Viaje. 1

4373 Words
El vuelo a Bari estaba programado para ese primero de noviembre en el que Sophie solo había podido dormir tres horas porque se fue de fiesta con sus amigos celebrando la noche de brujas, fue una fiesta que organizo Johann a modo también de celebrar el éxito de la obra musical y todas sus excelentes reseñas; una noche de baile loco disfrazada de vampiresa fue suficiente para aliviar el tormentoso momento que estaba pasando a pesar de que solo fueron unas cuantas horas, gozo viendo a sus dos amigos llevando un disfraz de pareja, eran el monstruo Frankenstein y su novia, a ella le hubiese encantado llevar a James disfrazado del conde Drácula, pero quería mantener firme su petición de siete días para pensar las cosas. Termino de guardar todo en su pequeña mochila de cuero, reviso que la maleta de viaje fuera bien asegurada y bajo pues el taxi la estaba esperando, acordaron que se encontrarían en el aeropuerto y mientras iba en el auto recibió un mensaje de James dándole los buenos días, no lo invito, pero si le mando un par de fotos de su disfraz que el hombre recién había visto ya que estuvo ocupado en toda la noche. Al llegar al aeropuerto Adam la ayudo a sacar su maleta de la cajuela, le agarro un poco la tarde para llegar pues estuvo reorganizando todo a última hora pensando en que no llevaba las cosas que eran. – ¿Qué tienes? – pregunto viendo a Liz con lentes oscuros y gorra. – Tengo resaca, Dios me siento horrible y no puedo creer que vaya a tomar un vuelo, debería estar durmiendo... – suspiro antes de volver a beber más agua – ¿Por qué tú te vez tan fresca? – se bajó los lentes un poco para verla. – Porque al primer trago vomite y me dolió la barriga. – Sophie sonrió de forma burlona. – Yo quisiera haber vomitado también. – Adam también tenía resaca, aunque en menos intensidad. – Ustedes dos bebieron como hubiesen pasado semanas en el desierto, no se quejen que son los efectos de sus propias acciones. – tomo el agarre de su maleta y camino hacia adentro haciendo rodar sus rueditas. – Oye ¿Le contaste a James del viaje? – Liz se le emparejo al lado derecho. – Nop... – la pelirroja la vio de reojo – Se supone que en estos momentos estoy en mi apartamento durmiendo. – se encogió de hombros. – ¿Crees que no lo sabe ya? – Adam iba a su otro lado. – Seguramente si, el recepcionista se sorprendió al verme bajar con mi maleta, pero no me pregunto nada. – iba distraída a lo que sucedía a su alrededor. – Yo digo que lo sabía desde mucho antes. – Liz se detuvo con la vista fija al frente. – ¿De qué hablas? – Sophie se detuvo igualmente y se dio la vuelta para verla. – Buenos días señor Doménico. – el saludo de Adam la hizo retroceder unos pasos hasta chocar contra algo firme. – ¿No pensabas despedirte? – pregunto James cuando Sophie levanto la cabeza. – ¡Carajo! – rápidamente se dio la vuelta. – Dame tu maleta, iremos a buscar asientos para cuando llegue la hora de hacer el registro de las cosas. – comento Liz tomando su maleta. – Supongo que tienes cámaras en mi apartamento. – se cruzó de brazos incomoda. – Es posible. – James le tomo la mano derecha viendo que llevaba puesto el anillo que le dio la primera cita. – Eso es muy enfermo. – sonrió de lado viendo que James también usaba el anillo que ella le dio. – Pero es la única forma que tengo de enterarme de tus planes descabellados porque de lo contrario no me cuentas nada. – apretó su mano con suavidad. – Que raro, creí que te gustaba jugar a que cada quien haga lo que se le dé la gana... – levanto la cabeza para verlo – Me voy una semana a Bari, esos son los siete días que te pedí para pensar las cosas. – lo vio arrugar la nariz. – Se lo que hice y sé que sigues enojada, pero me hubiese gustado saberlo de tu boca mucho antes. – dejo escapar un suspiro pesado. – Lo