Caio Houston: El hombre está con la mano extendida, pero yo solo lo miro con cara de pocos amigos, sin importarme las personas que nos miran alrededor. —Disculpe, pero ya nos conocemos —digo, tras segundos de silencio. El arquea las cejas confundido. —Lo siento, no te recuerdo —responde alejando su mano. —Tú llamaste a mi perro "callejero" en el parque —digo. Es como si un destello de recuerdo pasara por su rostro y él me reconoce. —Lo siento, estoy confundido con alguien más —dice. —No, no lo estás —afirmo. —Caio, seguro estás confundido, Rodrigo nunca trataría mal a ningún animal —responde Suzan, en su defensa. —No estoy mintiendo —digo. —Sí, lo estás, Rodrigo jamás haría eso. Toda mi familia convive con él desde hace mucho tiempo y lo quieren mucho, a diferencia de ti —respon