que te vi, supe que tu serías mi nueva"mascota", así que siéntete
afortunada, ser mi mascota tiene sus ventajas, pero solo si eres obediente, o de lo contrario te castigaré como hoy— Dijo antes de seguir con su cigarrillo —
Ya puedes irte.
— Yo no te he hecho nada, por favor déjame en paz. — Le dije con voz calmada, quise tratar de verme segura.
— Aun no has entendido nada cachorrita. Yo mando en el instituto, a nadie le gusta llevarme la contraria. Y no te dejare en paz, hasta que me aburra de ti o llegue otra mascota más interesante.
Esta vez dejare pasar tu insolencia, pero cuidado en no obedecerme o sufrirás las consecuencias. Ya lárgate— Me dijo
Tomé mis cosas y me fui. Mientras caminaba hacia mi casa no podía dejar de pensar en que problema me había metido.