siento... – volvió a desviar la vista – Bueno, ya lo sabes y si me disculpas voy con mis amigos. – quiso seguir, pero él la tomo de la cintura para no dejarla. – ¿Por qué Bari? – esperaba que escogieran Roma o Sicilia. – Porque pienso mejor bajo una palmera y con un coco en la mano... – respondió de forma burlona – Y porque no te iba a dar el gusto de quedarme en ciudades donde tú tienes mayor presencia. – arrugo la nariz. – Si querías una palmera y un coco mi casa en Cerdeña hubiera sido perfecta. – la acerco a su cuerpo. – Conociéndome hubiera pasado un día pensando y los demás follando en todos los rincones de tu casa. – se dejó besar y lo correspondió. – Que poca fe tienes en mí, sabes que yo te hubiera dejado pensar tranquila. – era un poco complicado para James tener que agacharse para poder besarla porque ella usaba sandalias sin nada de tacón. – Yo sé que tú tienes una excelente fuerza de voluntad, pero yo no. – se rio de forma maliciosa. – Sophie, te amo. – la vio cruzarse de brazos nuevamente. – No me presiones, ahora puedes decirme que me amas y el siguiente mes me puedes intentar degollar. – su mayor inquietud era esa, que James le hiciera daño serio por enojo. – Las veces que te he lastimado te he pedido disculpas de rodillas. – no la dejo alejarse de nuevo. – Si ya sé, pero igual necesito pensar... – termino pegando su cabeza al pecho de él – Sabes que también te amo. – susurro quedito, pero audible. – Ya se mi pequeñita, sé que bajo ese capricho me amas tanto como yo. – la rodeo con sus brazos y con cuidado metió algo en la mochila. – ¿Qué me estas metiendo? – se alejó de él porque sintió como le abrió el cierre. – Es un pequeño obsequio para tus vacaciones... – la detuvo para que no se quitara la mochila – Sácalo cuando llegues a Bari y disfruta tus siete días de pensamientos bajo una palmera con un coco en tu mano. – le dio un beso en los labios. – James... – lo tomo del brazo antes de que se alejara – No mandes a tus hombres a vigilarme. – hizo la advertencia. – ¿Qué te hace pensar eso? – alzo una ceja con un poco de indignación. – Que te conozco bien y que estés aquí solo me dice una cosa... – con su respuesta lo hizo reír – Estoy hablando en serio, no quiero niñeras. – se cruzó de brazos con molestia. – Ten un buen viaje preciosa. – le tomo las mejillas con una sola mano para plantarle un beso. – James, prométeme que no lo harás... – lo vio darse la vuelta e irse – ¡James, te estoy hablando! – dio un pisotón al suelo. El hombre solo movió su mano mientras se alejaba de ella sin voltear ni una sola vez, Sophie se dio la vuelta y comenzó a caminar refunfuñando entre dientes porque era la segunda vez que le hacía eso, ya se las iba a cobrar cuando tuviera la oportunidad, llego a las butacas donde estaban sus dos amigos sentados y ambos al verla arrugando la nariz decidieron sonreírle para animarla, pero no funciono. – ¿Cuánto falta para que salga el vuelo? – pregunto Adam. – Una hora todavía... – Liz reviso su celular – ¿Qué paso? ¿Por qué nos cancelaron los boletos? – se levantó preocupada. – ¿Cómo que nos cancelaron los boletos? – Sophie se acercó a ver. – ¡Mira, me devolvieron el dinero de los tres! – vio a Adam ponerse en pie – ¿Qué paso? – Liz se preocupó mucho. – Quizás tocaste algo y los cancelaste. – él le tomo el celular para ver. – ¡No he tocado nada raro! – el mensaje a su correo era claro, le devolvían el dinero de los boletos de vuelo y los cancelaban. – Señora Marshall. – la voz de un hombre llamo la atención de los tres. – ¿Si? – la pelirroja entrecerró los ojos sintiendo que conocía al hombre. – ¿No me recuerda? Soy el piloto Héctor Facchiano. – estiro la mano para saludarla. – Si ya recordé, es uno de los pilotos que nos llevó a Mónaco. – estrecho la mano del hombre. – Si así es ¿Están esperando a alguien más? – los