Caio Houston: Cuando llego a la boda, veo a Vitor, Rafael, Otto y Guilherme; ellos no notan mi llegada, pero la señora Moretti, que está cerca, se acerca caminando hacia nosotros. —Qué alegría verlos aquí —dice la señora Cleide, madre de Rafael, mientras nos recibe. —Buenas tardes, Cleide, es un placer haber sido invitados —saluda mi padre. —Buenas tardes, Gustavo, gracias por asistir. —Estás magnífica, amiga mía —mi tía abraza. —Tú también estás espectacular —responde mi tía. —Caio, me alegra que viniste, ¿tus hermanos no pudieron venir? —pregunta. —No, ellos llevarán mis cosas al aeropuerto de la ciudad —respondo, en parte porque es verdad. —Ah, cierto, tienes un viaje programado —responde. —Sí —digo, tratando de no alargar el tema. —Amigo mío, qué bueno que vinieron —Daniel M