Capítulo 01.

2223 Words
JULIE ¿Por qué las personas deciden casarse? Toda mi vida me he preguntando qué les pasa por la cabeza aquellas personas que deciden que contraer matrimonio es el siguiente paso dentro de su relación. ¿No pueden quedarse sin ese papel que los unirá de por vida? Porque por mi experiencia, los matrimonios no duran mientras el papel los une, sino que los separa. Claro ejemplo de eso son mis padres quienes se casaron luego de quince años juntos. Hicieron una fiesta por todo lo alto, gastaron miles de dólares, invitaron a familiares que no veían hace años pero... se divorciaron cinco años después. Tenía quince cuando se casaron ante Dios, y veinte cuando me sentaron en el sofá, con ambos frente a mí, para explicarme como si fuera una niña que el amor se había acabado y habían decidido separarse. Lo que ellos no saben es que yo lo supe todo el tiempo porque apenas se casaron, las cosas cambiaron. Papá resultó tener una amante, algo cliché si lo piensan bien, entonces mamá y él llegaron a un acuerdo donde tuvieron que separar bienes. Lo único bueno que hicieron fue separarse conmigo con una edad mayor porque no me veía involucrada en medio de todo su caos. Desde entonces, para mí el casarse es un paso para el que no estoy preparada por que ¿Qué pasaría si después de casarme mi esposo me engaña? Supongo que es como dice mi hermana, que he quedado con un trauma pero no lo veo de esa forma sino como una lección aprendida. Y mientras yo parezco estar despierta, los demás no, de otra forma mi prima no estaría a nada más que dos horas para convertirse en señora de... —Julie, ya te dije que cambiaras esa cara—reniega mi hermana mientras termina de arreglarme el cabello. —¿Para qué tanta elegancia? Si vamos a la boda y nos regresamos. Abre la boca sorprendida. —Tú te regresas, yo me quedo a la recepción. Quizás pueda conseguir un esposo. Ruedo los ojos. —¿Para qué quieres un esposo? —El que tú no quieras casarte no significa que yo quiera lo mismo—susurra—Sabes que yo... bueno, a mí no me gusta estar sola. —Acabas de terminar una relación, Julia, espera un poco, conócete a ti misma, ámate primero y verás que después no necesitarás a nadie. Inhala profundo. —Eso es lo que tú piensas porque tienes un novio, uno que sí quiere casarse, de hecho. Bueno, ahora quizás estés pensando que soy una hipócrita porque no quiero casarme pero no tengo nada en contra de las relaciones duraderas. Puedo verme con Quentin durante toda mi vida, me veo a mí misma compartiendo un apartamento quizás, adoptar un cachorro e incluso puedo verme teniendo hijos en el futuro pero el matrimonio es algo que no termino de aceptar y por eso mi relación está yendo por el caño. Ya he rechazado más de tres propuestas de matrimonio de su parte y todavía no entiende, esa es la razón por la que no me acompaña hoy a la ceremonia. Dizque que porque no quiere ver lo que otros tienen y él muere por conseguir, en fin, llevo tanto tiempo a su lado que no me veo con nadie más, mucho menos casándome. Tenemos una relación de más de diez años. Tengo veintitrés años, nos conocimos en la primaria y desde entonces hemos sido solo nosotros dos. Mis peores momentos los pasé a su lado, el apoyo que me ha dado ha sido tan incondicional que siento que hasta le debo mi estabilidad emocional pero no me veo saldando esa cuenta con un anillo en la mano. Y mientras yo reniego porque espero que comprenda que no quiero contraer matrimonio, mi hermana sufre porque el padre de su hijo, su pareja durante cinco años, no quiso casarse y mucho menos ser padre ya que la abandonó con mi sobrino de apenas dos semanas de nacido. No hemos sabido nada de él desde entonces, ya han pasado cuatro años y aunque ella quiere el plan de la familia perfecta, yo huyo de ello. Soy diseñadora de modas, todavía no he podido montar una sucursal sola por cuestiones de dinero pero tengo estabilidad económica y de no ser porque el vestido de novia lo confeccioné yo, quizás ni siquiera