vio a los tres. – No. – respondió Liz mucho más confundida. – Entonces si gustan nos podemos ir ya. – se hizo a un lado para darles el paso primero. – Disculpe señor Facchiano yo no estoy entendiendo nada ¿Dónde nos vamos? – Sophie sacudió la cabeza confundida. – El señor Doménico nos pidió tener listo el jet para llevarla a Bari en compañía de sus amigos, creí que se lo había comentado. – se vio bastante confundido. – ¿Nos iremos en jet privado? – Liz vio a la pelirroja mientras sonreía. – Ahora la cancelación de los boletos tiene sentido... bien, recojan sus maletas señoritas, nos vamos. – Adam sonrió divertido. – ¡Desgraciado infeliz mandón! – gruño Sophie apretando los puños con enojo. – Sophie, vamos que se nos hace tarde. – Liz le tomo la cintura para hacerla caminar. – Señora, permítame ayudarla con su maleta... – el capitán la tomo – Pensé que el señor Doménico ya le había dicho algo del vuelo privado. – comenzaron a caminar. – No sabía nada, acabo de verlo y tampoco me dijo nada. – iba con los brazos cruzados. El capitán hizo que pasaran rápido en revisión ya que llevaban un vuelo privado, el tiempo de espera fue la mitad de lo que hubiese sido el tiempo de espera en el vuelo comercial y aunque la pareja iba feliz porque viajarían por primera vez en un jet privado, Sophie por otro lado iba molesta porque nuevamente James había hecho lo que se le daba la gana con ella. – ¿Ese el jet de James? – pregunto Adam viendo la aeronave de color n***o que estaba con la puerta abierta. – No. – Sophie se detuvo al ver que no era el mismo jet. – El señor Doménico es dueño de varias aeronaves, el jet blanco está en el taller y decidió darle este para su transporte. – aclaro el piloto. – Que bonito se siente tener una amiga con un sugar daddy que le paga todo. – el comentario de Liz hizo que su novio se riera. – No es gracioso. – Sophie los vio. – Lo fuera si no estuvieras tan encaprichada con James. – dijo Adam mientras la veía. – Si nos está prestando uno de sus jets privados deberías aprovecharlo, no vamos a tener que compartir espacio con pasajeros quejones, ni con niños que chillen... – Liz paso el brazo por sus hombros – Dos horas solo entre nosotros en cómodos asientos de piel, comiendo y bebiendo lo que queramos. – le vio sobre los lentes. – ¿No estas conforme con la resaca de anoche? – Sophie alzo una ceja. – Estamos de vacaciones. – sonrió divertida. – Claro, como no son ustedes quienes van a tener que pagar este favor. – Sophie puso los ojos en blanco. – No creo que pagar con tu cuerpo sea tan complicado. – Adam sonrió. – Si le pide el trasero si va a ser complicado. – dijo Liz y ambos abrieron los ojos de una forma exagerada. – Par de tarado... – gruño Sophie – Me ayuda con la maleta señor Facchino por favor. – el piloto los estaba esperando. – Claro señora, suba y yo la llevo. – la dejo pasar primero mientras veía a los otros dos reírse. Una vez estuvieron adentro los pilotos despegaron y una de las azafatas les dio vino espumoso para pasar el tiempo, iban bromeando entre ellos, cuestionándose en cuantas noches Sophie iba a tener que pagar aquel préstamo y aunque al principio ella iba molesta, al final termino uniéndose a las bromas. Los tres necesitaban dormir un poco y aprovecharon esas dos horas de vuelo para hacerlo tranquilamente ya que los asientos reclinables de cuero beige eran muy cómodos e invitaban a una siesta larga; Sophie solo pudo dormir unos veinte minutos ya que el ardor en el estómago la termino despertando, de su mochila saco un pequeño sobre de antiácido líquido y se lo bebió, solo esperaba que con esas semanas de descanso su cuerpo se relajara lo suficiente para ya no darle tantos problemas. Al aterrizar Sophie le agradeció a todos por el vuelo y lo primero que hicieron fue rentar un auto para movilizarse en la