—Buenos días, Derek —le saludé. Era el final de mi segunda semana de trabajo y estaba disfrutando cada minuto de ello, más o menos. No disfrutaba caminar pasando a Liz todas las mañanas y todos los demás todavía me miraban de forma extraña y estoy bastante segura de que hablaban de mí a mis espaldas, pero realmente disfrutaba trabajar con Derek. Él ha sido amable conmigo y es fácil trabajar con él. No sé por qué despidieron a tanta gente antes. No era un trabajo difícil y Derek era increíble. No iba a ninguna parte próximamente si podía evitarlo.
—Buenos días—me respondió, casi sorprendido de verme. Parecía perdido en sus pensamientos.
—Dejé tu desayuno en tu escritorio —dije en un tono alegre.
—Gracias —suspiró.
—¿Todo está bien? —pregunté, siguiéndolo a su oficina.
—Sí... no...— negó con la cabeza, —tengo otro negocio que manejo y está hecho un desastre ahora. — Se dejó caer en su silla.
—Eres un hombre ocupado en verdad. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?
—No, pero gracias. —Sonrió.
—Por supuesto. Tengo tres mensajes para ti cuando estés listo —comencé.
—Dime.
—Jeff dijo que regresaría a la otra oficina hoy. No esperes.
—De acuerdo.
—El señor Morroison llamó, está interesado en reunirse contigo la próxima semana, quiere hacer negocios contigo.
—Genial, ¿puedes llamar a su oficina y concertar algo?
—Ya lo hice. Te reunirás el miércoles por la mañana a las 10 am. —Sonreí.
—Fantástico y ¿el último mensaje?
—Tu cuñado, Edward, llamó. Dijo que te dio un poco más de tiempo, pero Howard querrá una respuesta para la primavera. —Lo que eso signifique.
—De acuerdo— suspiró.
—Hoy tienes una reunión telefónica a la 1 pm con el señor Brown sobre acelerar los envíos. Y también le dijiste al señor Johnson que le devolverías la llamada hoy para revisar su acuerdo con nosotros.
—Perfecto, gracias —Derek suspiró, saboreando su emparedado de desayuno casi terminado.
—Ah, y ya pasó una semana, ¿pueden salir estos? —dije, mostrándole mi mano que casi estaba curada.
—Mm-hmm —tarareó, llevándose el último bocado de su comida a la boca. Sacó un kit médico sellado de su cajón, claramente listo para mí, y despejó un espacio en el borde. —Siéntate —dijo, golpeando el escritorio.
—Gracias —dije, acomodándome en su escritorio para que mi falda no subiera demasiado. Tenía un guardarropa limitado, pero Derek me dijo que usara la tarjeta de la empresa para comprar cualquier ropa de trabajo nueva que necesitara. Supongo que ellos pagan los uniformes de sus empleados. Solo se esperaba que me vistiera bien, así que tenía muchas opciones. Pedí algunas cosas en línea, pero todavía estaba esperando que llegaran. Tuvimos algunos retrasos debido al clima, así que revisé lo que ya tenía, eligiendo una falda que era un poco más corta de lo que me gustaba para un entorno de trabajo, pero como solo venían Derek y Jeff, pensé que estaría bien. No era como si estuviera doblando intencionalmente y mostrando lo que mi mamá me dio.
—Esto sanó muy bien —reflexionó, quitando suavemente lo que quedaba de cada punto. Su tacto era adictivo. Estaría mintiendo si dijera que no lo había pensado en más de una ocasión desde que empecé aquí.
—¿Algún plan divertido para este fin de semana? —pregunté, tratando de distraerme del espectáculo erótico que mi cerebro estaba montando.
—No, no realmente. ¿Y tú? —preguntó él.
—Voy a ser una ermitaña. Tal vez estudie un poco, pero técnicamente no tengo que hacerlo.
—¿Estudias?— preguntó.
—Sí, estoy en la universidad para convertirme en analista de datos. Solo estoy tomando dos clases ahora. El próximo semestre tomaré otras dos y luego podré hacer mis exámenes finales—.
—Hm.
—Dios, su colonia es intoxicante. Sé que dijo que no usaba ninguna pero juro que huele como una fogata. Tal vez pasa mucho tiempo afuera cuando no está en el trabajo.
—¿Qué haces para divertirte? —pregunté, mi curiosidad se apoderaba de mí.
—No tengo mucho tiempo para divertirme en estos días —suspiró—, pero me encanta estar al aire libre.
—¡Ja! ¡Lo sabía!
