Capítulo 14
Verdades inesperadas
Narra Melu:
Aunque no me tocaba llegar aun al teatro, corrí hasta allá como si la vida se me fuese en ello. Llegué sudada, con el cabello alborotado, pero lo arreglé un poco, pasando la mano por encima antes de entrar. Saludé a mis compañeros de trabajo, actuando como si nada pasara, definitivamente aprendí muchas cosas estas semanas. Me acerque con cautela hasta el despacho de Don Alfredo, asegurándome primero a quien me enfrentaría. Ingresé después de tocar la puerta y para mí ya no fue una sorpresa encontrar allí a Martin, su rostro demostró cierta decepción, pues era lo que quería causar en mi: disgusto.
-Que rápido vuelan las noticias en este teatro, lo tendré en cuenta- comentó.
-Pues ya ves, no hay nada escondido en estas cuatro paredes- concordé-. Así que, ¿el nuevo dueño?
-Así es, ahora si soy tu jefe- alardeo-. Vuelvo a tenerte en mis manos, princesa.
-¿Princesa? Ja, en tu vida me habías llamado así.
-Y tienes razón, pero quiero que veas que estoy cambiando.
-¿Por qué tendría que ver yo eso?- pregunté claramente confundida, algo tramaba este hombre y ya mi piel comenzaba a erizarse, de terror.
-Melissa, sé que no me vas a creer...- murmuró, acercándose a mí-. Me di cuenta de que he sido un completo idiota y dejé a mi secretaria, vine aquí para redimirme y pedirte que me perdones, quiero volver a conquistarte, Melu.
Ahora si se había vuelto completamente loco.
-¿Cancelaste la boda?
-Cancele todo, por ti-. Martin me tomó de la mano, yo me encontraba en shock con sus palabras porque no lo podía creer y cuando se acercó más ni lo noté.
-¿Interrumpo?-. La voz a mis espaldas me hizo tomar distancia, lanzándome hacia el lado contrario de mi acompañante. Martin fue el primero en visualizar a la persona, su ceño se frunció, claramente reconocí su voz y por eso no quería voltear.
-Siempre de inoportuno, hermanito- comentó Martin- ¿Qué necesitas?
-Disculpen, no quise incomodar. Don Alfredo me envió por esto- dijo, tomando uno de los guiones encima de la mesa-. Hola Melissa, es un gusto verte.
-Igualmente- susurré, con las mejillas sonrojadas.
-¿Ya tienes lo que necesitas?- inquirió con fastidio Martin-. Puedes retirarte, necesito hablar con Melu a solas.
-Sí, claro.
-¡No!- chillé, asombrando a los dos hombres-. Martin, la función es en pocas horas y me tengo que ir a preparar, la conversación la tendremos que posponer.
-Oh, claro. No te preocupes, puedes retirarte también- dijo complaciente, decir que tenía miedo a su actitud era realmente poco-. Y Melu, mucha suerte-. Martin dejó un beso en mi mejilla y literalmente me desvanecí de allí. Al salir me encontré con un muy molesto Pablo.
-¿Qué fue todo eso?- interrogó, me daba un poco de gracia verlo así ya que era la primera vez que lo presenciaba celoso y también de cierto modo me gustaba, por lo que me permití sonreír, hasta que me di cuenta de que había muchas cosas que no entendí y reaccioné con una mueca.
-No tengo ni la menor idea, Pablo…-confesé-, pero tu hermano trama algo muy grande y no podemos descuidarnos.
-¿Por qué dices eso?-. Había logrado llamar su atención, se mostró alerta y atento a mis palabras.
-Martin dijo que ya no se casaría, prácticamente confeso que vino a recuperarme y si eso es verdad…
-No se dará por vencido hasta conseguirlo- completo Pablo-. Maldito testarudo- murmuró-. Melissa, si se te acerca, si solo intenta hacerte algo que no quieres…
Lo detuve, tomando sus manos que por cierto estaban muy tensas al igual que su cuerpo. Nos alejamos de los demás, en ese momento no podía pensar, pero claramente nos estaban observando y le llegaría esa información al nuevo jefe muy pero muy rápido. Al estar fuera del ojo del huracán, me deje fundir en sus labios, quemando cada pedazo de amargura que había dejado su hermano en mí y sintiéndome segura en sus brazos.
-No pasará nada, ya Martin no tiene poder sobre mí- le aseguré.
Pablo y yo nos separamos después de unos cuantos besos y cada uno se fue a seguir su trabajo, después de todo era un día importante para los dos. Aunque mi duda principal no había sido aclarada: ¿Por qué Martin había comprado el teatro? Así que fui directo con el único que podía darme la respuesta: Don Alfredo. Lo conseguí tras bastidores, terminando de organizar el fondo de la primera escena.