ciudad, la renta del auto corrió por cuenta de Sophie o más bien de James ya que el hombre le había metido una tarjeta de crédito en la mochila y seria lo único en que iba a ocuparla; el registro en el hotel fue rápido ya que tenían reservación, dos habitaciones con vista al mar y mientras una de las recepcionistas ingresaba los datos otra de ellas les dio unos pases para una fiesta de máscaras que se celebraría el sábado por la noche, habrían fuegos artificiales y barra libre para todos los que se estuvieran alojados en el hotel, para los que se quedaban por más de cuatro noches estaría abierto un bufete para que cenaran en el restaurante, era una propuesta bastante tentadora para la pareja, pero no para Sophie, sin embargo, no perdía nada con bajar a comer y ver los fuegos artificiales de media noche. Estando ya en la habitación lo primero que hizo Sophie fue darse un baño largo con burbujas en la preciosa tina con un ventanal de piso a techo donde se apreciaba la preciosa playa de agua turquesa y arena blanca, al terminar el baño fue directo a la cama para tomar su celular, unas cuantas fotos para el recuerdo, no era una profesional como Adam, pero sus fotos siempre salían muy bien y capturo la belleza del lugar perfectamente. Sophie paso la hora que faltaba para el medio día tumbada panza abajo en la cama completamente desnuda, la brisa calurosa que entraba por las puertas del balcón era suficiente para tenerla feliz de la vida, pero el mensaje de Liz preguntándole si estaba lista la hizo correr apurada poniéndose la ropa ya que quedaron en ir a almorzar en algún lado, se puso solo bragas y se metió el primer vestido que encontró en la maleta pues desordeno todo buscando su crema corporal, las sandalias con las que llego, su cartera cruzada con todo lo necesario y un sombrero para cubrirse del sol. – Te tomaste tu tiempo. – comento Adam al verla llegar corriendo a la sala de espera en el recibidor del hotel. – Perdí la noción del tiempo. – sonrió con pena de decirles lo que realmente estaba haciendo. – ¿Qué estabas haciendo picarona? – Liz la empujo con la cadera. – Nada, viendo videos. – se mantuvo serena. – Ah... – sonrió entrecerrando los ojos – Ya estamos los tres, vamos a comer que me está chillando la tripa. – tomo la mano de Adam. – Se me antoja una lasaña. – Sophie camino detrás de ellos como siempre. Decidieron salir sin el auto ya que la ciudad se conocía mejor a pie y según los mapas que tenían había un restaurante no muy lejos del hotel, mientras iban caminando no dejaron de sacarse fotos y al llegar al restaurante estuvieron conversando de que podrían hacer por la tarde, estaban cansados, sin embargo, siete días no iban a ser suficientes para ver la ciudad completamente y disfrutar de cada uno de sus lugares. – Vamos a caminar a la playa después de aquí. – sugirió Liz. – Yo estaba pensando en que podríamos ir a caminar al casco antiguo de la ciudad, estaba viendo unas fotos y quisiera que posaran ahí para unas fotos. – Adam quería fotos más que otra cosa. – Hay dos opciones ¿Qué opinas tú? – Liz pregunto a Sophie que no había comentado mucho. – Podemos ir a caminar al casco antiguo y mañana vamos a la playa en la mañana, si vamos a hoy por la tarde nos vamos a dorar como langostas. – con ese comentario Liz hizo un ruido de alerta. – ¡No me puse bloqueador solar! – vio a Adam. – Todavía te lo dejé sobre el mueble y te dije que te pusieras, te lo recordé en dos ocasiones. – el hombre la regaño. – Usa mi sombrero, tú te pelas más rápido que yo. – Liz tendía a quemarse con mucha facilidad. Sophie solo se pudo reír al verlos pelearse por ese incidente, Adam tenía ese lado de hermano regañón y era tan atento con ambas que por momentos Sophie no sabía cómo es que el hombre no se volvía loco, tomo el vaso con el jugo llevando la pajilla