Maximiliano acompañó a Stephanie, hasta la salida de su casa, era una noche fría, Sara la estaba esperando, los niños dormían. —Buenas noches Señora Stephanie, ¿Cómo le fué en la salida laboral? —Muy bien Sara, estoy más tranquila. Maximiliano, en cuánto subió hacía su departamento, sintió aquel perfume qué llevaba puesto Stephanie, se le había quedado su abrigo, él marcó al celular para poder llamarla, ella lo atendió, estaba más serena, qué otras veces. —Hola, pimpollo sabes se te quedó tu abrigo, dentro de dos días paso a buscarte y te lo llevo, cuídate mucho, me encantaron tus labios, tu piel suave, duerme bien. Stephanie solo contestó dos palabras. —Muchas gracias. Maximiliano quería hacer las pases con su madre, no sabía cómo hablarla, le pediría a Stephanie qué le ayudará, l