-Don Alfredo- le saludé-. Buenas tardes.
-Mi niña, no te esperaba tan pronto por aquí- comentó, con una cálida sonrisa.
-Es que me he enterado de algo, por eso estoy aquí-. Su mirada se volvió lúgubre- ¿Por qué lo hizo Don Alfredo? Si lo conoce tan bien como ninguno.
-Por el conocimiento mi niña, cuando el enemigo conoce nuestro punto débil tenemos que ceder hasta poder volver a tener el control- explicó, y se escuchó muy sabio, pero seguía sin entender, solo sabía que había un plan y eso me dejaba más tranquila.
-Sabe, Don Alfredo…Antes, de usted, del teatro, yo vivía con mucho miedo. Usted, este mundo me dio el coraje de luchar por lo que quiero, sin dejarme manipular por nadie, ojalá lo tome en cuenta.
-Lo haré mi niña, gracias por preocuparte- sonrió-. Ahora ve y prepárate, esta será tu noche.
El primer vestuario estaba listo, primero pasaría para el peinado que duraría como mínimo una hora y media, luego el maquillaje cuarenta y cinco minutos más y la última prueba sobre el escenario. Todo marchaba de maravilla y me sentía capaz. Cada vez que me encontraba con Martin, desviaba la mirada o simplemente huía de allí, ya estaba enfrentando mis nervios, para que se uniera con mis miedos y acabara mi noche en un mal momento. En cambio, Pablo me daba paz y tranquilidad, me guiñaba un ojo desde lejos y siempre estaba atento cuando su hermano estaba cerca, claramente cuidándome. Don Alfredo era el más alterado de todos, esperando que todo saliera perfecto. Me puse el traje, viéndome por última vez en el espejo, hice mis ejercicios de respiración y salí. Las luces se apagaron, sonó la primera pista y el telón se subió.
Era mi momento.
Narra Pablo:
Sabía que las intenciones de mi hermano iban más allá de Melissa, pero si ya la había humillado tanto, ¿para qué seguir buscándola? ¿tanto disfrutaba verla sufrir? El solo hecho de pensarlo me lleno de cólera, así que decidí ignorar las advertencias de la chica y fui a enfrentar a mi hermano, claramente ella no se enteraría antes del show.
-¿Qué estás buscando en realidad, Martin?-. Irrumpí en la oficina de Don Alfredo, encontrándolo al teléfono.
-Disculpa, no es un buen momento. Te llamaré luego- dijo, colgando la llamada- ¿No te cansas de ingresar sin tocar la puerta?- reprendió molesto.
-¿No te cansas de joderle la vida a una pobre joven?- reclamé.
-Oh, ya entiendo- dijo con una sonrisa cínica- ¿Desde cuándo te importa lo que suceda conmigo y mi esposa?
-¿Esposa?-. Sentí mi sangre hervir-. Exesposa, Martin. La perdiste.
-Y la voy a recuperar- aseguró.
-Te vas a casar, hermano. Déjala en paz.
-En eso te equivocas, hermanito, otra vez- se burló-. Ya no habrá boda, cancelé el compromiso y para que te quede claro, voy a recuperar a mi esposa.
-Sobre mi cadáver- declaré.
-Como si me importara- comentó riendo-. Cuando me propongo algo, me vale a quien me llevo por el medio para conseguir lo que quiero, eso ya deberías tenerlo claro.
-Por eso estas aquí, ¿No? No sabias como acercarte a ella y esta fue tu excusa…Que poco hombre.
-Cuidado con lo que dices, Pablo… O voy a olvidar que somos familia- amenazó.
-Yo lo olvidé hace mucho- bufé, retirándome.
Había dejado a Martin con la palabra en la boca, a sabiendas que odiaba que hiciera eso y que había despertado la furia de mi hermano, lo provoqué y no me arrepentía, aunque eso le podría traer problemas a Melissa, así que tenía que estar muy pendientes de cada paso que diera.
Comenzó la obra, las personas estaban encantadas con la actuación y ella parecía una estrella sobre el escenario, como si lo hubiese hecho toda la vida. Había ordenado esa misma mañana un ramo de rosas para entregárselo al final de la obra. Los aplausos no se hicieron esperar, todos se levantaron demostrando su agrado y con el ramo en las manos, caminé hacia ella con una sonrisa. La misma fue borrada, cuando una persona se me adelantó. Martin había tenido la misma idea y le acababa de entregar un ramo muchísimo más grande que el mío. Ella lo aceptó con una sonrisa forzada y él se precipito a abrazarla. Lo mataría, lo juro.