a su boca mientras los veía y se reía, pero entonces algo la hizo levantar la vista y toparse con un hombre de camisa blanca, chaleco y pantalón color vino, una barba espesa bien recortada, el cabello alborotado; Sophie bajo la vista antes de que el hombre volteara pero por el reflejo de la pantalla del celular pudo ver que el hombre también la estaba viendo e incluso toco el brazo del hombre con que hablaba. – ¡Sophie! – el chasquido de los dedos de Adam la hizo prestarles atención. – ¿Qué pasa? – pregunto asustada. – Sophie... – la voz de hombre hizo que los tres levantaran la cabeza – Lindo nombre. –se apoyó en la baranda mientras la veía. – Grazie. – Sophie sonrió algo apenada y bajo la cabeza. – Te estaba diciendo que vamos a ir al casco viejo a sacarnos unas fotos y mañana lo pasamos en la playa, pero cuando el sol este cayendo vamos al paseo marítimo a ver el atardecer. – ninguno de los dos le dio mayor importancia al incidente. – Unas fotos con el atardecer de fondo, lástima que no traje el violín. – Sophie por otro lado seguía usando su celular como espejo. – ¿Traes algún vestido con vuelo en la falta y que sea largo? – Liz tuvo una idea. – No, todos semi-formales. – ladeo la cabeza. – Estaba pensando en la propuesta que me hiciste el otro día, podrías poner a Sophie bailando con el atardecer de fondo, pero necesitaríamos un vestido largo que sea de tul para que se mueva. – eran tal para cual, uno aportaba ideas y el otro se las seguía. – Puedo comprar un vestido, de eso no hay problema. – Sophie sonrió viendo a la mesera llevarles la comida. – Y como no te encanta el tul. – Adam bromeo porque Sophie tenía en amor por ese tipo de tela. La comida estuvo deliciosa y se compartieron un bocadito de los diferentes platillos, no era lo mismo probar la supuesta comida italiana en otro país a probarla directamente en el lugar y con el sazón casero, mientras estaban comiendo de vez en vez Sophie bajaba la vista hacia la pantalla de su celular y el hombre ya no estaba, no iba a decirles a sus amigos que el hombre se le hizo bastante atractivo, era humana y sentía, pero sabía que esos dos la iban a juzgar de una forma indirecta y por eso prefirió quedarse callada, se limitó a espiarlo por el reflejo de su celular. – Estoy llena... – suspiro Sophie mientras acariciaba su barriga – Ahora si me veo embarazada. – se sentó de lado sacando más su pancita. – Si fuera verdad no creo que estaría riéndote tanto. – comento Liz. – Si estuviera embarazada en estos momentos estaríamos rodeados de guardaespaldas o quizás no estaría aquí, tendría que estar encerrada en su casa. – dejo caer sus hombros. – Estas comenzando a ver a James como un tirano, no tiene talle de que lo que sea. – Adam ladeo la cabeza mientras la veía. – No lo veo como un tirano, pero si yo estuviera embarazada estoy segura que se volvería muy sobreprotector y no me dejaría respirar. – se acomodó en la silla antes de buscar una coleta en su cartera. – ¿Qué planes tienes para el futuro? – Liz le dio la suya al ver que no encontraba ninguna. – ¿Con James? – sus dos amigos asintieron – Lo amo y no tengo dudas de eso, pero es un poco complicado para mi asimilar lo que hace, es un mafioso y eso implica muchas cosas, por eso le pedí un tiempo para pensar. – bajo la voz. – Yo no metería las manos al fuego por él, imagino que debe tener una lista de muertos muy larga y comprendo que tengas un conflicto interno, yo creo que sería bueno que hicieras una lista con todos los puntos buenos y con los malos, esos malos debes decírselos y quizás como pareja puedan llegar a una medicación, James es un hombre muy accesible. – la mujer le tomo ambas manos. – Se ha metido tanto en mi vida que no podría dejarlo, pero me da miedo... como dicen, me gusta, pero me asusta. – dijo en broma riendo. – Pero tienes