Capítulo 5
Después del sexo, el remordimiento
Narra Melu:
¿En qué cabeza cabe lo que acababa de pasar? ¿Qué me habia pasado a mi? ¿Cómo iba a tener sexo con un desconocido? Y de paso no fui lo suficientemente valiente para quedarme, tuve que salir corriendo, pero ¿Qué se supone que iba a hacer? ¿darle mi número y quedar algún día? No sé cómo fui tan estúpida.
Lud y Julián están felices bailando, apenas se dieron cuenta de mi ausencia y el alcohol en sus sistemas ya los había afectado lo suficiente. Me senté en el gran sillón de la zona VIP y me dediqué a pensar en el hombre al que acababa de dejar en el baño, de solo recordarlo me comenzaba a poner caliente otra vez. Me desconocía en ese momento, era una Melissa diferente la que había tenido sexo en el baño de un club nocturno a la idiota que vivía llorando por culpa de Martín. Mencionar su nombre me producía escalofríos, me daba terror de que se enterara de lo que acababa de suceder y me devolvía a la pregunta principal: ¿Por qué me había llamado temprano? ¿Qué tenía planeado? Era impresionante que un hombre me produjera lujuria y el otro náuseas.
Llegamos a mi departamento pasadas las cinco de la mañana, caí en un sueño profundo con solo tocar mi almohada y esos ojos profundos y hermosos detrás de una máscara volvieron una y otra vez. En la tarde mi humor empeoró considerablemente, ya que no pude descansar demasiado y tenía unas grandes ojeras. Ludwika preparó café fuerte y cargado para las dos y notaba en su rostro una sonrisa embobada.
-¿De que me perdí?- dije cortando el silencio, ella enmudeció.
-Uh, pues... Ayer cuando te perdiste, Julián y yo nos besamos -conto con las mejillas sonrojadas, cómo si fuesen unos niños pequeños que se enamoran por primera vez.
Si yo te contará lo que hice anoche- pensé para mis adentros.
-¡Por fin!- grité levantándome del sillón y haciendo un baile ridículo de celebración, ella me observó sorprendida-. No me veas así, hace mucho que Julián estaba enamorado de ti y no le habías dado bola.
-Espera, ¿qué?
-¿De verdad nunca te habías dado cuenta?-. Ahora la sorprendida era yo.
-No, pero eso no es todo. Me invitó a una cita real hoy- comentó feliz, aplaudiendo.
-¿Y que hacemos aquí? ¡Vamos de compras!
Pasamos el resto de la tarde en el centro comercial, entramos en varias tiendas esperando encontrar el atuendo perfecto para la cita de mis amigos y cuando estábamos por darnos por vencidas, apareció. Colgado al final de la última tienda, un vestido de cóctel dorado hasta las rodillas, con mangas largas y brillante. Lud y yo intercambiamos miradas.
-Ese es perfecto -susurro ella, con los ojos fijos en él.
-Yo también lo creo.
Ludwika se midió el vestido, le quedaba cómo anillo al dedo, se veía simplemente hermosa. La alague, inspirandola para que se lo comprara, pero creo que ya no había dudas en ella. Fuimos a la caja y ella p**o el vestido, luego se volteó hacia mi.
-¿No te llevarás nada? -me preguntó, pero me negué.
-No soy yo la que tiene una cita hoy.
-Pues pronto llegará el hombre adecuado para ti, que te hará hacer cosas que nunca habías hecho.
Si te contara...
Cerramos el día en un café, después cada una se fue a sus hogares y quedamos en encontrarnos el otro día. Me tocó volver a la soledad de mi departamento, me preparé una cena sencilla: tostadas con mermelada y un jugo de naranja. En la noche, me llegó un mensaje de mi madre invitandome el siguiente fin de semana a un evento importante donde nuestra familia tenía que figurar y fingir ser perfecta, pasaría de ella si no fuese importante, así que terminé aceptando, me esperaba un fin de semana largo.
Comencé la semana sin percances, volví a mi trabajo y sentía cada vez más la distancia de mi jefe, quería no atormentarme con eso hasta que fui llamada a su despacho. Toqué la puerta antes de ingresar y su voz carrasposa me dió la bienvenida. En su escritorio pude notar una hoja blanca, él me pidió que me sentara y mis nervios crecieron.
