Capítulo 15
La primera cita
Narra Pablo:
Me fui del teatro sin despedirme de nadie, sin felicitarla por su gran trabajo y su profesionalismo, aunque no tuvo tanto tiempo como los demás de practicar lo había hecho perfecto, pero me sentía tan frustrado en ese momento que solo quería salir huyendo de allí. Marqué en mi teléfono un número que me conocía de memoria, al segundo repique contestó.
-Pablo, ¿Qué sucede?
-Disculpa la hora Cami, ¿están en casa?
-Sí, te esperamos.
Corte sin responderle, eran pasada la media noche y no quería irme solo a mi departamento, necesitaba hablar con alguien y quienes mejor que mis mejores amigos. Al llegar Camila había preparado café, sabía que sería una larga noche. Jesús me saludó con un abrazo y unas palmadas en la espalda, afirmándome que estaban allí para mí. Ella me tendió una taza, tomé el primer sorbo sentándome con ellos en la cocina, los niños estaban dormidos.
-Martin compró el teatro- dije, soltando la primera bomba. Sus ojos se agrandaron por la sorpresa, pero antes de que me interrumpieran, solté la segunda-. Esta allí para recuperar a Melissa.
-Tu hermano está loco- comentó Camila-. Le ha hecho tanto daño a esa pobre mujer y quiere seguir haciéndolo.
Camila no conocía mi historia con Melu, en cambio Jesús si y su silencio comenzaba a perturbarme.
-¿Dejaras que suceda?- preguntó él por primera vez, entendí su pregunta y el doble sentido de ella.
-No- le aseguré.
-¿De qué me estoy perdiendo?- interrogó su esposa, acusándonos con la mirada. Así que no tuve de otra, que ponerla en contexto de todo lo que nos ha pasada a Melu y a mí.
Unas horas más tarde, mis amigos no me dejaron regresar a casa, así que estaba en el sofá de su sala intentando dormir, pero no podía pegar un ojo, pensando en ella. Y como si el destino estuviese a favor, mi teléfono sonó informando un mensaje.
¿Despierto?
Sonreí, solo por ser un mensaje de ella.
Yo sí, pero ¿tú por qué?
Y así comenzamos la charla.
Estuve parada frente a tu puerta hasta ahorita, pero no llegaste.
Mierda.
Lo siento, me quede en casa de unos amigos.
Está bien, pero aun no me respondes. ¿No te gustó mi actuación?
Te veías fantástica, lo hiciste increíble.
Tu silencio me asustó.
Perdón, te compensaré.
¿Cómo?
Una sonrisa se dibujó en mis labios.
Te propongo una salida mañana, a donde tú quieras.
¿Al cine?
Es una cita.
Perfecto, buenas noches.
Feliz noche, princesa.
Esa simple conversación me ayudó a descansar como un niño pequeño y feliz.
La mañana siguiente, el desayuno estaba listo. Saludé a mis sobrinos, ya que me llamaban tío y después de comer con la familia que yo había escogido, me despedí y volví a casa. Después de la primera función, teníamos una semana de descanso, porque la siguiente es de funciones todos los días y se vuelve más duro el trabajo.
Narra Melu:
Me sentía nerviosa por la salida con Pablo, esta sería nuestra primera salida real y después de todos los acontecimientos, ya no las debíamos. Invité a Lud para que me ayudara a elegir el outfit y nos encantó un vestido rosa ceñido al cuerpo con unos botines blanco y un suéter del mismo color por el frio. Mi celular sonó, volví a colgar la llamada por séptima vez, desde ayer Martin se ha vuelto cada vez más insistente con querer volver a entrar en mi vida.
-¿Es él otra vez?- preguntó mi mejor amiga.
-Sí, no sé cómo explicarle que no lo quiero en mi vida- comenté.
-¿Has pensado en todos los problemas que te traerá cuando se entere de que estas saliendo con su hermano?
-A nuestras familias tampoco les hará mucha gracia.
Y como si de invocarlos se tratara, la siguiente llamada fue de mi madre.
Hola, madre.
Cariño, pensé que no me contestarías.
No estabas tan lejos de la realidad, pero ¿Qué necesitas?
Hija, ¿Por qué crees que quiero algo?
Porque solo por eso me llamas, pensé.
Solo quiero felicitarte, unas amigas fueron al teatro y se sorprendieron al verte actuando.
Mierda, mamá lo sabía.
Puedo explicarlo.
¿Qué vas a explicar? Que dejaste un buen trabajo para convertirte en una prostituta del teatro, ya veremos a donde te va a llevar eso.
Colgué la llamada sin responder, las lágrimas comenzaron a desbordarse por mis ojos. Que injusto que estas sean las únicas llamadas que recibía de mi madre, para hacerme sentir poca cosa.
-Tranquila, linda-. Apenas me daba cuenta de mi amiga consolándome con un abrazo, me quité las lágrimas de las mejillas, intentando hacerme la fuerte.
-Estoy bien- dije, mintiendo claramente, pero aun así ella no dijo nada.
Me di una ducha larga, ya Lud se había ido y tenía que comenzar pronto a arreglarme para la cita. Me maquillé lo más natural que pude y me coloqué el outfit que elegimos temprano. Unos minutos más tarde sonó el timbre, ya estaba aquí.
-Te ves hermosa, Melu- dijo, de solo abrir la puerta.
-Gracias- respondí.
Tenía un ramo de rosas en la mano, iba vestido con unos jeans y una camisa con un saco, semiformal. Me entregó las flores, las coloqué en un jarrón y nos fuimos hasta su auto. La función comenzaba en media hora, mientras adquirimos las entradas y fuimos por lo que íbamos a consumir durante la película se hizo la hora de inicio. Además de las palomitas de maíz, pedí gomitas, bebida de cola y chocolates. Él sonreía, viéndome ordenar como si fuese una niña en una juguetería.
La película era de terror, pero en realidad no daba mucho miedo, aunque jamás se lo diría y quería aprovecharme un poco de la situación. Su brazo pasó por detrás de mis hombros y me acercó a él para abrazarme, antes de finalizar la película, sus manos estaban enlazadas en las mías y nos besamos, porque ya nos habíamos aburrido de la tonta película.
-Eres hermosa- susurró en mi oído.
Al salir, sin importarnos la gente a nuestro alrededor, nos tomamos de las manos y caminamos por un parque que quedaba cerca de allí. Él hablaba trivialidades, pero yo me encontraba callada.
-¿Sucede algo?- preguntó.
-¿Crees que estamos haciendo las cosas bien? ¿Qué pensaran tus padres de mí?
-A mí no me importa eso, Melu- confeso-. Pase mucho tiempo de mi vida tratando de complacerlos, haciendo cosas por ellos y no por mí, ya no quiero hacerlo, quiero hacer cosas por mí.
-Siento miedo de cuando tu hermano se entere…
-No te hará nada, nunca lo permitiría.
-Pablo, tu no lo conoces.
-Lo conozco muy bien, Melissa, es él quien no me conoce a mí, pero si llega a tocarse un pelo, me va a conocer.
Guarde silencio, pensando en lo que vendría y realmente tuve miedo, pero Pablo al notarlo me abrazó y calmo mis nervios con un beso.
-¿Nos vamos? –preguntó, asentí- ¿A tu casa o a la mía?
-Sorpréndeme.