una semana para pensar en todo lo que quieras sirenita... – Adam le acaricio una mejilla – Estamos de vacaciones y todo lo que pase en Bari, se quedara en Bari. – le guiño un ojo. – Vamos a caminar y a sacarnos fotos bonitas... – Liz levanto la mano – Señorita, nos puede traer la cuenta por favor. – la chica asintió. – Yo p**o. – Sophie saco su billetera. – Señorita, la cuenta ya fue cancelada. – la mesera se acercó a la mesa y les dio la factura ya pagada. – ¿Quién p**o? – Adam la tomo para ver. Sophie fijo sus ojos al hombre que iba saliendo del lugar, era el mismo que había dicho su nombre y este fijo sus ojos en ella sonriendo de forma coqueta terminando de irse del lugar, los tres se vieron a los ojos sin decirse una sola palabra porque no fue necesario ya que se entendieron perfectamente y como la cuenta ya estaba pagada no tuvieron más que levantarse e irse del local. El acto no pasó a ser comentado por ninguno y se dirigieron al casco antiguo para sacarse las fotos de las que tanto estuvieron hablando, en su recorrido se toparon con un pequeño mercadito donde vendían una gran cantidad de panes dulces, galletas y demás cosas que se veían deliciosas; Sophie estaba divertida paseando con sus amigos, pero se sentía incomoda yendo con la pareja y sentía que debía darles su espacio, dejarles esa tarde para que dieran un paseo romántico que realmente se merecían. – ¿Quieres pancitos azucarados? – comento Liz. – No gracias, ya estoy llena y me siento un poco mal. – arrugo la nariz. – Si quieres volvemos al hotel. – Adam se acercó a ellas llevando una bolsa llena de panes dulces. – Puedo volver yo sola, disfruten del paseo. – agarro el haza de su cartera. – No digas tonterías vinimos juntos y nos vamos juntos, además no conoces la ciudad y te puedes perder. – Liz no la iba a dejar irse sola. – Vamos, saben que no soy tonta y puedo llegar al hotel por mi cuenta, no se pueden privar de esta belleza solo por mi indigestión... – los tomo de los brazos para hacerlos caminar – Nos vemos para cenar en el restaurante del hotel, siete y media de la noche ¿Si? – con su dulce sonrisa hizo que ambos comenzaran a dudar. – Te pediré un taxi para que te lleve de vuelta al hotel. – Adam no la iba a obligar a quedarse con ellos. – Me iré caminando, si vomito al menos que sea en algún jardín o basurero y no en el auto de un desconocido. – arrugo la nariz. – Sophie, te voy a llevar una prueba de embarazo esta noche. – Liz sentía que todos aquellos síntomas eran muy extraños. – ¿Para qué o qué? – alzo una ceja con duda. – No sé, solo quiero que te la hagas para descartar dudas ¿Si? Así si es positiva puedes dejar de beber alcohol. – le agarro las mejillas apretándolas con suavidad. – Me la hago si me dejan irme sola. – no perdía nada con orinar sobre una cajita de plástico. – Okey, nos vemos a las siete y media para cenar en el restaurante de la playa. – la mujer le dio un abrazo fuerte. – Me mandas un mensaje cuando llegues al hotel por favor, si te sigues sintiendo mal nos llamas. – dijo Adam abrazándola después. – Si papá. – gruño con burla antes de alejarse de ellos. Se sintió mejor después de alejarse de la pareja porque sintió que podrían alimentar su relación a solas y dejarían de cortarse el rollo solo porque ella les acompañaba, siguió una callejuela un tanto sola y con la vista en los balcones iba sonriendo porque el lugar era muy pintoresco, algunas casas tenían una bandera italiana e incluso se topó con unos gatos que iban caminando, los felinos se acercaron a ella cuando les extendió la mano y después de olerla se dejaron tocar, tanto que Sophie se puso en cuclillas jugueteando con los felinos hasta que vio a unos chicos ir caminando en su dirección y entonces se puso en pie para seguir el camino.
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