-Señorita Melissa, nunca tuvimos ningún inconveniente con su trabajo, sin embargo, sinceramente no me siento del todo complacido con su trabajo-. No, no, no...no podía estar pasando esto-. Lamentablemente tendremos que prescindir de sus servicios, necesito que firme su carta de renuncia, en el mismo específico que le daré una gran suma de dinero por su liquidación y un poco más para cubrir sus gastos hasta que encuentre un nuevo trabajo.
Me sentía humillada mientras recogía mis cosas de la oficina que tenía asignada, no controlé mis lágrimas en ningún momento pues no me interesaba fingir estar bien. Tomé la foto que aun guardaba en el escritorio mía y de Martín juntos, abrazos en un viaje que hicimos a Australia y la tiré en la basura. Agarré la caja con mis pertenencias y me dispuse a salir, pero el sonido de un mensaje me detuvo. Mis ojos se iban a salir de órbita al leer: Sé lo que hiciste anoche, eres una zorra y todos se enterarán, hasta Martín.
Dios mío, ¿Qué más me pasaría?
Narra Pablo:
Wendy regresó una semana después de dejarla en ese aeropuerto y las cosas no eran iguales, no después de lo que pasó con la extraña, no podía sacarme a esa mujer de la cabeza. Esa tarde del sábado había una importante reunión con familiares y amigos y por supuesto me reuniría con mi hermano, pues él según tenía un anuncio importante que hacernos, en esa oportunidad invité a Wendy para no verme cómo un tonto de 30 años que llega solo a una reunión familiar. Sabía que mis padres sacarían sus conclusiones precipitadas, pero era mejor que quedar como idiota frente a Martín.
Pasé a las seis de la tarde por Wendy, se veía hermosa en un vestido color melón y unas sandalias doradas, se amarró el cabello en una coleta y usó su mejor perfume, sabía que venía dispuesta causar una buena primera impresión a mis padres. Al llegar, bajé primero y abrí su puerta como un caballero, la tomé del brazo y nos dirigimos a la entrada. El jóven que estaba en la entrada nos entregó dos máscaras, lo observé confundido.
¿Qué se traía todo el mundo con estas cosas?
-Es un requisito para ingresar, reglas del lugar- dijo el jóven, ambos asentimos y nos colocamos las máscaras.
El lugar estaba hermosamente decorado con entre dorado y n***o, todo el gritaba: lujo. Reconocí a mis padres y fui directo a ellos de la mano de mi acompañante. Ellos se alegraron al reconocerme, me hicieron algunas preguntas hasta que repararon en mi acompañante.
-Mamá, papá, ella es Wendy... Wendy, ellos son mis padres- los presenté. Sus sonrisas no se hicieron esperar, mi madre más que todos, ya que no era fan de mi exesposa.
La velada estuvo tranquila hasta que apagaron las luces y se volvieron a encender, allí estaba mi hermano y a su lado una mujer alta y esbelta. Su mirada se centro en alguien en el público, sabía que Martin tenía dobles intenciones con este famoso evento. Pude reconocer a los padres de Melissa, entonces la mujer hermosa de vestido rosa pálido era ella.
-Bienvenidos todos, gracias por venir el día de hoy- dijo mi hermano por el micrófono, repitiendo sus palabras por los grandes parlantes-. Los hemos convocado a todos el día de hoy porque queremos anunciarles que nos vamos a casar.
¿Casar? ¿Martín se volvió loco? Se acaba de divorciar.
Mis ojos pasaban de él a Melissa, la estaba retando y humillando frente a todos. Cuando ella ya no pudo más, salió corriendo de allí. Olvidé a Wendy por un segundo y fui detrás de ella, ¿por qué? no sabía, por impulso creía. La tomé del brazo intentando detenerla, Melu intentó escapar, quizás pensando que era su exesposo y no yo. Logré voltearla para quedar frente a ella y mi cabeza no dió crédito a lo que veía.
-Tu- susurré.
-¿Tú? ¿Quién eres?- preguntó ella, aún no me había reconocido.
Por Dios, me había acostado con la ex de mi hermano.