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Alfa Black Y Su Luna

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Blurb

"No me importa que seas mi pareja. Nunca lo seré... y repito, nunca seré tuya, Hunter". Ella aprieta los dientes, haciendo que Hunter sonriera."¿Es eso un desafío? Tendremos que verlo, cariño", dice, luchando contra su lobo por el dominio mientras siente las chispas surgir a través de su cuerpo causadas por el ligero toque de su piel sobre la de ella. La llamada del vínculo de apareamiento le picaba la piel. "Tarde o temprano serás mía, y cuando eso suceda, estarás gimiendo mi nombre con esos dulces y jugosos labios tuyos", dice, pasando sus labios sobre los de ella en un movimiento como el de una pluma. Tenía que tenerla, necesitaba tenerla, pero antes de poder reclamarla, primero tenía que ganarse su corazón.Hunter Black está acostumbrado a tener a su disposición a cualquier mujer que quiera. Después de todo, ser el alfa de su manada tiene sus ventajas. Puede tener la chica que quiera en cualquier momento del día. Al menos... eso es lo que ella ha oído.Abigail Montero estaba acostumbrada a ser la rechazada. Fue rechazada por su familia, su manada y sus amigos. Después de ser vendida por su propio padre por una caja de whisky, ella cree que todo está perdido hasta que es salvada por el famoso Rey de los lobos salvajes. Obligada a encontrarlo un día para agradecerle por salvarle la vida, se embarca en una aventura para buscarlo, pero termina encontrando a su amor perdido hace mucho tiempo, Hunter Black. Excepto que su reputación es desalentadora. Odia a los hombres como él, a los jugadores y a los mujeriegos que creen que pueden conseguir a la chica que quiera. ¿Cederá ella al vínculo de apareamiento o hará de su vida un infierno?SERIE LOBOS DE LA LUNA OSCURALIBRO 1- ALFA RICKLIBRO 2- ALFA BLACK Y SU LUNA

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Whisky
"All rights reserved." 2023©️ Copyrights of this book, all characters, and all parts in the entirety of this story fully belong to Mari Villarreal. This work is solely fictional; any similarities to characters, places, or events are merely coincidences. I do not allow any part of this book to be copied or adapted anywhere without my consent or permission. ***** Abigail "Oye, Abs... ¡tierra a Abigail!" Dice mi mejor amiga Marisa, haciéndome salir de mi trance mientras miraba estúpidamente al techo mientras escuchaba el canto de los pájaros. Quería reprimir los sentimientos dentro de mí, aunque fuera por un rato, si podía. "Hola Marisa. ¿Qué hora es?" Dije mientras me sentaba después de acostarme en el césped del campo de nuestra escuela. Ella se ríe y mira su teléfono. "Abbie, Abbie, Abbie... siempre la soñadora. Son... las 3:25", dice, haciendo que mis ojos se abran con horror. "¿QUÉ?" —digo levantándome abruptamente. "¡No no no no no NO!" Entré en pánico, agarré mi bolso y lo colgué sobre mi hombro, corriendo hacia mi casa lo más rápido que pude. "Estoy muerta". Se supone tengo que llegar a casa después de la escuela, no más tardar a las 3:30. Me toma casi quince minutos llegar a casa, caminando, porque no tenía vehiculo ni transporte. Si mi padre llegaba allí y la casa no estaba limpia ni preparada la comida, yo lo lamentaria. Y no iba a ser bonito. "Espera, Abbie. Iré contigo. Te ayudaré". Mi mejor amiga Marisa me grita corriendo detrás de mí. "No, Marisa. Ya conoces a mi papá, se enojará mucho si ve que estoy recibiendo ayuda. Sólo... vete a casa. Nos vemos en nuestro lugar esta noche". Grité, corriendo más rápido. "¡Abbie! Espera, Abbie, ¿podemos hablar?" Mi corazón se hundió y contemplé mis próximas acciones al ver a mi amor platónico de toda la vida, Hunter Black. Es el hijo de la manada vecina. Es el chico más dulce y cariñoso que he conocido. Y estoy muy enamorada de él, pero él nunca podrá saberlo. Él y yo nunca podríamos ser. Su alfa odia a mi alfa. No se soportan, aunque su papá siempre intenta ayudarnos. Nuestro alfa es muy malo y extremadamente codicioso, asi como