Capítulo 9
Narra Pablo:
La pregunta de Melissa me tomó por sorpresa, esperaba que debido a su grado de alcohol en ese momento no recordara nada, pero si lo hizo y me encontraba entre la espada y la pared con dos pares de ojos sobre mí, Wendy estaba por explotar de la rabia y Melu esperaba paciente.
-Sí, Melu…Ayer fui a buscarte.
Mi confesión la toma por sorpresa, quizás esperaba que lo negara o que haya sido un producto de su imaginación, lo que no sabía era si lo recordaba todo o que tanto recordaba. En vez de responder ella, Wendy es quien lo hace y logra fastidiarme.
-¿Y para qué? Si se puede saber- bufó, molesta.
-Melissa, continuemos esta conversación luego- le ruego con la mirada-. Nosotros debemos irnos.
Tomé a Wendy del brazo y literalmente la obligué a salir del café, nos subimos en el auto y me quedé allí, buscando las palabras correctas para no ofenderla, pero si dejar los puntos claros.
-¿Estás enojado?-, la observo anonadado ¿De verdad lo preguntaba?
-Wendy, quiero aclarar lo que tenemos. Me parece que has confundido nuestras salidas y demás con una relación, pero nunca te he pedido que entremos en una- le dije-. Te he contado sobre Sabrina, necesito un tiempo para poder comenzar con una nueva pareja.
-¿Tiempo?- reprochó-. Pablo, creo que no es tiempo, es que no soy yo.
-¿Disculpa?
Wendy me ve con una sonrisa amarga que no llega a sus ojos, puso una mano en mi hombro y continúa hablando.
-No soy Melissa, ese es el problema real- aseguró-. Pablo, te has enamorado de ella y ni cuenta te has dado.
¿Enamorado? ¿De Melu?
La conversación se cierra, sumiéndonos cada uno en nuestros pensamientos y solo volvemos a hablar cuando nos despedimos, dejándola en la puerta de su casa. Regresé a mi departamento con los pensamientos hecho un lio, si era verdad lo que afirmó Wendy, tendría más problemas de los que creería, pues mi principal verdugo seria mi propio hermano, aunque fue él quien la dejó, se suponía que ella era una mujer sagrada, pero por favor ya me la había comido de todas las formas que podía conocer.
Una semana más tarde, no había podido ni acercarme a Melissa y la he evitado desde el segundo en el que me di cuenta de que en verdad me había enamorado de esa mujer. Sin embargo, no lo había expresado en voz alta hasta que llamé a Jesús y vino a mi rescate, esta vez sin Camila.
-Amigo, no te veía así desde Sabrina- comentó, ingresando a mi departamento. Era un viernes en la noche, el reloj de la pared marcaba pasadas las nueve y me encontraba ahogándome en alcohol.
-No compares amigo, esto es muy diferente- dije, permitiéndole pasar.
-Te enamoraste, Pablito- confirmó.
-Perdidamente, Jesús… Y jamás pasará, una relación entre nosotros es imposible.
-Pablo, escúchame. Tu hermano la dañó, tú no eres él.
-Si le hago daño yo, jamás me lo perdonaría- murmuré.
Narra Melu:
Una semana antes
Me quedo sorprendida cuando Pablo escapa de mi pregunta y se va con Wendy, tomo la poca dignidad que me quedaba allí parada y vuelvo con mis amigos para despedirme.
-Los dejo, debo volver… Olvidé que tenía que hacer algo del trabajo…- me excusé, ellos reconocieron mi mentira, pero aun así me dejaron ir.
Volví a mi departamento más confundida que cuando salí. Decidí tomarme la tarde para mí, lave mi cabello y pase horas en la tina relajándome. El día lunes regresé al trabajo, pero nunca pude coincidir con Pablo. ¿Se estaba escondiendo de mí? Pasó el martes, miércoles y jueves sin ningún tipo de contacto entre nosotros dos. El viernes en la mañana recibí una visita inesperada en el trabajo, escucho una voz familiar que pregunta por mí, hasta que nuestras miradas se encuentran y siento como el pánico se apodera de mí.
-Hola, ratoncita-. Ese apodo, ese horrible apodo que me hace volver al pasado.
Hace dos años
Nos encontrábamos de viaje, era uno de esos donde Martin había querido que lo acompañara y yo con gusto había aceptado. El golpe en mi mejilla se estaba aclarando, ya lo habíamos hablado, pero él prometió que iba a cambiar. Esa noche habíamos hecho una reservación en un restaurante que nos gustaba a ambos, con comida árabe y música tenue. Elegí un vestido rojo y largo, un poco provocativo para mi esposo y me maquillé para la ocasión. Pasadas las siete, recibí un mensaje de Martin diciendo que me esperaba en la entrada del hotel, mi sorpresa fue mayor al ver que había alquilado una limusina, esos detalles eran los que me enamoraban de él.
-Te ves hermosa, ratoncita- elogió, sonriendo. Su traje estaba perfectamente planchado y su cabello también estaba impecable.
-Gracias, esposo mío.
Llegamos al restaurante y una chica nos atendió, le dimos nuestros nombres para la reservación y nos hicieron ingresar. Estaba tal cual como la última vez que vinimos, nos dieron una mesa alejada del resto, ya que a Martin no le gustaba tener personas a nuestro alrededor.
-Quiero contratar a una asistente, ya que tú no quieres trabajar conmigo- dijo, haciendo puchero.
Realmente lo había pensado, compartíamos ya en casa y quería darle su espacio en el trabajo…Quizás le di demasiado.
-Está bien, esposo- acepté. Mal hecho.
Comimos hablando de trivialidades, disfrutaba mucho de compartir con él. Esa noche fue inolvidable, la cena y después caminamos a la orilla de la playa, donde me cargó y me besó, nos encontrábamos en una mini luna de miel y el sexo después fue fabuloso, creo que ese fue el último viaje donde Martin si estaba enamorado de mí, nuestro último viaje feliz.
Actualidad
-No vuelvas a llamarme así- le reté, frunciendo el ceño.
-Antes te encantaba, ratoncita- se burló.
-Antes, tú lo dijiste. Ahora sal de aquí- demandé.
-No, ratoncita. Esta vez sí me vas a escuchar y no podrás escapar.