me hubiera presentado. Mi hermana termina conmigo, acabo de cambiarme y tengo que llevar un estúpido vestido color beige porque la señorita Olive quería que las damas de honor se vieran combinadas y gracias a la influencia de mi madre sobre su sobrina, me terminó escogiendo como la que sostiene el ramo, es decir la dama principal. Todo esto me resulta una pérdida de dinero pero como no es mío lo que se gasta, no digo nada, solo procuro no hacerle perder la paciencia a mi madre cuando bajamos hacia la sala de la casa donde me llevo la sorpresa de mi vida al ver a mi hombre trajeado esperando por mí al pie de las escaleras. —¿Qué haces aquí?—pregunto sonriente al llegar a su lado. —Te acompañaré, no puede ser tan malo—dice, aunque veo que sus facciones me gritan otra cosa.—¿Estás lista? La ceremonia va a comenzar en diez minutos y tienes que estar antes. Asiento. Me regreso a mi hermana quien me dice que me adelante porque mamá todavía batalla arriba con su vestido y su hijo Miles terminó por rasgar su camisa mientras jugaba. No le hago preguntas a Quentin, alabo su traje hecho a la medida y lo perfilada que tiene la barba. Me sonríe apenas, tiene algo que no termina de cerrarme pues se ve consternado mientras conduce. —No tenías que venir—susurro—Pude haber tomado un taxi o algo. Me mira a medias. —¿Y perderme lo bien que te ves en ese vestido? No, cariño, jamás. Sonrío. —Gracias por eso, aunque sé que me veo como una aceituna pasada. Se rie. —Te ves preciosa. —No sé por qué Olive se puso terca con el color—reniego—Yo quería un violeta o turquesa pero no, ella quería este color de mierda. Durante el camino me quedo en silencio al ver que no está de muy buen humor y lo entiendo. La mayoría de nuestros amigos ya están casados, incluso algunos están en camino a convertirse en padres pero nosotros no tenemos ni uno ni lo otro. Para mí el tener hijos requiere demasiada responsabilidad y por el momento, con mis planes de querer abrir una boutique, no me veo cumpliendo con ambos roles. He intentado hablarle, explicar que pase lo que pase nosotros estaremos bien porque podemos considerarnos un matrimonio sin papeles pero para él es tan importante por ser cristiano que incluso sus padres se lo exigen para poder irnos a vivir juntos. Yo tengo mi espacio y él el suyo, pero está tan apegado a sus reglas que no hace ni el intento por desafiar a sus padres, nada. Si no es ante los ojos de Dios, no tendremos una habitación para compartir. En fin, llegamos a la iglesia donde los invitados ya están tomando asiento. Él toma mi mano luego de cerrar la puerta, intento acomodar el vestido para darle un poco de forma pero sigue siendo horrendo así que pierdo las esperanzas entrando. Quentin se queda atrás. —¿Qué haces?—pregunto con el ceño fruncido. —Me quedaré aquí atrás, estaré bien. —Pero tenemos asientos reservados adelante para la familia. Se encoge de hombros. —No estamos casados así que no somos técnicamente una familia. Me trago las palabrotas que están a punto de salir de mi boca largándome hacia el puto altar donde ya esperan la demás damas de horror. Mis ojos no se alejan de mi novio que está a más de diez filas de distancia del altar y estoy enfurecida porque si planeaba acompañarme al menos lo hubiera hecho bien. Luego paseo la vista por el lugar observando que varios de mis familiares ya están del lado de la novia mientras que del lado del novio se aproximan en su mayoría hombres, todos trajeados y con la mirada altiva digna de sujetos con dinero. En mi soledad mientras espero que se inicie el circo, intento recordar quién demonios es el novio de mi prima porque lo he visto nada más que por fotografías. Es un hombre guapo, no puedo negarlo, pero no entiendo porqué demonios jamás se presentó formalmente. Un día ella dijo que estaba de novia y al año siguiente dijo que se iban a casar pero que él se la pasaba viajando y que por eso nunca había podido compartir con la familia. Creo que ni siquiera ella conoce a