la mayoría de las personas de nuestra manada. "Yo... lo siento, tengo que irme." Grite, pasándolo rápidamente. El aroma de maracuyá y lluvia fresca me golpearon cuando pasé junto a él, haciéndome sonreír d]como tonta. No puedo explicar por qué él huele tan bien. Debe usar un perfume realmente único o algo así. Mi nombre es Abigail Montero. Soy la hija bastarda de Armando Montero. Naci fuera del matrimonio y por eso mi manada me rechaza. Todos en mi manada me ven como una pérdida de vida. Después de todo, vine a este mundo sólo para manchar la vida del beta, de nuestra manada, y la familia. Y si te preguntas por qué no vivo con mi verdadera mamá... bueno, yo tampoco lo sé. Aparte de que papá me dijo que ella tampoco me quería, lo que hizo que él tuviera la parte mala del trato y se quedara atrapado conmigo. Corrí lo más rápido que pude hasta que nuestra pequeña cabaña apareció a la vista. No vivíamos en nuestra casa de manada como lo harían la mayoría de los betas. A papá le importaba... la privacidad. Probablemente porque no le gustaba que la gente supiera cómo nos estaba golpeando a mi madrastra y a mí. Mi respiración se tambaleó mientras disminuía la velocidad y recuperaba el aliento, arreglando mi camiseta de gran tamaño y metiendo mi cabello detrás de mis orejas. "No me importa, sólo llévala, haz lo que quieras, sólo llévatela. Sólo deja la caja ahí". Escuche a papá decirle a un hombre que estába parado a su lado. Otro hombre me miro con una mirada terriblemente sospechosa mientras entraba a la casa con una caja de madera en la mano. ¿Me pregunto qué está pasando? Quizás atraparon a nuevas chicas solitarias. He oído hablar de solitarias, sin manada que deambulan por nuestra manada y que actualmente intentan causar problemas. "Maldita sea. Espero que no me vean". Susurro en voz baja mientras intento escabullirme por la puerta trasera. "¡Abigaíl!" Mi papá grita mi nombre, haciéndome detenerme en seco. Cierro los ojos mientras me quedo sin aliento. Mi corazón latía rápidamente mientras mi cuerpo se llenaba de miedo. "¡S... sí, señor!" Respondo, volviéndome hacia ellos. "Coge tus garras. Te irás con estos hombres", dice, haciendo que mis ojos se abran en estado de shock. "¿Qué?" Pregunte, mientras mis ojos se hinchan de miedo. Tengo un terrible y mal presentimiento sobre esto. "¿Me escuchaste? Apurate. Te irás con estos hombres para trabajar para ellos". Dice mientras aprieta los puños y mira al hombre a través de su periférico. No. No, él no puede hacerme esto. ¿Por qué me hace esto? ¿Realmente me odiaba tanto? ¿Qué le hice alguna vez? He hecho todo lo posible por ser sumisa, por ser una buena estudiante, una buena hija. Pero no importaba cuánto lo intentara, él nunca me amaría como ama a mi hermana mayor, Tara. Ella es la única que lo hace entrar en razón. Ella es su princesita, la intocable. Él la ama y la cuida con tanto cariño que no puedo entender por qué. Incluso la trata mejor que a mi madrastra. Para empeorar las cosas, Tara también me odia. Ella siempre busca la manera de meterme en problemas, haciendo que él me golpe cada vez qe su corazón lo deseara. Ella mentiría diciendo que le aruine la ropa o que le robé algo, cualquier cosa para meterme en problemas con él. "Pero... ¿por qué? Papá... no quiero, ¿por qué me obligas a ir? ¿Por cuánto tiempo me ire?" Me atreví a responder, arrepintiéndome al sentir una fuerte bofetada en mi rostro, haciéndome caer al suelo. Mis lágrimas corrían libremente por mi rostro cuando sentí que me ardia la mejilla. "¿Te atreves a cuestionarme, maldita mocosa? Haz lo que te digo. Nadie te quiere aquí. Es mejor que te calles y te vayas. Alégrate de que estos hombres estan dispuestos a alejarte de mí y darte refugio, o estarias afuera en el frío, mocosa miserable." Dice, escupiendo a mi lado mientras se limpia la nariz y mira a mi madrastra en los escalones de la puerta principal. Ella mantuvo la cabeza abajo y lloró un poco. De todos los miembros de nuestra manada, ella era la única que era amable conmigo de vez en cuando, pero cada