—¿Sí? —presioné. Asintió y continuó trabajando. —Me gusta ver películas —dije, esperando que se abriera un poco más. Nuestras conversaciones siempre eran muy limitadas, Derek no hablaba mucho y mantenía todo muy profesional. Lo cual estaba bien, solo quería un poco menos de conversación seria a veces. Era realmente la única persona con la que hablaba aquí.
—¿Qué tipo de películas? —preguntó, sorprendiéndome.
—Casi cualquier cosa. Excepto aquellas en las que la gente sale de la televisión —me reí.
Derek me miró con una expresión extraña por un momento antes de responder con un “Hm”.
Supongo que hoy no nos sentíamos muy charlatanes.
—Listo, todo resuelto. Como nuevo —dijo, maravillándose de su habilidad.
—Gracias —dije, saltando de su escritorio y volviendo a acomodar mi falda.
—¿Qué hacen ustedes aquí?—Llegó Trish apresuradamente.
—Trabajo —Derek respondió de forma seca.
—¿No ven las noticias?— resopló ella.
—No.
—No.
Ambos respondimos al unísono, lanzándonos una mirada.
—Hay un huracán en camino, el clima ya está empeorando. Habrá una prohibición de conducir pronto. Lin- quiero decir, envié un correo electrónico anoche diciéndoles a todos que se quedaran en casa. Solo vine a buscar algunas cosas y me voy de aquí. Tú también deberías irte —regañó, saliendo inmediatamente después.
—Recoge tus cosas, te acompaño —dijo Derek, tomando sus llaves y billetera.
Salí apresuradamente de su oficina hacia mi escritorio, agarrando mi chaqueta y bolso mientras hacía una lista mental de qué comprar en el supermercado antes de ir a casa. Planeaba ir después del trabajo hoy, pero supongo que tendré que ir ahora.
—Conduce con cuidado —dijo Derek desde el elevador —. Llega directo a casa.
—¿No te vas? —fruncí el ceño.
—Lo hago, solo olvidé algo.
—De acuerdo, cuídate. —Asentí y me puse la chaqueta, dirigiéndome al ventoso estacionamiento. Será mejor que me apresure.
El trayecto al supermercado fue caótico, la gente conducía como loca y la tormenta ni siquiera había comenzado, aunque era evidente que comenzaría pronto. Afortunadamente, pude encontrar un lugar para estacionar. Desafortunadamente, estaba en el extremo lejano del estacionamiento. Pensé que iba a ser arrastrada por el viento fuerte. No había carritos de compras disponibles, así que agarré una de las últimas canastas y comencé a abrirme paso entre el caos de personas que tomaban alimentos al azar. Solo necesitaba algunas cosas: huevos, leche, pan, embutidos, comidas congeladas, pasta, salsa de pasta, sopa enlatada, cereal, sal, pasta dental... maldición. Necesitaba más de lo que pensaba.
Me paseé por los pasillos, desconcertada de que toda mi comida habitual se hubiera agotado por completo. Me vi obligada a comprar productos frescos y carnes crudas. Supongo que ahora tendré que aprender a cocinar. No me emocionaba demasiado la idea, pero tener comida era mejor que no tenerla. Me llevó más tiempo del que hubiera querido, pero finalmente regresé a mi automóvil sin ser pisoteada ni atropellada por un automóvil. En el viaje de regreso a casa, comenzó a llover a cántaros. Por supuesto, mi limpiaparabrisas izquierdo necesitaba ser reemplazado. Tuve que agacharme durante todo el trayecto para ver a través del pequeño espacio despejado en la ventana del conductor.
Cuando llegué a casa, rápidamente guardé todo y me puse unos cómodos pijamas de felpa y mi batín morado favorito. Recogí mi cabello y luego apliqué una capa espesa de mi mascarilla facial verde. Hora de acurrucarse. Tal vez finalmente pueda ver todos los episodios de las series que tengo guardadas en mi cuenta de Netflix. Por suerte, tenía todo el trabajo escolar al día, así que no me sentía culpable por ser una holgazana. Estaba varios episodios adentrada en mi serie cuando escuché golpes en la puerta.
—¿Jessica? —grité, acercándome a la puerta. Espero que esté bien. El clima empeoraba por minuto. Normalmente ella se mantenía a sí misma, por lo general era yo quien se comunicaba con ella. Era una introvertida severa. Algo debía estar mal si venía a mí en primer lugar.
Abrí la puerta, dejando caer la mandíbula.
—¿Derek? ¿Qué haces aquí? —pregunté.