sus propios suegros o más de la cuenta de su vida privada porque que yo sepa, ellos no tenían tiempo ni siquiera para verse. Me río en silencio cuando pienso que tendrá que enviarle semen por email para poder embarazarla si alguna vez planean tener hijos. —¿Algo de esto le resulta gracioso? Volteo al oír una voz que no suena para nada amigable. No sé qué me sucede ni por qué el corazón me martillea tan rápido, solo sé que el hombre que veo de frente es el hombre con el rostro más frío y hermoso que mis ojos hayan podido contemplar. Sus ojos son como dos esferas de hielo, grises, fríos, duros, calculadores, para nada amigables pero aún así, luce tan perfecto como un modelo de la televisión. Alza una ceja al verme, de seguro no me encuentra atractiva por ese estúpido vestido y se acomoda su saco mirándome hacia abajo ya que mi cabeza queda en su pecho porque no soy muy alta. Sin embargo él sí lo es, y fuerte, musculoso, con un porte de elegancia que no la tienen todos los hombres. ¿Quién carajos es este espécimen? —¿Le ha comido la lengua el ratón?—gruñe malhumorado. Parpadeo. No creo que sea real, no puede ser real un hombre como él porque ¿Cómo Dios puede crear a alguien capaz de quitarte el aliento con solo una mirada? —Creo que simplemente es estúpida. Abro la boca indignada. Lo que tiene de lindo lo tiene de arrogante, se nota a leguas, ahora que puedo parpadear al menos para recordarme a mí misma que tengo novio y que el imbécil frente a mí no es más que un patán, que la cantidad de dinero que posee lo ha hecho de todo menos alguien agradable. Me cruzo de brazos. —¿Acaba de llamarme estúpida? —Veo que sí tiene lengua por lo tanto puede responder pero se ha quedado tildada, quizás admirando lo que no puede tener. Ruedo los ojos. Respiro profundo intentando no perder la paciencia. —Vaya, sí que eres todo humildad—ironizo—¿Quiere algo? Porque me está incomodando. Alza una ceja. —¿La incomodo yo con mi presencia? Supongo que podría decir lo mismo ya que prácticamente me ha imaginado hasta sin ropa en sus pensamientos. —Ya quisieras, ni que estuvieras tan bueno. Él bufa. Algo en su voz me tiene encandilada hasta que me insulta o intenta desacreditarme de alguna manera lo cual hace todo más fácil. —¿Ya nos tuteamos? Me gusta, tu lengua viperina podría gustarme. ¿Qué sabes hacer con ella? Bufo, molesta por este hombre que al parecer no conoce lo que es la decencia y claramente busca molestarme. Noto que su traje es hecho a la medida y que seguramente está aquí como uno de los padrinos de la boda así que no pienso darle más oportunidades porque está claro, que es la clase de hombre que se acuesta con lo primero que encuentra. —¿Por qué no se va a otro lado? Es demasiado molesto. Hace el atisbo de sonreír y eso sí que me deja tildada porque hasta ahora no había notado sus labios carnosos y rosados, como si se los hubiera pintado. —No puedo, lamentablemente tengo que estar en esto—se encoge de hombros y al menos se mueve como se lo pedí, pero para mi sorpresa, no se va hacia los asientos sino que se queda frente al sacerdote el cual saluda como si fueran viejos amigos y entonces los padrinos se acomodan detrás. La bestia que me mira como si fuera un ser superior, no es más que el novio de mi prima y futuro esposo. Ahora entiendo, las piezas encajan en mi cabeza como si de un puzzle se tratara pues comprendo por qué demonios va a casarse con la insoportable de Olive. Aunque el que sea un idiota, no quita lo bueno que está. Qué perra con suerte. El arrogante está frente a mí, mirándome como si de verdad me creyera estúpida ya que su mirada altanera no se va y no habla con ninguno de los hombres que se posan detrás, solo besa rápidamente a una mujer que supongo es su madre regresando la mirada hacia mí logrando descomponerme el estómago en cuestión de segundos y ni siquiera sé por qué. Definitivamente las reuniones familiares van a ser bastante interesantes.
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