vez que la sorprendían haciendo algo bueno por mí, él la golpeaba. Si Tara la veía siendo amable conmigo, ofreciéndome ayuda o alimentándome, Tara se aseguraría de culparme de todo, haciendo que papá me castigara. No me gusta cuando la golpea. Podría soportar las palizas y los insultos, pero se suponía que mi madrastra era su compañera. El que se supone que deberia amarla, protegerla y apreciarla. Lloré, agarrándome la mejilla, incapaz de creer lo que estaba sucediendo. "¡Lo lamento!" —dice, haciéndome perder el control mientras empiezo a llorar como una niña. "¡Cállate! Y tú... ¡no te metas!" él la señala, haciéndola estremecerse mientras sus lágrimas caen. "Por favor, Armando, es solo una pequeña. No hagas esto". Ella suplica, haciéndolo enojar. Se acerca a ella y le da una bofetada en la cara con el dorso de la mano, haciéndome gritar. "No. No la toques. ¡Papá, por favor!" Él la golpea de nuevo, haciéndola tropezar y golpeando la puerta con su cabeza. "¿Ves lo que me obligas a hacer?" Dice, cerniéndose sobre ella, agarrando su barbilla con fuerza. Se va, golpeando ligeramente su mejilla, haciéndola apretar la mandíbula mientras llora. Los hombres se ríen, asintiendo mientras nos miran. "Sabes, pensándolo bien. Ella no necesita nada de esta casa. Sólo llévatela". les dice a los hombres mientras sonríen, haciéndome entrar en pánico. "Yo, Beta Armando Montero, declaro que esta mocosa, Abigail Montero, está ahora excluida de nuestra manada, La Lotus Azúl. Ella nunca podra regresar, cortamos lazos con ella y ya no es mi hija". Dice, haciéndome sentir que el vínculo se rompe con mi manada. Te preguntaras si tiene la autoridad para hacerlo, ya que no es el alfa, pero me temo que la tiene. Y a él no le importa. Se lo ha hecho a muchas chicas, principalmente omegas que se han puesto de su lado malo, pero nunca me pasó por la cabeza que me lo haría a mí. "No. No, por favor, papá, ¡POR FAVOR!" Grite, suplicando su misericordia solo por una vez mientras los hombres se acercan a mí. "¡Por favor, papá!" Suplique una vez más antes de que me agarraran. Me muevo, tratando de escaparme de sus manos, pero son fuertes. Huelen raro, lo que me hace entrar en pánico un poco más. Y fue entonces cuando me di cuenta... No solo me estaba vendiendo a algunos hombres lobo al azar... no. Estos eran lobos salvajes. Había oído hablar de niñas desaparecidas y utilizadas como esclavas. ¿Por qué me estaba haciendo esto? Lo entiendo, él me ve como una carga, un recordatorio de sus errores pasados ​​y de su infidelidad a su pareja. ¡Pero yo sigo siendo su hija! "Por favor, papá... ¡No!" Grité, volteándome de nuevo y viendo a mi madrastra llorar mientras se arrodillaba, sollozando mientras alejaba mi cuerpo, tratando de zafarme de sus manos, pero fue en vano. No importaba cuánto luchaba, era pequeña, demasiado débil para estos hombres mayores. Pero la idea de lo que podrían hacerme fue lo que me asustaba. ¿Me matarían? ¿Me esclavizarían como lo hacen con todas las demás chicas? No quiro ni pensar en lo que podrían hacerme. ¿Realmente no valgo más que una caja de whisky para mi padre? Uno de los hombres me arrojó al asiento trasero del auto, haciendo que mi cabeza golpeara la otra puerta. Me agarré la cabeza, llorando mientras el otro se rie entre dientes, sentándose en el asiento del pasajero antes de que mi puerta se cerrara de golpe. Manejaron mientras yo golpeaba la ventana, pidiendo ayuda a gritos. Mi madrastra estaba de rodillas llorando y mi padre apretando los puños con ira. Pero lo que más me dolió fue que mientras nos alejábamos, pude ver a mi hermanastra con las manos cruzadas sobre su pecho y con una sonrisa en el rostro. "Cállate. ¡O no te gustará lo que te haré, mocosa!" grito el conductor, haciéndome estremecer. Llegamos a las fronteras y estaba segura de que nuestro alfa se habría tenido que dar cuenta, pero no...nadie... nadie vino a mi ayuda. Cuanto más avanzábamos, más quería luchar y luchar, pero fue inútil. Nadie vendra a mi rescate.

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