Capítulo 16
Una fugada a la playa
Narra Pablo:
Un mes más tarde, Melissa y yo habíamos decidido mantener nuestra relación en secreto, fuera del ojo público y por su miedo hacia Martin, era mejor mantenerlo así. Sin embargo, en mi caso mis amigos si sabían que estábamos saliendo y sus amigos también. Ese fin de semana, planeamos una salida a la playa solo nosotros dos. Las funciones estaban a tope y cada día venían más personas, pero este sábado y domingo seria de nosotros.
El sol brillaba en lo alto del cielo, haciendo que la arena de la playa reluciera de manera resplandeciente. En una cesta habíamos traído bocadillos, agua, protector solar y nuestras toallas, se sentía como si fuésemos fugitivos y lo éramos, pero de amor, así que estábamos muy emocionados por esta aventura juntos.
Llegamos a la playa, y Melu no podía contener su alegría al ver el mar azul extendiéndose frente a nosotros. Busqué el lugar perfecto para dejar el auto e instalarnos, cerca del agua, pero lo suficientemente apartados para tener privacidad. Extendimos las toallas y de la mano la lleve hasta tumbarnos bajo el cálido sol.
Teníamos una hora y media de viaje y solo pensábamos en llegar al lugar, Ludwika nos había recomendado un hotel muy cercano, pero ya habíamos reservado para ir en la noche, por lo que decidimos llegar directo a la playa. Melu se levantó de inmediato y corrió hacia el agua, riendo mientras las olas le salpicaban los pies. La seguí de cerca, con una amplia sonrisa en el rostro.
Después de un rato, junto al atardecer salimos del agua y comenzamos a explorar la playa agarrados de las manos. El sonido de las gaviotas y el olor a salitre inundaba nuestros sentidos, haciéndonos sentir en paz y en armonía después de un largo mes.
Decidimos hacer una pausa para disfrutar de un aperitivo. Sacamos los bocadillos de la cesta y los devoramos con apetito. Entre bocado y bocado, conversábamos animadamente, compartiendo los planes y sueños que teníamos en el futuro. Estábamos más conectados que nunca, disfrutando de la serenidad del mar y de la compañía del otro. Después de comer, tomamos un descanso para apreciar el atardecer.
-Esto es más hermoso de lo que jamás me pude esperar- confesó Melu.
-Yo ni en mis más locos sueños pensé en vivir esto contigo, estoy más feliz de lo que puedo expresar- comenté, besando su frente.
Regresamos al agua para nadar y jugar en las olas. Nos sumergimos en el mar, dejándonos llevar por la corriente mientras reíamos a carcajadas. Cada vez que llegábamos a la orilla, nos mirábamos con una chispa de alegría en los ojos y volvíamos a sumergirnos en el agua sin dudarlo.
Al caer la noche, el sol se había ido por completo y el cielo se tiño de color azul. Nos sentamos en la arena, abrazados, disfrutando de la hermosa vista. El momento era mágico, y ambos nos sentíamos agradecidos por haber compartido ese día tan especial juntos.
Finalmente, nos levantamos y recogimos nuestras pertenencias. Aunque no queríamos irnos, sabíamos que volveríamos mañana, pero en algún momento despertaríamos de ese sueño y lo mejor era que llevaríamos con nosotros recuerdos inolvidables de nuestra fugada a la playa.
Al llegar al hotel, en la recepción nos atendió un hombre con traje muy amable, nos indicó donde quedaba nuestra habitación y nos entregó la llave: Habitación 516, tercer piso. Llevaron nuestras maletas, Melissa fue a darse una ducha y arreglarse para nuestra noche juntos, iríamos a cenar en el restaurant del hotel y después, bueno ya sabíamos que iba a pasar. Yo me encargue de avisarles a nuestros cómplices que habíamos llegado bien y que regresaríamos en dos días. Es decir, el lunes a primera hora.
Una hora más tarde, estábamos listos. Melissa usaba un vestido rojo de encaje y yo un traje formal n***o. Bajamos el ascensor y fuimos al restaurante. Nos atendió una joven, hicimos nuestro pedido y comimos, a media noche el lugar comenzó a llenarse, la música y la botella de champagne nos estaban haciendo efecto y la invite a bailar. Su cuerpo chocaba con el mío, nos movíamos con bastante sincronía, ganando miradas y aplausos de las personas a nuestro alrededor.
El ambiente estaba lleno de electricidad cuando llegamos a la habitación. La tensión s****l había aumentado desde el primer baile, y finalmente, el momento que ambos habíamos estado esperando había llegado.
Cerré la puerta detrás de nosotros e inmediatamente Melu estaba atrapada entre mis brazos. Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado y hambriento mientras nuestras manos exploraban ansiosamente los cuerpos del otro.
Sin pronunciar palabra, la tomé de la mano, llevándola hacia la cama. Las luces tenues y el suave aroma a velas crearon el ambiente perfecto para una noche llena de pasión desenfrenada.
Despojándonos rápidamente de la ropa, nuestros cuerpos se revelaron ante la vista del otro, perfectamente encajados en un deseo irrefrenable. Melissa se estremeció cuando le recorrí la espalda con los dedos, dejando un rastro de escalofríos mientras su piel ardía.
Tomé el control, llevando a Melissa hacia el borde de la cama. Con cada caricia, cada beso, la intensidad aumentaba. Ella se abandonó por completo a las sensaciones, sus gemidos llenando la habitación.
La noche transcurrió entre caricias apasionadas y besos ardientes. No hubo prisa, solo la búsqueda constante de la satisfacción mutua. Nuestros cuerpos se movían en perfecta sintonía, brindando placer a cada uno en cada instante.
Las horas pasaron en un torbellino de exquisito éxtasis, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. Respiraban agitados y empapados en sudor, pero el deseo seguía ardiendo.
Finalmente, exhaustos pero satisfechos, nos acurrucamos el uno junto al otro en un abrazo que transmitía tanto amor como pasión. Nuestros corazones latían al unísono mientras recuperábamos el aliento y nos sumergíamos en el éxtasis de la intimidad compartida.
La noche ardiente no solo había dejado marcas en nuestros cuerpos, también había dejado una huella profunda en nuestras almas. Nos miramos a los ojos, comprendiendo que lo que habíamos experimentado iba más allá de la mera lujuria. Habíamos encontrado un nivel de intimidad y conexión que trascendía cualquier otra cosa.
En un silencio profundo, nos prometimos seguir explorando esa pasión avasalladora, sabiendo que, a partir de esa noche, nuestras vidas estaban unidas de manera indisoluble en un fuego que nunca se extinguiría.
El lunes llegó tan rápido que casi dolía, lentamente comenzamos a despedirnos del mar y de todo lo que habíamos vivido allí. Mientras íbamos de vuelta a casa, mirábamos hacia atrás y sonreíamos. Sabíamos que volveríamos a la playa en el futuro, pero por ahora, llevaríamos en nuestros corazones la calma y la felicidad que habíamos experimentado en aquel fin de semana tan especial.