Una vez estuvieron afuera de la casa James no se separó de ella, supo de inmediato que algo no estaba bien cuando Sophie comenzó a buscarlo con desesperación reflejada en sus ojos verdes, ella estaba abrazada al hombre con el rostro metido entre su pecho confiada de que no lo mancharía de labial, necesitaba llenar sus pulmones con el suave perfume de James que le resultaba tan relajante como el olor a la menta.
– ¿Ya te sientes mejor? – pregunto después de un buen rato que estaban afuera.
– Dame cinco minutos más por favor. – saco su rostro dejando la mejilla apoyada en el pecho.
– Puedes tomarte todo el tiempo que necesites hasta que te sientas mejor. – se acercó un poco más al pequeño muro que dividía la terraza del resto del patio para sentarse en ella y subir a Sophie a su regazo.
